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Hola! Hola! (人◕ω◕)

Aquí vengo a dejarles con mucho cariño el capítulo de hoy ٩(^ᴗ^)۶

Iba a ser más largo pero tuve que cortarlo para que el siguiente capítulo se pudiera estructurar mejor, así que si el final se siente algo cortado... Perdónenme! (ಥ﹏ಥ)

Sin más que agregar, espero lo disfruten! 

—0—

Atsushi dormía plácidamente en su habitación, acomodado en el suave colchón y abrazando con insistencia una de las almohadas, babeando un poco sobre la blanca tela. El albino murmuraba y sonreía entre sueños, recordando los eventos de días pasados, soñando con un brillante futuro mientras una imperceptible neblina de pensamientos rosados lo envolvía cálidamente. De improvisto, el joven Alfa se vio privado de su descanso al escuchar unos constantes toques en la dura madera de su puerta; Atsushi abrió los ojos con pereza, bostezando y estirándose sobre el colchón como si fuera un felino, levantándose de la cama para ir a atender el llamado de quien sea que estuviera detrás de la puerta.

—Buenos días, joven Atsushi. —Fue el amable saludo del señor Hirotsu, el albino respondió de igual manera, sonriendo como mejor podía en esos momentos. —Lamento incordiarlo tan temprano.

—No se preocupe. —Atsushi esperaba que el cansancio no se le notara tanto en el rostro, pero sus ojos seguían adormilados y deseosos de volver a cerrarse. No deseaba ser grosero con el adulto y pedirle que se fuera, pero realmente ansiaba volver a acostarse en la cama. —De todos modos ya debería estar despierto, aún tengo que ir a despertar a Dazai.

—Bueno, si ese es el caso. —El hombre mayor sacó un pequeño papel doblado de uno de los bolsillos de su chaqueta. El menor sintió una extraña sensación de déjá vu. —No le robaré más minutos de su tiempo.

Le entregó el papel con gesto de complicidad, ambos sabían perfectamente quien era el remitente de aquella misiva. Atsushi acercó la carta a su pecho, sonriendo emocionado.

—Gracias... —Hirotsu sonrió enternecido. No era difícil para él reconocer un rostro enamorado cuando lo tenía enfrente, después de todo no era la primera vez que apreciaba a las emociones del corazón reflejarse en las facciones de un alma ilusionada.

—Una última cosa, joven Atsushi. —El albino lo miró interrogante, el adulto prosiguió. —Me gustaría que le informara al joven Dazai que necesito que me devuelva mi tarjeta de acceso, creo que ya le he permitido jugar bastante con ella y no quisiera que estuviera por ahí usándola irresponsablemente.

Atsushi se contuvo de ocultar su rostro entre sus manos debido al golpe de repentina vergüenza que sintió al escuchar al mayor. Asintió un par de veces antes de despedirse del señor Hirotsu y volver a encerrarse en su habitación, haciendo una rápida nota mental: Ir a reclamarle a Dazai. Se tiró sobre el colchón de nuevo, solo que ahora la sensación de cansancio había desaparecido de su organismo; abrió la pequeña nota, leyendo rápidamente las pocas líneas escritas sobre el blanco papel y que le robaron un par de suspiros vehementes a sus labios.

Tigre:

Te espero a las 11:00 P.M. en el muelle del lago que está cerca del campo de golf.

El albino dio un par de vueltas sobre el colchón, sin poder contener la emoción que bullía en su pecho. Recordó el acuerdo al que ambos habían llegado al finalizar su cita...

—... Y por esa razón Dazai tiene prohibido el acceso a varios restaurantes a los cuales hemos ido todos a pasar un rato en familia, pero ese día fue algo justificado ya que en esa ocasión casi arruina la propuesta de matrimonio de nuestro cuñado Edgar. —Finalizó el albino, contándole a Ryuunosuke varias anécdotas graciosas de su pasado, de su familia y de su vida en general.

MuñecaWhere stories live. Discover now