Capítulo 14

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Hola! He tardado pero aquí está, el penúltimo capítulo y no, no estoy llorando, solo es agua.

No me enrollo que es tarde,solo digo que se lo dedico a telitalacosa porque sí.

Recordad que los comentarios hacen feliz a una escritora.

XIV

Estaba demasiado nerviosa, aunque intentaba aparentar normalidad sin apenas conseguirlo ya que su pierna parecía tener vida propia, repiqueteando incansable sobre el suelo. Impecablemente vestida con el mejor de sus trajes, había perdido más de dos horas en dejar sus cabellos perfectamente recogidos y su rostro adornado con maquillaje sencillo pero efectivo, camuflando algunas arrugas y los estragos de la falta de sueño... Sus labios color carmín se entre abrieron para que un pequeño suspiro impaciente y cargado de nervios escapara de entre ellos, sonriendo casi sin pretenderlo al notar como Pablo sujetaba con fuerza su mano, obligándola a aterrizar y a mirar a su mejor amigo con sus ojos castaños brillando por su propio nerviosismo, sin encontrar las palabras para expresar sus miedos mientras él simplemente le sonreía, sentado a su lado, entregándole una vez más su apoyo sincero.

-Tranquila ratona...- Susurró, provocándole una risa débil y entre dientes. –Deja de golpear el suelo o harás un agujero con el tacón.

-¿Y si no me cogen?- Respondió ella, clavando su mirada angustiada en el rostro sereno de Pablo y apretando, sin querer, su mano más de la cuenta. –No las tengo todas conmigo Bolchevique... llevo demasiado tiempo metida en política, quizás sea una locura, quizás debemos irnos...

-Te van a coger. –Sentenció de forma rotunda, pasando su brazo por encima de sus hombros mientras ella suspiraba suavemente, clavando su mirada sobre la puerta que los separaba de los despachos donde en breves iba a realizar una entrevista que podía cambiarlo todo para ella. –Y si no lo hacen ellos se lo pierden...

Iba a contestar, con alguna muletilla graciosa que le ayudase a calmar el huracán nervioso alojado en su estómago, cuando la puerta del despacho se abrió y de ella salió una mujer, con una sonrisa conciliadora y su mirada curiosa clavada sobre ella, seguramente preguntándose qué hacía en aquel lugar Inés Arrimadas.

-Señora Arrimadas...- Se dirigió directamente a ella, cortésmente, mientras la veía levantarse y deshacerse de arrugas inexistentes en su pantalón, disimulando así el tembleque nervioso de sus manos. –Puede pasar, el decano la está esperando.

Mirando a Pablo una vez más, este la incitó a entrar asegurándole que no iba a moverse del sitio esperándola, recibiendo como respuesta una nueva sonrisa justo antes de que Inés desapareciese tras aquella puerta donde quizás podía encontrar una alternativa de futuro.

En cuanto se vio sola, volvió a suspirar pausadamente, fijando su mirada en la mesa de caoba que coronaba el despacho mientras un hombre de unos cincuenta años, con el pelo cano y mirada verde, penetrante, abandonaba su lugar tras ella para saludarla, con una sonrisa dulce cubriendo su rostro.

-Señora Arrimadas...- La saludó, extendiendo su mano para que ella la estrechase, indicándole con un gesto que podía tomar asiento frente a él. –Es un placer para mí conocerla personalmente y que haya aceptado venir.

-El placer es mío señor Cerdán.- Respondió suavemente, analizando a conciencia el rostro sereno del decano, sabiendo por la búsqueda exhaustiva que había realizado con Pablo que estaba ante un hombre noble y de principios, que podía confiar en él. –Ya sabe que no tengo experiencia en la enseñanza, se lo comenté cuando hablamos por teléfono...

-Lo sé, no se preocupe ahora por eso. – El señor Cerdán, se incorporó en su asiento, tomando una postura más relajada al leer en el rostro de Inés su nerviosismo, intentando que esta se sintiera a gusto con la conversación en todo momento ya que conocía el pasado de la jerezana y sabía perfectamente que solía tener crisis de ansiedad cuando sentía que no llevaba el control de la situación. –Dígame, tengo curiosidad... ¿Cómo supo que necesitaríamos un nuevo profesor de arqueología romana para el siguiente curso?

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