𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑵𝒖𝒆𝒗𝒆.

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Capítulo 9.

Matteo.

Salir de la mansión se escuchaba genial, sobretodo cuando Luna mencionó algo sobre una fiesta.

¿Lo mejor? Es que sería en la playa.

Jamás había ido a una y cuando se lo dije, se puso como loca, literal. Comenzó a hablar mucho y chillar emocionada.

Aunque de cierto modo ya era una costumbre verla así de habladora. ¿Es que esta chica no sabía respirar a la hora de hablar? ¿No conocía las pausas?

Y la pregunta más importante, ¿De dónde mierda saca tanta palabra?. Me causa gracia porque hay veces en las que se traba y ya no sabe qué decir... agregándole que se pone roja y eso la hace ver tierna.

Deberías dejar de pensar en ella y piensa en la otra. Me dijo de repente mi mente haciéndome gruñir.

—Ora tú, ¿todo bien? —la escuché, seguido de su risa a mi lado.

La miré al instante captando esos ojos verdes en mi. Sonrío sin decirle nada y vuelvo mi mirada hacia el frente apreciando de la vista. Caminábamos por la playa, la arena si que es suave bajo mis pies, jamás la había sentido y estoy fascinado, y la brisa del mar por alguna extraña razón me causaba sueño. El viento se volvió fresco y el sol se estaba metiendo, dejando una parte nublado gracias a las nubes que aún habían en el cielo.

Siento un golpe en mi brazo y miro al instante a la chica de baja estatura a mi lado. Tenía su ceño fruncido.

—No me des el avión, Matteo. —dijo, dejándome confundido.

¿Qué carajo quiso decir con eso?

Dejé de caminar sin dejar de mirarla.

—¿Qué? —cuestionó, divertida ante mi mirada confusa. Me recorrió con sus ojos para después mirarme fijamente y echarse a reír.

Eso me sacó una leve sonrisa y entonces se me ocurrió una idea. Relamí mis labios y me acerqué a ella sin borrar mi sonrisa ladina.

Dejó de reír cuando estuve invadiendo su espacio personal y parpadeó sin entender.

—¿Que-é ha-ces? —susurró dando pequeños y torpes pasos hacia atrás.

—Nada malo. —mentí, sí lo era. Al menos para mi relación a distancia, pero no puedo evitarlo, estas ganas de darle un beso me confunden.

Además está hermosa vestida de blanco, hace que su piel resalte al igual que sus ojos por esas sombras oscuras que lleva en ellos.

Dejé de estar en mis pensamientos cuando la escuché suspirar y sentir su respiración en mi cuello haciéndome estremecer. Había dejado de dar pasos hacia atrás y por su baja estatura, su respiración daba directo a mi mentón. Bajé la cabeza para mirarla con una ceja arqueada y lo único que hizo, fue sonreírme nuevamente.

Mi mirada cayó en sus labios, estaban brillantes y supuse que estaban así por el brillo labial. Además, olía delicioso. Lamí mis labios posando ahora mis ojos en los suyos.

Estaba mirándome divertida.

—Yo también sé jugar, ragazzo carino. —murmuró con una sonrisa juguetona. Ahora, no sé si sorprenderme por su actitud o porque acaba de decir dos palabras en italiano.

Ragazzo carino? Davvero? —me alejé unos centímetros de su rostro para reír.

Luna por su parte cruzó sus brazos sonrojada. Parecía una nena pequeña.

Mordí mi labio para no reír más y volví a acercarme a su pequeño cuerpo.

—¿Lo dije mal? —susurra apenada sin mirarme.

El chico de intercambio; lutteoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن