𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑼𝒏𝒐.

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Capítulo 1.

15 de Julio.

Un día nuevo comenzaba para Luna Valente y ella recordaba los lunes por una frase que su profesor de Filosofía compartió con la clase. Los lunes son el inicio para sonreírle a la semana. Le encantó tanto que literalmente se la pasa sonriendo frustrando de ves en cuando a su amiga Emilia pero contagiando de su alegría a su amiga Nina.

Sin embargo, hoy no solo sonreía por esa frase tan verdadera, había una razón más y esa es verdaderamente emocionante para ella. Tanto que se despertó a las cinco de la madrugada para alistarse y calmar su emoción. ¿Por qué tanta emoción, se preguntarán? Pues bueno, hoy era el tan llegado y esperado día en el que los chicos de intercambio pisaban no solo Cancún, sino también la universidad y su casa.

Sí, su casa.

Luna ese mismo día en el que le dieron la noticia de que cuidaría de un chico proveniente de Italia, llegó a su casa con la pregunta en su cabeza de, ¿En dónde se quedarán esos chicos?, pero así como dio el primer paso, Mónica, su madre, respondió a su pregunta sin que la adulta supiese que su hija la traía en mente. Cariño, el próximo lunes tendremos un invitado especial, así que vete preparando, que ese chico es de Italia y viene de intercambio, e irá a tu misma universidad, ¿no es increíble?. Sí, bastante increíble.

En fin, a la castaña no le llegó a molestar, al contrario, su emoción subió mucho más de lo esperado.

Incluso había cumplido sus pensamientos y había estado investigando algunas cosas sobre Italia, así como algunas palabras claves y claro, ¡una frase de bienvenida!. Sería estupendo y todo saldría bien.

—¡Me voy, mamá! —gritó corriendo hasta la puerta principal— ¡Despide a papá de mi parte! ¡Los amo! —y dicho eso, salió de su casa cerrando sin querer de un portazo. Hizo una mueca mirando la puerta y antes de que su madre saliera a regañarla por su emoción, salió corriendo hasta Tino, su chofer, quien ya la esperaba para arrancar hacia la universidad.

—¡Hola, Luna! —saludó éste apenas entró. Luna lo miró en el retrovisor y sonrió.

—Hola, Tino. ¿Cómo amaneciste?

—Extrañando a Cato. —hizo una mueca, sin dejar de mirar la calle. Después sonrió como si nada, haciendo sonreír a Luna— ¿Qué tal vos? ¿Dormiste bien? ¿Lista para un nuevo lunes?

—Pero por supuesto que sí. Sabes que Luna Valente siempre está lista para lo que sea. ¡Es más! Hoy me levanté a las cinco de la mañana, con eso te digo todo. —rió.

Tino hizo una mueca y arrugó su nariz.

—Pero que flojera, yo a esa hora sigo roncando. ¿Cómo es que tenés tanta energía? Yo a tu edad lo que más quería era dormir.

La mexicana alzó sus delgadas cejas.

—¿Osea que ahora lo que menos te preocupa es dormir?

—¡Pará, ahí! Yo jamás —enfatizó— dije eso, eh. ¡Dormir es vida, muchacha! Vos estás mal de tu cabecita.

Luna rió echando su cabeza hacia atrás. Las platicas con Tino eran de lo mejor y también eso le ayudaba a llegar despierta a la universidad. Tenía con quien platicar de manera sincera y divertida.

—Listo, llegamos señorita energía. Podé bajarse. ¿Llego por vos o preferís irte con Emilia? —dice, mirándola sobre el retrovisor.

—Me voy con Emilia, no te preocupes, Tino. —bajó del auto y antes de cerrar la puerta, lo recordó y gritó espantándolo— ¡Chin, lo había olvidado! ¡Tino! Creo que hoy sí vendrás por mi... —frunce su ceño indecisa— O bueno, no sé. Mejor te llamo una hora antes para que estés listo, ¿va?

El chico de intercambio; lutteoWhere stories live. Discover now