Cap. 4

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Vio una mesa parcialmente vacía y decidió sentarse allí. Notó que Cuatro estaba sentado ahí, comiendo, solo.

Se sentó frente a él pues los otros -Will, Christina, Tris y un muchacho que no conocía- habían ocupado las otras sillas disponibles. Junto a Christina se sentó el chico sin nombre, pero los demás parecían ya familiarizados con él. Le dio un mal presentimiento.

Miró su plato, estaba vacío, no tenía hambre así que sólo se sirvió un vaso con agua. Mientras ellos hablaban, ella miraba su vaso y cada tanto tomaba un poco; levantó su mirada, sintiendo la de alguien más sobre ella.

—¿Qué? ¿Saltar del tren te hizo eso?—, dijo burlón Cuatro, señalando su labio roto.

—No es como si te importara. Pero no, no fue el tren—, respondió sin dejar su característica altanería de lado.

La conversación a su lado murió y todos parecían interesados en ese par y en la guerra de miradas que llevaban a cabo.

Ninguno estaba dispuesto a doblegarse, ni a ceder ante el otro. Esa guerra pudo haber durado minutos de no ser por Eric, quien acababa de llegar, interrumpiendo su momento.

—Cuatro, ¿no me vas a presentar?—, Eric palmeó el hombro de Cuatro, fingiendo agrado hacia el muchacho.

El nombrado rodó los ojos sutilmente.

—Eric—, señaló con su mano mirando a los chicos que estaban sentados en la mesa—. Tris, Christina, Will, Al, Valentine—, esta vez señaló a cada uno con su mano, mirando a Eric.

—La Estirada y la Hippie...—, se burló para sí mismo—. A ver cuánto duran, no creo que mucho...

El coraje creció en ella y Cuatro pareció notarlo pues le dedicó una mirada de advertencia.

—Seguro...—, soltó sarcástica con una sonrisa falsa bailando en la comisura de sus labios—, digo, cuánto puede durar un cerebrito en Osadía... ¿No es así, Eric?

Lo retó y eso solo aumentó la ira en el muchacho tatuado. Había usado el término cerebrito, sin saber con exactitud si aquella había sido la facción de origen del rubio; simplemente, lo dedujo.

—Cuidado, Hippie. Harás que te maten—, se acercó peligrosamente a su oído y con una de sus manos simuló un arma, ubicó sus dedos en la sien de la muchacha—, tan simple como apretar un gatillo. Cuídate la espalda.

Y se fue.

Cuatro la miró, otra vez esa mirada de advertencia. No dijo nada, sólo la miró, bebió el contenido de su vaso y se levantó ya que un Osado lo necesitaba.

—Vaya... tu tienes instintos suicidas—, Christina rió junto a Al, Will no pudo evitar sonreír pero Tris se mantenía seria.

—Tal vez—, dijo antes de irse.

Tenían el resto del día libre, así que aprovechó para explorar el lugar. Más tarde, pensó para sí, iría a conseguir algo de ropa a su medida, ya que estaba cansada de tener que recoger las mangas de la inmensa chaqueta que usaba, o de tener que acomodar su pantalón en sus muslos debido a lo apretado que le quedaba.

Caminó por los pasillos en completa soledad; la luz era tenue por los escasos bombillos situados en estos pero no llegaban a impedir ver el camino. En frente veía a Uriah acercándose, con una sonrisa.

—Hey.

—Hey—, una sonrisa escapó de sus labios y se acercó al muchacho.

—Lynn, los chicos y yo queríamos dar una vuelta, de hecho, te buscábamos, Hippie. Para darte un tour personalizado—, sonrió Uriah y miró a su nueva... amiga.

—Seguro, me encantaría.

Ellos le mostraban todo aquello que hallaban increíble. Obviamente le explicaron que los pasillos de Osadía eran casi como un laberinto.

—Uriah, creo que deberíamos dejarla ya. Mañana empieza el entrenamiento y por lo que sé... Eric la odia. La aplastará—, dijo una chica, de la cual ya no recordaba el nombre. ¿Lynn? Sí, eso. En verdad se le daban mal los nombres.

—Bueno, de hecho... yo les iba a preguntar si me podrían llevar a buscar ropa. Esta chaqueta es enorme—, rió un poco.

Las chicas que la acompañaban accedieron de inmediato y se ofrecieron para ayudarla a escoger qué usar; Uriah siendo uno de los dos hombres que las acompañaba sólo aceptó sabiendo que solo podría quedarse a mirar y opinar si algo le gustaba o no.

Al final Lynn la convenció de llevarse un short negro y una camisa corta también negra. Ésta era algo destapada, y para sorpresa de todos, Uriah sacó a relucir su lado sobreprotector, insistiendo en que llevara también una chaqueta. Y la verdad es que había olvidado por completo que su objetivo principal era una nueva chaqueta; Uriah entonces le dio la suya, en vista de que su amiga sólo había escogido ropa corta.

—Es tuya....yo- no...-

—Sólo tómala. Tengo muchas más. Además, hiere mi ego, pero te queda mejor a ti.

Finalmente la aceptó, sabiendo que él no cambiaría de parecer. Otra vez con ropa enorme, pensó. Caminaban de regreso a su dormitorio, y a pesar de que ellos ya le habían mostrado los pasillos, aún le parecían muy confusos. Insistió en que la acompañaran al dormitorio.

—¿Sabes, Hippie?—, empezó a hablar ¿Zeke?

Ella lo miró expectante.

—Me caes bien.

—Gracias...

—Te veré luego, pecas—, se despidió Uriah.

Lynn y Zeke se despidieron, también los demás -de quienes ni siquiera sabía el nombre.

Entró al dormitorio y se recostó en su cama, quitando sus botas y la chaqueta de su... amigo.

Sí... mi amigo. Podría decir que sí, tengo un amigo.

Miraba la chaqueta que descansaba en sus piernas, sonrió a causa de sus pensamientos. Eso era... era pura felicidad.

—Pero mira quién apareció. Es un milagro—, rió un poco Al.

—Admito que tuve miedo de que te hubieras perdido—, Christina se rió.

—Saliste sola, ¿con quién te fuiste?—, Tris intervino.

—Oh. Encontré a Uriah y me fui con él y sus amigos.

—Vaya, vaya... Nacidos en Osadía—, Will rió un poco sentándose en su propia cama que, para suerte de ambos, quedaba al lado de la de ella.

—Interesante. A la chica le gusta el peligro. No podemos esperar menos, fue ella quién desafió a Eric en el comedor—, Peter ingresó en la conversación. No lo conocían de nada, solo llevaban conviviendo con él algunas escasas horas, y ya era un maldito fastidio.

Todos bufaron o gruñeron ante su intervención. A excepción de ella.

—Sería más interesante que te metieras en tus asuntos. ¿No crees, Peter?—, escupió su nombre con total desagrado.

Las luces se apagaron, antes de que Peter pudiera responder. Y es que no tenía sentido seguir discutiendo si no se veían las caras.

Ella miró al reloj en su muñeca aprovechando que la poca luz que venía del pasillo iluminaba su zona. Hora de dormir.

Todos se fueron a sus camas, listos para dormir. Al cabo de un rato se escuchan ya algunas respiraciones relajadas, algún ronquido y bastantes sollozos y lloriqueos. Era claro que extrañaban a sus familias, a su hogar.

Pero ella no, no tenía a alguien que valiera la pena extrañar o llorar.

Soy, tal vez, más del tipo malo. Pensó, al darse cuenta de lo poco afectada que se hallaba por su partida del lugar que la había visto crecer.

Y con ese pensamiento cayó plácidamente dormida.

-V 

Bad Guy || Tobias Eaton (1)Where stories live. Discover now