𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑫𝒊𝒆𝒄𝒊𝒔𝒆́𝒊𝒔.

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Capítulo 16.

Miró fijamente la puerta. ¿Lo hago o no? Mordió su labio indecisa mientras inhalaba profundamente.

¿Tenía ganas de llegar más allá? sí. Pero también estaba ebria... Al menos no lo suficiente porque era conciente de lo que estaba por hacer.

Al demonio todo. Pensó, abriendo la puerta del cuarto del chico de intercambio que de alguna manera le movió el piso. O en otras palabras y entendibles, se metió en su corazón de manera tan repentina. Y era curioso, jamás le había sucedido algo así.

Su corazón comenzó a latir con desenfreno al verlo ahí, frente a ella, dándole la espalda. Matteo estaba preparándose para dormir.

Se estaba colocando una camisa blanca y alborotó su cabello al terminar seguido de soltar un pesado suspiro. La mexicana no pudo evitar morder su labio y dar lentos pasos hacia él.

Colocó sus manos en su espalda haciéndolo tensar.

—¿Luna...? —preguntó confuso, y al voltear lo primero con lo que se encontró fueron con unos labios, esos de los que poco a poco se había hecho adicto.

Abrió sus ojos lleno de sorpresa y la miró sin alejarla. ¿Qué hacía? Se preguntó, pero dejó de pensar en el momento que ella lo abrazó por su cuello para atraerlo más a su cuerpo y besarlo de mejor manera. Gimió en sus labios y la atrajo a él tomándola por su cintura devolviéndole el intenso beso.

¡Suéltala! Se supone que estás enfadado con ella. Gruñó en su mente mientras fruncía su entrecejo, sin embargo, no se atrevía a apartarla, estaba muy a gusto y sus labios tenían un peculiar sabor a licor. Le gustó.

La ojiverde deshizo el agarre de su cuello, deslizando sus manos por este hasta su pecho y subir nuevamente pero esta vez a sus hombros, dejando sus manos ahí y dando un severo apretón.

Se separó de sus labios con lentitud para tomar un respiro. Abrió sus ojos lentamente y los subió hasta los de él, que se encontraban cerrados. Parecía aturdido. Sonrió de costado coqueta y ladeó su cabeza para volver a besarlo con más lentitud, probando y dando mordiscos suaves a su labio inferior.

Matteo no sabía que hacer. Carajo. Maldijo mentalmente cuando su amigo comenzaba a sentir aquellos sensuales besos. Tragó saliva y sin abrir sus ojos, la apartó suavemente.

—Luna, no podemos hacer esto. —murmuró ronco. La mexicana hizo un puchero y volvió a acercarse a él acariciando su nariz con la suya. Volvió a pasar sus brazos por su cuello.

—Ya no puedo más. —le respondió del mismo modo que él. Matteo, quien había dejado su cintura ceñida por ese vestido caliente, apretó sus manos en puños conteniendose en querer volver a tocarla— Por favor, ¿sí? —hizo nuevamente un puchero, acariciando su labio inferior con el labio superior de él, provocándolo.

—Luna... —se calló. No supo que más decir. Tenía un nudo en su garganta. Su corazón estaba loco. Él estaba loco.

Ni siquiera quería abrir sus ojos y verla. Sabía que caería con solo darle una mirada. Soltó un suspiro.

—Estás ebria. —dijo por fin, aclarando su garganta. Luna parpadeó y negó.

—Te prometo que mañana me acordaré de todo esto. —murmura, sin apartar la mirada de su boca— Jamás me lo perdonaría si llego a olvidarlo. —quitó sus manos de su cuello para tomar las de él y ponerlas en su cintura. Se alzó de puntitas dándole un pico— Por favor.

¿En serio estaba rogándole por acostarse con él? ¿Por qué hacía eso? ¿Cuál era su intención? Negó apretando sus ojos y la abrazó a su pecho, acariciando su cabello castaño atado en una coleta y con su otra mano su espalda. No podía hacerle algo así.

El chico de intercambio; lutteoWhere stories live. Discover now