Epilogue.

3.1K 243 165
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Thor:


El dolor viene en etapas. Uno pensaría que, después de haber experimentado esta misma clase de dolor en el pasado, la sensación puede ser hasta soportable, en cierto punto. Pero no.

No hay nada peor que esto, nada más doloroso que la calma que sigue a la muerte.

Esta es la peor etapa del dolor; la etapa en la que todo está en silencio, la tormenta ha cesado, el océano se ha calmado y el miedo ha terminado. Cuando todo eso pasa, lo único que queda es la vaciedad de la realidad azotando tus huesos. No hay nada más allá de una agonía lacerante, un sentimiento de culpa inconmensurable y una pérdida irrecuperable.

Lo sé, ya he perdido antes. Debería estar acostumbrado e incluso discreído ante el desenlace de este escenario. Debería encontrar paz en el hecho de que pude entonar una despedida, cosa que no pude hacer en el pasado. Debería estar tranquilo sabiendo que el universo está de fiesta, que la guerra ha terminado, las personas han regresado y hemos ganado. Debería tocar la libertad, agradecer el nuevo camino que se traza frente a mí y hacerle frente a esta nueva realidad, estar motivado por la motivación que deja la muerte y apresurarme a cumplir con mi parte del trato. Ya lo sé.

Pero esta es la primera vez en mil años en la que realmente he tenido la oportunidad de sopesar el dolor, de abrazarme a él y sentir el impacto desde el día uno.

Ya había experimentado este tipo de dolor antes, pero esa agonía había sido extrañamente tolerable. Porque sucedió en momentos de alta tensión en los que mi cabeza exigía mantenerse enfocada, mis sentidos demandaban una cantidad de energía y concentración considerable en orden de poder lidiar con lo que se revolvía alrededor de la muerte. Cuando murió mi madre y apenas empezaba la guerra contra los Elfos Oscuros, cuando murió mi padre y Hela regresó, o cuando murieron mi hermano y Heimdall, dándole inicio al debacle al que nos había lanzado Thanos hace cinco años. En esas situaciones fueron mis instintos de lucha y supervivencia los que me mantuvieron andando, los que tampoco me dejaron sopesar la pérdida debidamente.

Y también había algo más, algo que mantuvo equilibrado a mi alrededor para no dejarme perder la concentración.

No la recordaba en ese momento, justo después de que mi madre murió, e incluso acababa de atravesar toda la situación de Jane, los problemas de Halley y la segunda supuesta muerte de Loki cuando sucedió lo de Ultron, pero hubo un tirón. Un ramalazo de intuición que me pidió volver a Asgard, únicamente para acabar en Oquaheim. Todo eso acababa de pasar cuando la encontré de nuevo, y ella terminó por anclarme con éxito y hacerme recuperar el sentido. Después, cuando ocurrió lo de Hela y murió mi padre, ella estuvo ahí. Y cuando Asgard fue destituido, cuando el Ragnarok arrasó con todo, cuando llegó Thanos y asesinó a la mitad de mi gente, cuando ahorcó a Loki y clavó un puñal en el corazón de Heimdall, ella también estuvo ahí. Cuando la mitad del universo desapareció, ella permaneció. Ella siempre estuvo, ella nunca se fue.

disturbia ━ thor odinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora