Extra | Regina y Tyler

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Cuando la última puerta se cierra y las luces se apagan, compruebo que mi prima esté dormida y salgo de la cama con mucho cuidado. No quiero despertar a Kealsey, la hermandad está planeando un ataque, así que está cansada porque ha pasado horas y horas elaborando el plan, casi no ha dormido y no pienso lidiar con su malhumor. No es como si supiera demasiado acerca de esta nueva aventura, como le llamo yo, ellos no me meten en sus asuntos. Al principio me parecía despiadado, ¿por qué no podía ser parte de eso? Luego, un día, le dispararon a Angel en una pelea, tuve pesadillas durante un mes y me prometí que jamás me involucraría.

De puntitas me dirijo al exterior, una vez en el pasillo puedo dar pasos descuidados. Me duele la cabeza, y eso que no tomé demasiado, no soy tolerante al alcohol. No tengo sueño, hace unas horas Giselle sacó la mierda de mi cuerpo con ese grito, supongo que les pasó a todos. Entonces discutí con Tyler, otra vez. Mi corazón se comprime al recordarlo, sacudo la cabeza para apartarlo de mi mente porque duele.

La oscuridad de la casa me absorbe, conozco cada rincón de este lugar, me gusta venir aquí, a pesar de que papá lo odia. Mi padre ama a Keals, también amaba a su hermano —mi tío —, pero no le agrada que esté con ellos, no tiene nada en contra de los chicos, es más bien por lo que significa que te vean con la pandilla y porque dice que ando en las nubes todos los inicios de semana. La gente te reconoce, a veces esa gente no es buena y pasan cosas, como lo que les pasó a mis tíos.

Una de las reglas para poder visitar a mí prima y a sus amigos es que no me involucren en ninguna movida extraña, otra es que no conviva con personas que no pertenecen al grupo. Podría hacer una lista interminable con los requisitos, pero no le hago caso a la mayoría; papá es muy sobreprotector.

Voy directo a la cocina, me sirvo agua fresca en un vaso y agarro una rebanada de pizza, son las sobras de hace un par de días. Doy un brinquito y me siento en la encimera.

Así me quedo un buen rato, sola en la oscuridad disfrutando de la masa con salsa y queso, los pepperonis los pongo en mi muslo para comérmelos al final.

Estoy ensimismada en mis pensamientos, no me doy cuenta de la presencia que, casi de manera fantasmal, se cuela en la cocina.

—¿No puedes dormir? —Me las arreglo para controlarme cuando lo escucho, sin embargo, mi corazón se dispara y doy un saltito que no puedo disimular—. Yo tampoco.

No le respondo, aprieto el vaso hasta que mis dedos duelen y dejo la vista estancada en el suelo, mientras mastico. Tomo respiraciones profundas en un intento de calmar la necesidad que me embarga, quiero mirarlo.

Actúa como si nada, hace unas horas fui grosera con él, seguro ya lo olvidó. Todo es una broma para Tyler, nada es serio. Eso me frustra en ocasiones, otras creo que es su mejor cualidad.

Hoy no fue un buen día para mí. Tenía un plan, el objetivo era él, y no funcionó. ¡Qué raro! Cuando se trata de él nada funciona, es como si se protegiera con un campo de fuerza. Nada lo perturba, es indiferente, y se esconde en sus bromas para que nadie lo note. Pero yo lo noté y a él no le gusta eso.

Maldición Willburn © ✔️ (M #1)Where stories live. Discover now