Cap. 7

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Se despertó temprano, una vieja costumbre que había adquirido en Cordialidad. Ya que después de la muerte de su madre, el ser la única mujer en la casa le había caído como un balde de agua helada. Antes tenía que cocinar para ambos, limpiar la casa en donde dormían y recoger los desastres de su alcoholizado padre.

Qué suerte haber escogido Osadía. Mejor aún pasar este día en su nueva facción.

Pero, el hecho de levantarse temprano, era realmente muy temprano. Aparte de tener que cocinar, a veces debía ir a las cosechas temprano en la madrugada. Su reloj biológico ya estaba programado y sería muy difícil arreglarlo.

Se levantó de su cama, sabiendo que por más que lo intentara no lograría volver a dormirse. Cambió su ropa, se puso otro pantalón corto y una camiseta bastante grande, de modo que parecía que sólo usaba la camiseta a modo de vestido. Y sobre ésta se puso la chaqueta de Uriah.

Salió del dormitorio con las botas en sus manos para evitar hacer ruido, estando en el pasillo se las puso y empezó a caminar hacia el comedor. Se tomó su tiempo para llegar allí pues este día en especial la ponía un poco... melancólica.

Y no pudo ignorar el delicioso olor que venía del comedor, era dulce.

Maldito Uriah. Tenías razón.

Entró al gran salón, éste estaba casi vacío de no ser por los pocos miembros de la facción que rondaban el lugar. Algunos solo pasaban el rato, otros hablaban con sus amigos, algunos cuantos tomaban el desayuno. Al fondo de la sala vio a Eric comiendo, acompañado de varios líderes de Osadía.

Caminó y se sirvió algo decente para comer, acompañado de un vaso con agua y un generoso pedazo de pastel. Se sentó en la misma mesa de siempre y empezó a comer. Miró el reloj en su muñeca, vio que ya casi marcaba las cinco de la mañana.

Estaba concentrada en su comida, no tenía mente para nada más aparte de sí misma. Por lo menos no hoy.

Por el rabillo del ojo vio ingresar al lugar a Cuatro. Este caminaba decidido y firme, lo vio tomar una bandeja de comida y girarse para encarar las mesas. Vio cómo dudó para sentarse con los líderes de Osadía. Su mirada bailó en ella unos segundos, la miró jugar un poco con la comida para luego meter un pedazo de pastel a su boca y bajarlo con agua.

Quiso sentarse con ella ya que estaba sola pero al final sólo se sentó en una mesa vacía e hizo todo lo humanamente posible para acabar de comer rápido y poder irse.

( . . . )

Hoy debía luchar nuevamente.

Vaya forma de pasar un cumpleaños. Pensó.

Esta vez tenía que luchar contra Edward. Uno de los mejores iniciados. La iba a destrozar seguramente, pero no era nada nuevo para ella.

Ella peleaba después de Christina. Y por lo que veía no tardaría mucho en subir al cuadrilátero. Eric era el único que miraba la acción en el cuadrilátero, los demás practicaban para sus propias peleas.

Acomodó su cabello en un coleta alta de modo que este no le molestara durante la pelea, quitó sus botas y la chaqueta de Uriah, dejándolas a un lado. Hizo unos estiramientos y empezó a correr por todo el lugar, calentando.

Después de dar alrededor de quince vueltas a todo el lugar, se acercó al saco de boxeo que prácticamente ya tenía su nombre escrito. Tomó agua de la botella que había llevado y la tiró junto a sus botas.

Y empezó a golpearlo. Estaba haciendo lo mismo que la primera vez que tuvo que practicar para una pelea. Desahogarse hasta sentir que sus muñecas y nudillos dolían. Se tomó unos segundos mirando las zonas lastimadas.

Bad Guy || Tobias Eaton (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora