Capítulo 9

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Capítulo 9: Estaré bien

Me desperté con un fuerte dolor en la mejilla derecha y una sensación de mojado en la misma.

Abrí mis ojos lentamente, tratando de acostumbrarme a la luz. ¿Desde cuándo me tengo que acostumbrar a la luz en mi habitación?

Visualizo una bolsa de hielo casi derretida al lado mío, justo donde queda mi mejilla. No recuerdo haberme puesto esta bolsa de hielo, ni haberme hecho daño en la mejilla.

Y entonces de repente todo vuelve: recuerdos del momento con Arion, del callejón, de él llevándome hasta su casa, de él suplicando que le perdonara... Todo es borroso y confuso, pero lo tengo clavado en mi mente.

El cuerpo no me tiembla, y me siento mucho menos agitada que ayer. Doy Gracias a la Virgen María por eso.

Observo la habitación en la que estoy: es espaciosa, hay una mesita de noche blanca, un armario que solo tiene libros y una ventana del tamaño de la pared por la cual entra el brillante sol. La cama tiene sábanas blancas y es de tamaño matrimonial.

Me pregunto de quién será este cuarto.

La puerta se abre y Arion entra con una bandeja llena hasta los topes de comida. Se ve perfecto con su pelo desordenado, su cara levemente adormilada y su pijama. Dudo que haya un momento del día en el que Arion Archibold no se vea como la personificación de el mismo dios del infierno.

—He traído el desayuno para que comamos los dos.

Lo dice con delicadeza, casi susurrando. No muestra emoción alguna en sus ojos, pero sus palabras son mucho más suaves. Entonces me doy cuenta de las ojeras en sus ojos y de sus nudillos vendados.

Inconscientemente alargo mi mano hasta donde está la suya, y para mi sorpresa él no me aparta o repudia.

—¿Te hiciste mucho daño?

—No, no fue nada. —Corta la frase aunque sé que hay algo más que decir.

No le presiono, porque de lo poco que he podido aprender de Arion Archibold es que presionarlo no sirve de absolutamente nada. Cuanto más lo presiones para saber algo, más frío e inexpresivo se volverá respecto al tema.

—¿Tú... tú estás bien?

—Estoy bien. Ayer simplemente estaba en shock. —Noto la preocupación en su voz, como si se culpabiliza de lo que me ha pasado—. Tú sabes que no es tu culpa, ¿verdad?

Se muerde el labio, pero no contesta. 

Ahora la preocupada por no hacerle sentir mal soy yo.

—No es tu culpa, ¿vale? No es culpa de nadie más que de ellos. Estoy bien, estoy aquí; y tú me has cuidado y protegido como el buen hombre que eres.

La parte de "buen hombre" me sale antes de poder procesarla correctamente. Cuando estoy cerca de él me vuelvo una persona totalmente impulsiva, y odio ser tan transparente con él cuando él es tan opaco conmigo.

—Un buen hombre no haría las cosas que yo he hecho. —Dice casi en un susurro, como si estuviera confesando en la Iglesia.

—Y un mal hombre no me hubiera salvado de que 4 hombres abusaran de mi.

Él se queda callado, y siento paz en ese silencio.

Soy de la clase de personas que no puede quedarse calladas, que necesita rellenar el silencio para no sentirse incómoda. Pero Arion parece disfrutar de la tranquilidad y la paz que el silencio proporciona, y de alguna manera compartirlo con él hace que el silencio sea menos incómodo.

—¿Comemos?—Pregunto yo, de repente muerta de hambre.

—Comemos—Responde él, con algo que parece una sonrisa en su cara.

—Comemos—Responde él, con algo que parece una sonrisa en su cara

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Nota de autora:

Ya sé que es un capítulo cortito, pero... ¡Sorpresa!

Deslizad hacia abajo y teneis el siguiente capítulo (:

¡Pero no os olvideis de votar y comentar, que si no no volveré a hacer doble capítulo!

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