Capítulo 13

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Sus labios se mueven con furia sobre los míos, y yo simplemente le sigo la corriente.

Me siento eléctrica en estos momentos. Cada toque, cada gemido... todo lo que él me hace sentir es perfecto. Un perfecto desastre que no sé si quiero parar de nuevo.

¿Estoy lista para perder mi virginidad con un chico que sé que no me quiere o aprecia de la manera en la que yo siempre soñé?

La respuesta es bastante confusa en mi mente. Una parte de mi se muere por entregarme a él, por ver hasta dónde puede llegar la electricidad, mientras que la otra me ruega e implora precaución.

La batalla parece terminar cuando mis manos se deslizan por el interior de su camiseta hasta quitarla. 

Estoy lista, me siento lista. Quiero que sea él, quiero sentir la electricidad en su máximo efecto. He esperado y he ignorado la intensidad que me atrae hacia él y siento que ya no puedo esperar más.

Siempre imaginé que perdería mi virginidad en alguna habitación con velas, poca luz y pétalos de rosa por todas partes. Sin embargo, estoy apunto de perder mi virginidad en mi nuevo cuarto, con la cortina transparente que impide la vista dejando entrar totalmente los rayos de luz. Y no cambiaría absolutamente nada de ello, porqué me estoy dejando llevar por lo que siento.

La gente siempre se muestra fría a dejarse llevar por su corazón. Luchan y luchan contra algo que siempre acaba ganando: el amor. Por qué da igual si te resistes, al final acabarás eligiendo el camino de vuelta a tu corazón. 

—¿Estás... estás segura?—Preguntó él. 

Por la manera en la que habla sé que se está esforzando por preguntarme, por hacerme sentir cómoda. 

Y se lo agradezco en sobremanera, porque eso me hace sentir segura sobre lo que estoy apunto de hacer. 

Tiene sus ojos casi negros y la voz es gruesa y profunda. Me siento poderosa por tenerlo así, en mi casa, conmigo. 

Mi respuesta llega en forma de beso apasionado, con mis manos bajando a la cremallera de sus pantalones. Él se levanta de mi torso para que el trabajo sea más sencillo, y por segunda vez en mi vida aprecio su Ariconda con tan solo el boxer.

Me pregunto como cabe todo eso... ahí. 

Sus manos buscan algo en el bolsillo de su pantalón y no sé si horrorizarme porque lleve un condón o si alegrarme de no tener que parar el momento. 

—Siempre tengo uno por costumbre, ya sabes...—En realidad no lo sé, soy virgen imbécil—. ¿Quieres... quieres ponerlo tú? 

Me muestro tímida, pero aun así asiento. 

No he puesto un condón en mi vida, y las pocas clases de educación sexual que nos dieron en la secundaria no te preparan para este momento. Mis manos tiemblan tanto que él se ve obligado a ayudarme a hacerlo.

Lo voy a hacer.

Voy a hacerlo con Arion Archibold. 

¿Cómo ha cambiado mi vida tanto en cuestión de semanas? Él era un completo desconocido, alguien frío y arrogante totalmente lejos de mi alcance. Ahora es un completo desconocido que me atrae y que está a punto de penetrarme y desflorarme. 

—Puede ser que te duela. No dudes en decirme que pare, ¿vale?

No me da tiempo a responder. 

Al mismo tiempo que su miembro llena mi entrada, algo en mi parece romperse. Es un dolor soportable pero molesto. 

He leído sobre cómo es perder la virginidad, sobre lo doloroso que es el momento... Pero nada de eso lo siento yo ahora. Por lo menos no en su plenitud. 

Arion no mueve ni un solo músculo para que me acostumbre a la sensación. De a poco va pasando de punzante a muy soportable, casi placentero. 

Arion mueve su cara a mi cuello y deposita besos para que me relaje: en mi cuello, en mi oreja, en mi nariz, en mi frente... Los besos salen de todas partes y la dulzura con los que los deposita me desconcierta.

Nunca me había imaginado a Arion Archibold como alguien dulce en la cama. Me lo había imaginado como Gigolo: rudo, apasionado, rápido. 

Supongo que todos los días se aprende algo nuevo. 

Muevo las caderas levemente y él gruñe en mi cuello. 

Debe de estar siendo difícil para el contenerse, no moverse ni por casualidad para no hacerme daño. 

Sigue siendo punzante y levemente doloroso, pero el placer es lo que más invade mi mente en estos momentos. Él ha sido respetuoso conmigo y eso solo ha conseguido que me guste más aún de lo que ya me gustaba. 

—¿Quieres... quieres que me mueva? —Su voz es temblorosa y una gota de sudor cae por su frente. Tartamudea la primera palabra por lo que creo que es deseo. 

Asiento con la cabeza y él empieza a moverse dentro de mi, rítmicamente hasta que el dolor es casi imperceptible.

Mi respiración es un desastre, y me alegra que la suya también lo sea. 

Sus besos van por todas partes y mis gemidos llenan la habitación. 

Desconocía poder hacer estos sonidos, y en una situación más normal me avergonzaría de emitirlos. Pero esto es tan genial, tan placentero; que no me importa enseñarlo (aunque sea de manera vergonzosa).

Siento mi vista nublarse y gimo su nombre en su boca. Mis ojos se sienten débiles, al igual que todo mi cuerpo.

—No cierres los ojos.—¿He cerrado los ojos?—. Mírame princesa, mírame mientras te hago llegar.

Esas palabras son lo único que necesito para llegar a la cima. Mi vista se nubla totalmente pero procuro no cerrar los ojos para que él me vea. 

Sus movimientos continúan, haciendo que el placer se extienda y dure más de lo que creía posible.

—Eres hermosa.—Pronuncia él, llegando poco después que yo y mirándome a los ojos.

Y así fue como me entregué a Arion Archibold, en mi cuarto un Sábado por la tarde. 

***

Nota de autora:

¡Hola a todos! Antes de que me maten: ya sé que les dije que actualizaria el Sábado, pero la cosa se complicó y aunque tenia el capítulo hecho no estaba del todo satisfecha con cómo se llevaba a cabo.

De hecho, esta es la tercera versión del capítulo 13, hay otras dos que descarté hace 5 minutos.

Atrevete a EnamorarteOnde histórias criam vida. Descubra agora