Capítulo 7

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Capítulo 7. Mi casi error... o no.

No es un beso dulce.

Mucho menos romántico.

Es un beso demandante, sexy, alocado. Arion sabe como hacer que solo con el simple roce de sus labios sobre los tuyos tu cuerpo entero responda.

Su boca juega, tantea, explora, y yo siento que mi cuerpo entero va a dejar de responder en cualquier momento. Pongo mi mayor esfuerzo en seguir su ritmo, en mover mi boca a la par con la suya.

Noto su lengua en mis labios, pidiendo permiso para entrar.

Mira, que caballeroso.

Sonrio ante mi propia frase ingeniosa sobre los labios de Arion y él aprovecha para que nuestras lenguas tengan contacto.

Siempre he considerado que los besos con lengua deben ser asquerosos y repugnantes, pero ahora que yo estoy compartiendo uno solo puedo pensar en lo electrizante y caliente que es compartir algo tan íntimo con alguien.

Su boca sabe a alcohol y fresa a partes iguales, y siento que eso me embriaga.

No sé en qué momento mis manos han hecho el recorrido hasta su pelo, pero antes de ni siquiera darme cuenta me encuentro acariciándolo como si fuera un peluche. Él gime ante mis caricias y puedo asegurar que su gemido es el sonido más varonil que he escuchado en toda mi corta vida.

Sus labios dejan los míos para recuperar el oxígeno, pero sus manos no me dan descanso. Siento su toque a través de la ropa en mis piernas y después en mi estomago.

No sé que estoy haciendo, ni por que, pero me encanta. Me encanta sentirme de la manera tan electrizante que me siento ahora mismo.

Sus labios vuelven a los míos, esta vez con más pausa, con algo más de delicadeza; lo que me hace perder la cabeza el doble que antes.

Me las ingenio para mover mis piernas y levantar mi torso sin separar nuestros labios para sentarme encima de él.

Su arionconda se siente tan dura contra mi muslo que suelto un grito de sorpresa. Él sonríe sobre mis labios, bajando sus manos hasta mi cola y apretando mis nalgas.

Oh Dios santo que estás allí arriba, mañana juro que iré a Misa.

Sus manos son hábiles y quitan mi camisa ceñida en menos de tres segundos. Sus labios se separan de los míos para observar mi busto y estómago. De repente me siento tremendamente expuesta, tremendamente vulnerable e intento pegarme a él lo más posible para evitar que siga mirando.

No sé cómo, pero él parece leerme la mente y separa su torso del mío: —No se te ocurra volver a hacer eso. Quiero verte, al igual que quiero que tu me veas.

Para ti es fácil, tu torso es casi tan perfecto como el de los Dioses griegos.

Su mirada se vuelve a centrar en mi busto y esta vez no me separo.

¿Qué estoy haciendo? Ni siquiera tengo tiempo para pensar en la pregunta, ya que los labios de Arion viajan a mi cuello y me distraen completamente.

Dios santo, yo no sabía que tan bueno era esto.

Sus labios humedecen, muerden, chupan por cada zona de mi cuello y del lóbulo de mi oreja, y por cada pequeño toque yo gimo y río.

—¿Tienes cosquillas?—Pregunta él.

Yo asiento, tímidamente. Mi cuello es una de mis partes más sensibles. Un simple roce y ya tengo ganas de reírme como retrasada. Risas que me estoy conteniendo por el placer que me provoca su toque.

Mis manos van algo más torpes hacia su camiseta blanca, tratando de quitársela. El se separa de mi cuello para que pueda cumplir mi misión, y yo observo su torso una vez lo consigo.

Tiene tatuajes en las costillas y en el estómago. Mis manos acarician la tinta suavemente, y él tira su cabeza para atrás. Me pregunto si él estará disfrutando de la misma manera que yo lo estoy haciendo.

Mis habilidades son nulas, soy una inexperta al lado de un maestro.

El se incorpora para tumbarme en el sofá. Entonces, la pregunta aparece de nuevo en mi cabeza, ¿Qué estoy haciendo?

Estoy a punto de acostarme con Arion Archibold, con 'Orgullo y Prejuicio' de fondo en el sofá de su salón de juegos.

No suena para nada romántico. Y entonces el pánico y el sentido común vuelven a mi.

Es Arion Archibold, el jugador, el playboy, el rompecorazones. No me quiere, ni siquiera me aprecia. Soy una conquista más en su cama (o más bien, en su sofá).

¿Me vale la pena todo esto por la simple electricidad?

—Arion.—Digo yo. Él no me hace caso. Creo que lo ha confundido con un gemido.—. Arion. ¡Arion!

Él para y me observa. Sus ojos están tan dilatados que apenas distingo el azul cristalino que tanto me gusta.

Trago grueso, y de nuevo vuelvo a dudar entre si de verdad quiero esto o no.

Es demasiado pronto, no estoy preparada.

—No... no puedo hacerlo contigo.

La confusión cruza su mirada, como aquella vez en la limusina. Sus manos están tan pegadas a mi que dudo que me vaya a dejar ir, así que prosigo:

—Soy virgen.

Eso no tenía planeado decirlo, pero sale de mi boca con total naturalidad y rapidez, sin ni siquiera ser procesado por mi cerebro.

Sus ojos se suavizan, al igual que sus manos. Su toque es casi inexistente, y yo lo extraño.

—Quiero que mi primera vez sea especial, con alguien a quien quiera y que por lo menos me tenga un mínimo aprecio. No quiero ser una de esas chicas que pasan por tu cama una noche y a las que después no vuelves a ver.

Su mirada se vuelve comprensiva, pero en dos segundos pasa a ser fría. Fría e inexpresiva.

El robot Arion ha vuelto.

—Yo no te puedo dar más que un buen polvo, Katherine.

—Entonces yo no seré la que esté contigo hoy en tu cama.

Agarre mi camiseta y salgo de esa habitación con tanta rapidez que ni siquiera la tengo totalmente puesta cuando creo visualizar a Aristo en el salón.

Corro hasta la puerta y no miro atrás.

Definitivamente tengo que mantenerme alejada de Arion Archibold.

Definitivamente tengo que mantenerme alejada de Arion Archibold

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Nota de autora: 

Dedicado a mi amiga Marta, que es la que me convenció, empujó e inspiró (inspirar en otro sentido, eh) a escribir esta clase de escenas. ¡Te quiero! <3

Atrevete a EnamorarteWhere stories live. Discover now