𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑺𝒆𝒊𝒔.

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Capítulo 6.
Maratón 2/3

Matteo siempre tuve en claro una cosa: es muy malo despistándola.

Y ella, Luna, se había dado cuenta cuando lo cachó viéndola detrás de una puerta que, además de ser de cristal, obviamente se veía su cuerpo entero y desde donde ella estaba, podía notar aquellos rulos castaños.

Justamente no para de burlarse de él y su mal despiste.

—No sirves para una misión. —se burló por cuarta vez. El italiano, de brazos cruzados a su lado y de pie, rodó los ojos y por un momento pensó en tirarla a la alberca.

Bueno, no lo pensó.

Lo hizo.

Y la mexicana salió a la superficie con la boca abierta, indignada, sorprendida y, sobre todo, molesta de que Matteo haya hecho aquel acto. ¡No sé lo esperaba! ¿Dónde quedó ese chico callado y cortante de hace unos días? Definitivamente la confianza hace mal.

Talló sus ojos y al abrirlos no dudó en fulminar a Matteo con la mirada.

—¡Pero qué hiciste!

—¿Qué acaso no vez? —ahora fue su turno de burlarse— Creo que te cayó un poco de agua en... todo tu diminuto cuerpo. —sonrió burlón.

Luna chilló golpeando con sus puños el agua haciendo que gotas saltaran y alcanzarán un poco a Matteo.

—Justo ahora me caes mal. —gruñó— ¡Acababa de bañarme! ¡Justo por eso estaba ahí sentada! ¡Para secarme el pelo!

Él soltó una carcajada.

—Ay, Luna. Te dije que no me conoces a la perfección. —sonríe de costado, dándole un aspecto egocéntrico. Miró como nadaba hasta la escalera y salir con su ropa empapada y pegada a su curvilíneo y pequeño cuerpo. Ríe haciendo que ella le soltara un manotazo en el pecho, dejando huella de su mano en el lugar golpeado en su camisa azul marino.

—¡Te detesto!

—Hey, no es mi culpa. Vos me dijiste que podía tomar confianza, ¿no? —sonríe de lado— Entonces no te quejes.

—¡Sí, te lo dije! ¡Pero no para que me aventaras a la maldita alberca, Matteo! —chilló, dando un pisotón al suelo furiosa.

Estaba pasándose de listo y graciosito.

¡Y no le agradaba!

Él volvió a reír una vez más inclinándose hacia adelante y soltando unas carcajadas que se podrían escuchar hasta afuera de la mansión. Luna mordió su labio y sin pensarlo y por venganza, con sus fuerzas, apoyó sus manos en el hombro de Matteo y tiró como pudo su cuerpo hacia la alberca.

Sin embargo, no contó con que él alcanzara a tomarla de la cintura con su brazo para llevársela con él al agua, siendo por segunda vez en el día y sin su consentimiento, que Luna entraba a la alberca.

El chapuzón se escuchó tan fuerte que unas de las empleadas que estaba por ahí, salió a ver qué era lo que sucedía, trató de no reírse al ver a la señorita Luna furiosa tirándole agua con sus manos a el joven italiano y que éste lo único que hacía era "protegerse" de la pequeña fiera frente suyo. Negó y se marchó de ahí con una pequeña sonrisa a seguir con sus deberes.

—¡Me caes mal! —gritó Luna sin parar de tirarle agua— ¡Te detesto! ¡Ya no me hables!

Ay, pero que chica más dramática. Pensó con una sonrisa en sus labios.

¿Valente quería jugar? Bien, él también podría hacerlo. Y mucho mejor.

Aguantó la respiración y bajó al agua hasta tomar con su mano el tobillo de la chica y tirar de el hacia abajo, hundiendo a Luna por unos segundos tomándola por sorpresa.

Por tercera vez.

Matteo salió rápidamente al igual que Luna, sólo que él se estaba divirtiéndose mientras que ella quería echarse a llorar de la frustración. ¡Tenía que dejar de hacer eso! Estaba echándole más sal a la sopa y estaba odiándolo. Matteo talló sus ojos y a los segundos sintió las manos de Luna golpeándolo donde podía.

Vaya, sí se había molestado.

—¡Detente! —chilló, sin dejar de golpearlo... Golpearlo entre comillas porque no le hacían daño sus golpes.

Rodó sus ojos cuando después de varios segundos, ella seguía con lo suyo y al parecer, no iba a parar. Así que tomó las manos de Luna entre las suyas y tiró de ellas hacia su cuerpo sin pensarlo.

Luna dio un respingo cuando de un segundo a otro lo sintió tan cerca suyo. Frunció sus cejas entreabriendo sus labios e inhalando por su boca, tomando y expulsando pequeñas bocadas de aire.

Se hizo un silencio en donde ninguno de los dos habló, simplemente escuchaban sus agitadas respiraciones.

Matteo pasó sus ojos de los párpados cerrados de ella mirando sus pestañas largas cubiertas por capas de rímel, a sus labios, y notó que por alguna razón estos estaban rojos. Lamió los suyos sin apartar la vista de los apetitosos rojizos labios. Tragó saliva queriendo quitar el nudo en su garganta y apretó la quijada, sabiendo que después se arrepentiría de lo que haría a continuación.

Suspiró cerrando sus ojos y se apartó de ella, soltando sus manos.

Luna sintió cómo su corazón se apretó y su pecho dolió, esta vez no fue un golpe que los separó, esta vez había sido él mismo haciéndose a un lado. Un nudo en su garganta creció y apretó sus labios.

Matteo la había rechazado y no sabía por qué. ¿Será fea? No creía eso, Luna sabía cuán bonita es y no solo porque los demás de lo dicen y suelen decirle, sinó porque ella misma se ha visto en un espejo y a aprendido a quererse tal cuál es.

Luna no era esas chicas que se creen una princesa por vivir en una mansión y tener tanto dinero. Es una mimada, ajá. Pero tampoco para exagerar como a conocido en otras ciertas personas. Se viste muy bien, pero no por eso quiere decir que es una creída. Y si lo pensamos bien, ella pasó por mucho, primero su familia muere en un atentado cuando era una niña, frente a sus propios ojos. ¿Qué trauma no sería ese?. Tuvo que ir a terapias de psicología para poder recuperarse o por lo menos, saber controlarse y tener en cuenta que lo que sueña no es nada más que eso; sueños malos, pesadillas que la hacen volver a su pasado.

Ella había sufrido mucho anteriormente, y es por eso que ella es así ahora. Quiere demostrarle a los demás que a pesar de todo lo que sufrió, de lo que perdió y enterró, puede seguir sonriéndole a la vida. Puede dejar su pasado atrás, aunque de vez en cuando lo viva y recuerde, sin embargo, ella a pesar de recordar y sentir dolor en su pecho y ganas de llorar, no hace lo último, en vez de eso recuerda que a su familia le hubiese gustado verla con una sonrisa risueña en sus labios. Y sobre el dolor, el dolor se queda ahí, aunque quiera borrarlo, sea leve o menos a como lo sentía desde un principio de la tragedia, ahí seguirá.

Pero puede ocultarlo con una sonrisa o risa. Porque, a fin de cuentas, muchos hacen eso cuando están tristes y Luna no sería la última en demostrarlo así.

Matteo no se había dado cuenta de la oleada de tristeza que había causado en ella. Lo había hecho sin querer.

No quería lastimarla si es que esto se llegara a salir de control.

No quería lastimarla si es que esto se llegara a salir de control

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Chale, sin palabras:(

Notina, creo que mañana publicaré el que queda de maratón, si es que no lo termino hoy (agréguenle que estoy que muero de sueño y no aguanto más, ah) y pues para recompensar, publico uno más uwu🧡

—Joselin🥀

El chico de intercambio; lutteoOnde histórias criam vida. Descubra agora