14. Te espero

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Sonrió al ver un mensaje del gallego en su bandeja de entrada. Un "Buenos días" acompañado de un emoticono de corazón azul le alegraban la mañana sin poder evitarlo.

Llevaban ya una semana aceptando lo que pasaba entre ellos, eso sí, a escondidas de sus amigos. Todos excepto Paula, que no se le escapaba ni una.

- ¿Vas a seguir con esa sonrisa de enamorada o me vas a ayudar con esto? - La rubia reclamaba su ayuda para lograr doblar y colocar en el armario toda su ropa que por falta de tiempo no pudieron lavar antes.

- Eres de lo que no hay. Ahora mismo te ayudo. - Juntas terminaron con la tarea y se prepararon para dar una vuelta por el centro de la ciudad junto a los demás. Lo que Aitana no esperaba era que el gallego mayor consiguió encontrar un hueco entre los ensayos en Acordes para almorzar con sus amigos y su...¿novia?

No tenía prisas, simplemente quería disfrutar de lo que sea que tuviesen. En un plis plás las piernas de la catalana se enroscaron a su cintura y un flequillo revuelto a causa de las carreras le hacían cosquillas en la barba.

- Luisito. - Susurró abrazada a él.

- Te veo muy cariñosa. - Bromeó, por lo que se llevó un golpe de parte de Aitana. - Es broma, te he echado de menos.

- Yo también tonto. - Una vez más se habían metido en su burbuja, ajenos a las miradas de sus amigos. Y es que cada vez era más claro lo que pasaba entre ellos dos. El único impedimento era que no querían decirlo, tal vez por miedo.

Porque ese amor era entre dos personas que llevaban mucho sufrimiento a sus espaldas. Tal vez él había pasado por cosas peores, pero ninguno se libraba del dolor. Ese mismo que volvió a hacer mella en la catalana, atrayéndola a un pasado no muy lejano.

Septiembre de 2015

Una Aitana acalorada salía resoplando de su última clase en el día, castellano. Para ser sinceros, era justo la que menos le gustaba, en parte por la dinámica de su profesor y lo difícil que se le hacían las conjugaciones verbales.

Dio gracias al cielo al hacer que su amiga Marta la esperase por primera vez en todo el curso, pues la morena siempre se tenía que ir muy rápido para no perder el autobús.

- ¿Qué tal las últimas clases? - Su amiga rodó los ojos en una clara intención de expresar su agotamiento. - Estamos en las mismas Martu.

- Espera, ¿ese no es Mark? - No podía creer lo que estaba oyendo. Llevaban meses juntos. Mark ya había empezado la universidad, por lo que no se veían tan a menudo. El chico sonrió al verla, abriendo los brazos en cuanto la chica corría a abrazarle.

Se enganchó como un koala a un árbol, mientras su novio dejaba innumerables besos por su cara.

- Te he echado de menos nena. - Dijo a sabiendas del poco gusto de su novia a ese apodo.

- No me llames así Mark, ya sabes que no me gusta. - Hizo una mueca y le acarició la cara, intentando suavizar el momento. - Yo también te he echado de menos.

- Tenía pensado llevarte a algún sitio para almorzar juntos, ¿propuestas? - preguntó provocando una leve carcajada de la del flequillo.

- Donde tú quieras, ¿puede venir Marta con nosotros? Es que ya es bastante tarde y hasta las cuatro no pasará ningún autobús. No quiero dejarla sola. - El tono en que lo dijo fue de súplica, con miedo de la reacción de su novio.

- Siempre está en medio Aitana. Nunca tenemos tiempo para nosotros. - Se lo esperaba, pero no con Marta. Ella no.

- Mi mejor amiga nunca está en medio Mark. Te recuerdo que el finde pasado fuimos solos a comer. Además, ella me ha invitado a comer muchas veces. Se lo debo.

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