20. Encarna

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La siguiente semana pasó volando, aunque no para todos. Luis sentía que los nervios lo iban comiendo cada vez más, por lo que acudía a su salvación más cercana, el tabaco. Media hora antes de partir hacia Galicia, la tierra que el gallego llevaba sin pisar años, Aitana se lo encontró fumando desesperadamente en el balcón del piso.

- Me temo que nuestro hijo o hija se va a quedar sin padre como sigas fumando tanto - dijo con una risa burlona.

- Lo siento Aiti. Es que no puedo evitarlo, volver a Galicia me hace sentir más cerca de mi madre y mi... hermana. Debería de agradarme esa sensación pero al contrario. Tengo miedo a no reconocer a mi madre, o que ella no me reconozca a mí. Los últimos meses antes de irme a vivir a Madrid parecía que me culpase por lo ocurrido. Nunca lo verbalizó, sé que ella no sería capaz de eso, pero su mirada reflejaba auténtica tristeza. Y no pude más. La culpabilidad me mataba por dentro. Madrid me ayudó a evadirme un poco de todo. Bueno y mis amigos. Aun así, creo que nunca superaré la muerte de mi hermana. Ni la de mi padre.

- Cariño ven aquí - la catalana le quitó el cigarro de las manos, lo apagó y lo tiró al pequeño cenicero que reposaba sobre una mesita - Tú no tienes la culpa de nada, ¿me oyes? Fue una tragedia lo que le ocurrió a tu hermana y tienes todo el derecho del mundo a sentirte triste y vulnerable. Por lo de tu padre también, aunque fuera su decisión. Pero nunca más pienses que lo que pasó fue culpa tuya. Estoy segura de que tu madre tampoco lo piensa. De hecho, creo que le vamos a dar la mayor alegría que podrá tener cuando te vea después de tantos años y se entere de que va a ser abuela.

- Te quiero - sus labios se unieron dulcemente, cerrando las heridas que de alguna manera se abren cuando menos lo esperas - Tienes razón. Supongo que ya es hora de reencontrarnos después de tanto tiempo.

- Es tu madre Luis. Siempre va a estar ahí.

Varias horas más tarde llegaron a las tierras gallegas. La catalana inspiró, adoraba ese olor a tierra mojada y mar. Su combinación perfecta.

Durante la ida en coche hacia la casa de los padres de su novio, se permitió analizar las casas, calles, gente de Ourense. Los niños jugaban ajenos a todo, felices. Algunas señoras ancianas conversaban alegremente compartiendo las noticias que leían en el periódico. Sonrió imaginándose en decenas de años en su lugar, junto a Luis. Compartiendo experiencias y recuerdos juntos.

- Ya hemos llegado - El chico se frotaba las manos impulsivamente a causa de los nervios y la inquietud que le producía el estar ahí en ese momento - Voy a ir bajando las maletas.

Ambos se encaminaron a la entrada de aquella casa que el gallego conocía muy bien pero a su vez sentía tan lejana. Se miraron unos segundos, él pidiendo ayuda con sus ojos, ella captando el mensaje e incitándole a tocar. Tras varios suspiros, los nudillos del gallego impactaban contra la madera de esa puerta que permanecía inmóvil, silenciosa. Tras varios segundos, una cara poco olvidada para Luis se hacía ver ante la pareja. Se trataba de Silvia, la señora que atendía a Encarna, la mayor de los Fernández. Con todo el cariño que había desarrollado hacia el niño que cuidó en sus primeros años de servidora, la mujer se abrazó fuertemente a Luis.

- Luisiño, non o podo crer. ¿Es ti realmente? - Luis asintió con mucha nostalgia. Silvia había sido su segunda madre desde que tenía uso de razón. Siempre veló por su bienestar y el del resto de la familia. Sabía que quería muchísimo a María al igual que a él, como si fueran sus propios hijos - A túa nai botoulle de menos todos estes anos rapaz. Eu tamén. (Tu madre te ha extrañado todos estos años chico. Yo también).

La chica observaba con emoción cómo su novio se reencontraba con alguien que había sido tan importante para él.

- Silvia, esta é Aitana, a miña moza. (Silvia esta es Aitana, mi novia). El chico se apartó para que Silvia pudiera conocer a la chica que tan feliz lo hacía. - Aitana, esta es Silvia, ha trabajado para mi familia desde que era pequeño.

InestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora