Capítulo 16

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ROWDY WILLBURN


—No vamos a limpiar tu mierda siempre.

Omar no está contento con la llamada de sus amigos policías, le dijeron que sorprendieron a Mateo pintando las paredes del centro... Otra vez. Fueron muy claros cuando dijeron que la próxima vez se lo llevarían y lo harían pagar el castigo, no más condescendencia para el artista frustrado.

Mateo hace una mueca de disgusto.

—No es mierda, es arte urbano, entérate —dice.

—Ya, pero no tienes permiso de dibujar tu «arte» en las jodidas calles. Por cosas como esta es que la gente supone cosas de nosotros. Es la última vez que te salvo el culo, no voy a meter en problemas a toda la hermandad por ti, esto no es lo que hacemos y lo sabes. La próxima vez tendrás que ir a la cárcel y sentarte toda la noche en una celda apestosa, a ver si así aprendes y empiezas a crecer.

Mateo le contesta girando los ojos y abre la boca para seguir discutiendo. No hace nada malo, son carteles coloridos con buenos mensajes, algunos inspirados en frases motivadoras, pero no debe hacerlo, de nada sirve, pues al final tenemos que borrarlos si no queremos romper la tregua. No debemos dejar huellas, un cartel fluorescente con la firma de la hermandad no es ser discreto.

Los policías nos ignoran y nos dejan meternos con otras pandillas siempre y cuando no atentemos contra el bienestar de la comunidad. Nosotros les ayudamos a atrapar a los malos, le robamos a los ladrones, a veces para recuperar mercancía y otras veces para donarlo. Por eso no debemos meternos en problemas.

Siguen discutiendo. Omar pierde la paciencia con mucha facilidad cuando no está Kealsey, ella es el antídoto que logra que él hunda los hombros y relaje el entrecejo. Mateo es todo lo contrario, no lo mataría ser un poco más responsable con estos temas, podría ir a un recoveco de la ciudad, pero no, tuvo que ir a hacer arte a la puta plaza principal.

Me desconecto, no pienso escuchar más. En ocasiones se comportan como hermanos peleando por un caramelo, y la verdad es que esta vez no tengo ánimos de hacer de mediador. Omar lo dice porque está molesto, pero de todas formas acabaremos limpiando el desastre, porque debemos estar ahí cuando otro de nosotros nos necesite. Es nuestra ley. Además, Mateo siempre está ahí para todos, podrá comportarse como un adolescente a veces, pero su lealtad es intachable.

Cuando entramos a la casa lo primero que hago es buscarla, sé por las chicas que estarían aquí, luego ella me lo confirmó al despedirse, pero Omar está ahí en medio, así que no puedo ver más allá de su nuca y el tentáculo de tinta que sale de su ropa y roza su oído.

—Yo me encargo —dice y suspira, al tiempo que se acerca a Kealsey.

Solo hay dos chicas en la sala. Frunzo el ceño.

Maldición Willburn © ✔️ (M #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora