Cap. 11

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—¿En serio?—, jadeó mirando en su dirección—. ¿Seguro eres humana?

Recordó cuando se estaba tatuando la medusa: "¿miedo, iniciado? ", y Uriah negó. Rió un poco y miró al moreno.

—¿Miedo, Cuatro?—, se burló, pero en cuanto vio que su rostro no reflejaba gracia alguna, su pequeña sonrisa se desvaneció—. Oh... le temes a las alturas.

—Todos le temen a algo.

—No creí que tu le temieras a algo—, siguió subiendo, esta vez por un costado de la rueda. Quedando cerca de una cabina. Se sostuvo de las barras metálicas frente a ella, una mano sobre la otra.

Cuatro subió muy a su pesar. Tomando impulso saltó, finalmente quedando a la par de Valentine. Se sostuvo de la misma barra, ni siquiera se fijó en dónde estaban las manos de la muchacha, al apoyarla sobre la barra solo se encontró con la piel cálida de la chica.

Un escalofrío los recorrió a ambos, muy en el fondo eran consientes de que no era a causa del frío, ni del vértigo o el cosquilleo en el estómago al mirar hacia abajo. Lo causaban ellos mismos, en el cuerpo del otro.

Él alzó la mirada, buscando una vía de escape, miró a su alrededor fingiendo buscar al equipo de Eric pero sólo ocultaba sus nervios. Ella alzó su mirada posándola en la cara de él, detalló sus facciones descaradamente, casi deseó volver a tocar su mano para sentir ese cosquilleo nuevamente.

—No está mal—, dijo con un tono desconocido para ella. ¿Acaso eso fue...? Sí, estaba coqueteando, él la miró con un leve sonrojo creciendo en sus mejillas, imperceptible debido a la poca iluminación. Casi celebró en su interior.

—No—, soltó el moreno con desdén aún con los nervios creciendo en su interior.

Con una pequeña sonrisa en sus labios miró hacia el frente, encontrando un edificio alto, en él se veía el brillo producido por la bandera del equipo de Eric.

—Ahí—, soltó la barra metálica y señaló al edificio, Cuatro miró hacia donde ella señalaba, sonrió acto reflejo.

—Bien hecho, Val.

Agradeció a la poca iluminación pues sus mejillas se tornaron completamente rojas.

—Tengo un plan—, dijo mientras empezaban a bajar—, hay que decirle a los demás.

( . . . )

La emoción de las personas en su equipo era palpable, incluso pudo ver a Cuatro sonreír abiertamente, con hoyuelos en las mejillas, dientes y pequeñas arruguitas en las esquinas de sus ojos. Los nacidos en Osadía saltaban, gritaban, aullaban de emoción.

—¡Pecas!—, gritó Uriah corriendo hacia ella—. Hey, ¿vendrás?

Ella caminaba al lado de Cuatro, un poco alejados el uno del otro pero iban a la par, lanzándose miradas cómplices furtivas. Cuatro miró en su dirección, sin parar de caminar, escuchando atentamente todo lo que decían pero disimulándolo con una mirada seria.

—Hey...—, sonrió pasando uno de sus brazos por la espalda de Uriah que caminaba dando saltos alegres—. ¿Ir? ¿A dónde?

—Una especie de ritual de iniciación, al estilo osadía—, Uriah rió pasando su brazo por los hombros de ella; ambos olvidando por completo la pelea con el hombre ebrio y lo lastimada que se encontraba.

Había olvidado el dolor de su cuerpo por completo, sin embargo su tobillo aún le molestaba un poco pero el resto del cuerpo no.

—Seguro.

—Genial. Le diré a los otros—, rió y miró la bandera que ella llevaba en sus manos, la tomó y amarró en el cuello de ella, de modo que le quedaba como una capa—. Que todos vean tu triunfo, pecas.

El muchacho se fue corriendo, aún feliz, aulló de alegría al llegar al lado de Marlene y ella le siguió el gritó.

Cuatro la miró con una ceja levantada y una mirada burlona. No pudo evitar reír fuertemente al verlo. Pensó que por primera vez él aparentaba la edad que tenía, y que no se veía nada mal...

( . . . )

—¿Iremos por el elevador?—, Uriah soltó incrédulo al ver a Zeke oprimir el botón de éste.

—Por supuesto, hermanito—, dijo orgulloso—. ¿Acaso creíste que era tan tonto como para no encender el generador antes de venir?

Uriah pareció pensarlo: —Sí.

El gran grupo de Osados rió a la vez que las puertas se abrían e ingresaban en él. Tris también entró en él. Quien a pesar de vestir de negro y tener un tatuaje visible, no pudo evitar pensar que Tris se veía fuera de lugar. No lucía como una Osada.

—¿Qué planta?

—La cien—, dijo obvia, recostada en el hombro de Uriah.

—¿Cómo lo sabes?

—¿Cómo es que tu no lo sabes?—, soltó socarrona, con una sonrisa plasmada en su cara—. Digo. Estamos en un elevador lleno de Osados, en un edificio de cien plantas... ¿Qué planta podría ser?

Todos rieron. Lynn presionó el botón un poco fastidiada por el comentario de la chica.

( . . . )

Ya habían vuelto a los complejos de Osadía. Uriah hablaba alegremente con Lynn y Marlene, había perdido de vista a Zeke hacía un rato, y ella iba a la par con Tris pero ninguna se dignaba a abrir la boca o de iniciar una conversación.

—Allá está Christina—, señaló y vio a Tris alejarse de inmediato.

Vio a Cuatro con un grupo de hombres, riendo, cerca del Abismo. Él reía tan fuerte que tenía que sostenerse de la barandilla para no caer al vacío.

—Valentine—, la llamó Cuatro, acercándose a ella con una botella en su mano. El olor a alcohol emanaba de él, sintió un escalofrío recorrerla pero no como el de la rueda de la fortuna, no, fue uno de asco, de miedo.

—Cuatro—, dijo seria, tomó los bordes de la bandera que aún colgaba de su cuello, para intentar cubrir el temblor de sus manos—. ¿Qué haces?

—Coqueteo con la muerte—, rió tomando un sorbo de la botella. Al ver que ella ni siquiera se inmutaba, volvió a hablar: —Beber cerca del Abismo.

—Oh...

—Quería felicitarte—, sonrió un poco, soltando un suspiro, el fuerte olor a alcohol sólo logró asquearla aun más—. Fuiste valiente.

—Claro—, y no sabía si era por el estado de embriaguez de Cuatro o el olor que salía de él pero quería irse tan pronto como le fuera posible.

—Deberías ir con tus amigos...—, murmuró él bajando la vista a las pequeñas manos de la castaña, notó el temblor en estas; extrañado volvió a mirarla a los ojos—. No se supone que debas verme así.

—¿Ebrio?—, preguntó evidentemente asqueada.

—Sí, bueno... No. Real, supongo.

Rió volviendo a caminar al borde del Abismo, junto a los otros hombres con los que estaba, entre ellos pudo distinguir a Zeke.

Jamás imaginó que fueran amigos.

—¡Pecas!—, Uriah gritó haciéndole señales para que se acercara—. Te quiero presentar a alguien...

—Hey...

-V

Bad Guy || Tobias Eaton (1)Where stories live. Discover now