Capítulo 13

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JOEL
Estaba en casa tumbado boca abajo en el sofá, viendo en la tele las noticias de última hora. Por suerte no había salido tan lesionado del atentado como otros jóvenes de su instituto que habían cogido esa línea de metro.
Se levantó del sofá de forma costosa, intentando que el dolor del tobillo no aumentara al hacer movimientos bruscos, se estaba convirtiendo en un desafío lo de levantarse, por esa razón Joel trataba de buscar siempre una postura en la que se pudiese tumbar cómodamente sin tener que volver a levantarse o simplemente moverse.
Empezó a soñar el teléfono al mismo tiempo que el timbre de casa mientras Joel cogía las muletas lo más rápido posible, cuando ya las tenía a mano intentó desplazarse hacia al teléfono sin mucho éxito, ya que se le enganchó una muleta en la pata de la silla contra la que normalmente se chocaba su dedo meñique. Intentó insultar a la mesa maldiciendo en voz baja palabras que ni siquiera existían.
Cuando por fin alcanzó a coger el teléfono se movió hacia la puerta pretendiendo no chocar contra nada aunque de nuevo golpeando la otra muleta contra el mueble de la tele, el cual hizo balancear la tele que amenazaba con caerse. A Joel casi le da un infarto al ver que su preciado hobby casi se echa a perder. Después de toda una travesía, abrió la puerta sin esperarse lo que habría al otro lado, Rebeca.
Joel seguía con la boca abierta e incluso juraría que se le estaba cayendo la baba. Observaba fijamente a Rebeca esperando que por lo menos empezase a hablar y se acabara ese momento incómodo que parecía durar horas.
- Hola, tenemos que hablar- estaba cabizbaja, ya no parecía la misma.
Joel se moría por saber qué estaba haciendo ahí.
- Cla..claro- los nervios se apoderaban del joven.
- ¿Puedo pasar o te vas a quedar ahí parado mirándome fijamente como si fuera una rata en un experimento de ciencias?
Joel se apartó de la puerta como acto reflejo, lo que pareció indicarle a Rebeca que podía pasar. Entró en el apartamento en el que vivía el chico, quien estaba temblando como si estuviese en la Antártida en bañador y con chanclas. Las muletas parecían no ayudarle sino lo contrario.
Avanzaron hasta el sillón pero justo antes de llegar, Joel volvió a tropezar con la misma piedra o mejor dicho, a chocar la muleta contra la pata de la mesa de centro, la cual era de mármol. Antes de que pudiera hacer algo para recobrar el equilibrio cayó de boca contra la alfombra. Rebeca se quedó perpleja y fue a ayudarle a levantarse.
- Hay que ver eres un maldito patoso - Rebeca parecía estar molesta pero al mismo tiempo se reía, pero ¿qué era bipolar?
Mientras intentaba ayudar a Joel, el chico no paraba de pensar en lo mal que le caía la chica rubia de ojos claros.
Al fin consiguió levantarse y se fueron a sentar en el sofá, lo que llevaban intentando durante ya cuarto de hora.
- Bueno... ¿que haces aquí? - preguntó temeroso Joel.
- Mi persona me ha empujado a hacer una buena obra y se me ocurrió informar a un adolescente enamoradizo de que la chica que le gusta está ingresada en el hospital - la sonrisa calculadora y forzada con la que lo dijo, delataba las verdaderas intenciones de Rebeca.
- Perdona, ¿ Qu...qué?- el chico de pelo castaño se mostraba demasiado confundido, lo que hizo a Rebeca poner los ojos en blanco y decírselo concretamente y sin tapujos. Al grano.
- Abril está en el hospital, friki- a Joel no le dio tiempo a procesar correctamente la información. Rebeca terminó por explicárselo todo.
Lo que nadie sabía era que las intenciones reales de Rebeca por una vez no trataban de hacer daño a ninguna buena voluntad, eran sinceras. Por una vez solo quería hacer el bien.

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