𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑻𝒓𝒆𝒔.

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Capítulo 3.

Tino había llegado por ellos al instante, enarcó una ceja al ver al chico sin camisa y miró pícaro a Luna. Se sonrojó y negó con rapidez.

—No lo malinterpretes.

Tino rió y no dijo más, se concentró en el camino a la mansión y una vez que llegaron, se presentó con Matteo y al igual que Luna, el mayor no dejaba de hablar y hablar sobre anécdotas ocurridas en Argentina con su mejor e inseparable amigo Cato. Matteo miró divertido a la chica a su costado, quien negó y rió por el comportamiento de su chofer.

Una vez que entraron, Matteo se quedó sorprendido por tremenda casa y Luna notó su impresión.

—Creo que terminé viviendo en un hotel de lujo. —mencionó mirando cada rincón de la mansión. Luna sonrió y se colocó delante de el caminando de espaldas. Matteo la miró— Vas a caerte.

—No lo haré. Conozco este lugar desde que me adoptaron. —dijo con simpleza y sonríe, como es de costumbre en ella.

Matteo se quedó en shock y caminó lentamente hasta quedarse estático frente a las escaleras.

¿Aquella chica es adoptada?. Abrió sus ojos como platos y la miró fijamente.

—¿Sos...? —su pregunta quedó al aire cuando unas pisadas se hicieron presente en el salón. Luna al instante subió las escaleras hasta abrazar a los que parecen ser, sus padres.

Matteo no emitió ninguna palabra y se quedó ahí, de pie, observándolos.

"Desde que me adoptaron", esas palabras estaban en su mente mientras veía a aquella pequeña familia abrazarse con mucho amor y cariño. El corazón de Matteo dolió. Dolió porque aquellas personas le recordaban a su familia, sobre todo cuando eran felices y sin rencores.

Bajó la cabeza sin saber que hacer o decir. Se sintió de repente abrumado y pequeño. Nostálgico.

—Mamá, papá, él es Matteo Balsano, el chico de intercambio. —habló Luna sonriente. Miró a su madre, quien le sonreía a Matteo con amabilidad— ¿Recuerdas que me dijiste que firmaste aquella extraña hoja...?

—Sí, por supuesto. —sonrió la señora. Miró nuevamente a el chico italiano y bajó las escaleras con Miguel y su hija a su lado hasta Matteo. Lo miró de arriba hacia abajo y sonrió extrañada al darse cuenta que no traía una camisa puesta, pero no le dio importancia y se presentó— Hola Matteo, soy Mónica, madre de Luna como pudiste escuchar. —rió.

Matteo la miró con una pequeña sonrisa e hizo una leve reverencia como si de una reina se tratase, lo que hizo que Mónica se ganara desde ya su corazón, se notaba un buen chico y no le daba mala vibra.

Buongiorno, mi chiamo Matteo. —sonríe de costado— Es un placer de estar aquí...

Miguel hizo un sonido con su garganta llamando la atención de los tres. Él lo miraba seriamente. Asintió mirando su torso desnudo.

Matteo rascó su nuca al darse cuenta de ese pequeño detalle.

—Miguel, padre de Luna. ¿Se puede saber que le pasó a tu camisa?

Matteo titubeó antes de responder bien y suspiró nervioso, eso no le ocurría comúnmente, pero hoy es un día diferente, en primer lugar, porque no lleva una camisa puesta y en segundo lugar porque es la primera mala impresión que le da al dueño de la casa donde se quedaría por tres meses. Miguel cruzó sus brazos haciendo poner nerviosa a Luna y Mónica le dio un leve golpe en el estómago a su esposo mirándolo con desaprobación.

—Deja de asustar a los amigos de Luna, Miguel.

—¿Qué? Solo quiero saber... —contestó indignado.

El chico de intercambio; lutteoWhere stories live. Discover now