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━━━ ❛ VALHALLA XXXVII ❜ ━━━
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—Lo hiciste muy bien, princesita —le digo a Eyra con una brillante sonrisa en mi rostro. Paso mis dedos por su mejilla y le acomodo el cabello, pues estoy de cuclillas frente a ella y quedo perfectamente a su altura—: Estoy muy orgullosa y sé que tu papá precioso también lo estará cuando le digamos cómo me condujiste por el camino —añado para depositar un beso sobre su frente.
Eyra arruga la nariz.
—No hice mucho —se encoge de hombros—. El camino era muy claro.
Es un camino claro pero que, sin embargo, yo no puedo ver. Puede que Eyra tenga la idea de que todo lo que hizo fue darme la mano para ayudarme a pasar el grueso campo que protege la montaña, pero eso es muchísimo. Especialmente porque el aire que envuelve estos dominios me hace sentir enferma, incluso me da la impresión de que Victoria está a punto de vomitar.
El proceso antes de dejar el complejo fue bastante complicado. Todos están atravesando un momento de tensión muy agudo, tanto el equipo que hace el atraco al tiempo como nosotras, que hemos aterrizado en el famoso Monte Alma para revivir a Harper y buscar el collar. El reloj comenzó a correr cuando Amethyst nos transportó desde las instalaciones de los Vengadores en el norte hasta aquí, esta tierra que en un principio parecía un sitio inhóspito y que, ahora, se ha transformado en una idílica concentración de maravillas mágicas. Nosotras apenas somos capaces de percibir todo lo que la montaña trae consigo, pero Eyra, Grant y Edward pueden verlo todo.
Thor estaba asustado hasta la medula, al punto en el que no había querido soltar a Eyra y había tenido que ser ella misma la que le explicara poco a poco que teníamos que hacer esto. Se le llenaron los ojos de lágrimas al rubio que no sabía cómo retener y a regañadientes nos dejó venir, pero sé que esto no le hace mucha gracia.
Yo no me siento así.
Estoy tranquila. El dolor está pero no me agobia, así como también el pánico y la presión. En este momento, todo lo que mi cabeza procesa es que tenemos una misión que cumplir y una profecía que terminar, por lo que no puedo permitirme perder el control. Mi sangre está calmada, no hay ninguna alteración que me diga que el instinto de ira pueda aparecer pronto, y eso me deja respirar tranquila. No estoy experimentando la misma punzada de presión que en el pasado, cuando lo único que hacía era ordenarme no tener miedo porque alguien como yo no podía sentir eso. No. Me he abrazado al miedo y eso es precisamente lo que me permite estar en paz con todo lo demás. Mis pensamientos están serenados, y así soy capaz de actuar mucho mejor, comprender más, y también brindar una mano a quienes me necesitan.
