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Hola! Hola! ٩(^ᴗ^)۶

Como han estado? Pues espero que excelente!!

Lamento haberme tardado en traer la actualización de esta historia (・∩・)les juro que no es adrede

Pero ya estamos aquí y es hora de seguir con el drama! (`∀')Ψ

Espero que disfruten la lectura (づ ̄ ³ ̄)づ

—0—

[Tú decidiste dejarme, yo no lo pude evitar...

Sé que dejaste de amarme... ¡Con eso me vas a matar!

Te quiero mucho, mi vida. Yo no lo pude aceptar, que te hayas ido querido...

¡No te voy a perdonar!]

...

Aquello era algo que ciertamente Mori nunca esperó que le ocurriera nuevamente, al menos no en la vida real puesto que, dentro de su imaginación, el escenario siempre pintaba ser completamente diferente. Habían pasado años, muchos años, largos y tortuosos años en los cuales había estado separado de Yukichi bajo una estricta promesa de no volver a interactuar con él en lo que le restara de existencia a ambos. Al menos ese era el plan inicial cuando el corazón del joven doctor todavía resentía el fresco dolor punzante de la prematura ruptura. El tiempo siempre sana las heridas, era lo que siempre solían repetirle sus allegados y si bien Mori les daba la razón a medias, también era cierto que el tiempo le ayudaba a uno a acostumbrarse a la idea de que algunas cosas terminaban y que no quedaba más remedio que aceptarlo.

Y ahora, no era capaz de recordar con grato gusto la última vez que se quedó totalmente solo con Yukichi. Justo como ahora...

—Es una noche bastante tranquila ¿No lo crees? —Mori fue el primero en tomar la palabra. Ambos se encontraban sentados en aquella enorme mesa circular, completamente solos, sin jóvenes hijos de por medio, amigos inoportunos o comensales a su alrededor.

Chuuya había ganado su molesto berrinche, se había salido con la suya y simplemente desapareció de la vista de Mori hacia quien sabe qué lugar dentro del Resort. Cuando el Beta le preguntó a Ryuunosuke el paradero del pelirrojo, el joven Omega mantenía en su rostro una mueca tan mortificada y martirizada que parecía que hubiese presenciado un asesinato en vivo y en directo por lo que prefirió mandar al joven azabache a su habitación. Mori estaba al tanto de los pequeños roces de hostilidad entre sus hijos, todo ello derivado de la diferencia de ideas entre ambos Omegas, la sobreprotección de Chuuya y el insistente fantasma de una promesa pasada que parecía no darle paz al pelirrojo. De haber sabido que las cosas terminarían de aquella manera Rintarō estaba seguro que hubiera hecho hasta lo imposible para evitar que Ozaki descuidara su delicada salud en pos del pequeño Omega marcado.

"De solo imaginar que terminarías sacrificándote de esa manera, Ozaki, firmando gustosamente aquella condena de muerte y dejando a los niños sin el cuidado ni la tutela de una figura materna... Dejándome a mí todo el trabajo sabiendo que no era capaz de poder hacerlo solo... "

—Te siento bastante pensativo hoy. —Fukuzawa abrió la boca por primera vez desde que aquella incomoda velada dio inicio, cuando ambos comprendieron rápidamente que por esa noche estarían solo ellos dos. —¿Ocurre algo?

El Alfa se arrepintió al instante de haber hecho aquella pregunta, porque Rintarō no tenía la obligación de contarle absolutamente nada, ellos ya no mantenían aquel especial vínculo de antaño, y el albino mayor dudaba profusamente de que el azabache siguiera confiando en él como en sus tiempos de juventud. Mori lo miró largamente, sin una expresión específica en el rostro, simplemente observando las facciones del contrario con sus profundos ojos amatistas; dentro de su cabeza había un torbellino de pensamientos que chocaban violentamente entre sí, por un lado estaba la incertidumbre de la situación de sus hijos, los recuerdos agridulces de su pasado y ahora una extraña emoción que tintineaba en lo profundo de su pecho al sentir la preocupación de Yukichi, por más pequeña que esta fuese.

MuñecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora