Capítulo 1

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Hola, os dejo por aquí el primer capítulo... No me enrrollo que ya me llaman a cenar. Disfrutad y recordad llenarme esto de mensajitos a ver si os gusta ejeje. Besos

I

Caminaba, por aquellas aceras de Madrid tan conocidas, ahogando su propia prisa y aferrándose a toda su paciencia ya que debía adaptar sus pasos, normalmente acelerados, al corto trote de su hija.

Mar iba a su lado, aferrada a su mano ya que se había negado a ir en el carrito, asegurando que ya era muy mayor y podía caminar. Cargaba su mochila colorida con imágenes de Iron man, llena de todos los enseres necesarios para pasar la noche fuera de casa y aferraba en su abrazo el peluche de un gatito pardo al que se sujetaba como si su vida dependiese de ello.

Iba callada, apenas pronunciaba palabra más alto que un susurro, con sus enormes ojos castaños escrutando todo cuanto veía y su pequeña mano aferrada a la de su madre, sin llegar a mirarla en ningún momento, sin inmutarse del gesto serio que esta portaba, del suspiro ahogado que se negaba a soltar de entre sus labios y, mucho menos, de cómo miraba el reloj cada dos segundos, con prisa, sin poder hacer nada para acelerar su paseo ya que Mar no podía aguantar un ritmo más acelerado que el que llevaban.

Finalmente, tras un camino que se le hizo eterno, llegaron a aquel parque donde había quedado con Ione, la madrina de la pequeña Mar que, al verla, soltó su mano con prisa, corriendo todo lo rápido que podía, lanzándose a sus brazos chillando de auténtica alegría.

-Maina, maina...- Su vocecita, cargada de alegría por primera vez en días, fue un golpe directo contra su vientre, dibujando una vez más esa máscara de fortaleza e indiferencia que había aprendido a usar los últimos meses, observando cómo su amiga se desvivía mirando a la pequeña a quien ya cargaba entre sus brazos. –Mia maina tengo un datito.

-¿A ver el gatito?- Respondió ella, dedicándole por completo su atención, esperando que Irene llegase a su altura para compartir cuatro palabras de rigor sobre los cuidados que la pequeña necesitaba, a pesar de que no era la primera vez que Ione se la llevaba a pasar la noche con ella. -¿Te lo ha regalado mamá? Es súper bonito.

-Mamá no...- Una vez más, como si el espejismo de alegría momentánea se hubiese esfumado, el rostro dulce e infantil de Mar se cubrió de tristeza, mirando a Ione con sus enormes ojos y apretando con fuerza su peluche entre sus brazos. –Mami... Ella me lo ha galado. Se llama quezito.

Antes de que Ione pudiese responder, Irene carraspeó, mirando a su amiga con el rostro imperturbable, repiqueteando contra el suelo sin darse cuenta debido a sus prisas ya que debía marcharse.

-Lleva todo lo necesario en la mochila.- Su voz escapó de sus labios, seria, mecánica, como si hubiese estudiado sus palabras. –Te he metido pañales por si acaso, la pequeña hace días que los necesita de nuevo por las noches.

-Irene...- Suspiró, notando como Mar escondía su carita en su cuello, haciéndole cosquillas con su aliento. –Sé bien cómo cuidar de ella, no es la primera vez.

-Recuerda...- Continuó, sin Hacer el más mínimo caso a su amiga, con los ojos oscurecidos que marcaban, sin pretenderlo, las pronunciadas ojeras que tenía. –Mañana...

-Ya lo sé Irene.- La cortó, notando como empezaba a enfadarse, recordando por qué últimamente era tan difícil hablar con ella, escondida tras un muro de hormigón impenetrable y negándose a escuchar los consejos que sus amigas tenían, negándose a ver el dolor en el rostro de su propia hija que apenas le dirigía la palabra. –Mañana la llevó a casa de Pablo con Inés.

Durante unos segundos, el silencio bailó entre ellas y pudo ver el dolor agudo reflejado en la mirada castaña de Irene, el mismo dolor que solo podía provocarle el nombre de Inés. No pronunció una sola palabra, con un gesto de su cabeza le dio a entender que se marchaba.

After youWhere stories live. Discover now