Quatorze

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El comeback había sido más agotador de lo que pensaban. Se notaba en las bolsas oscuras bajo los ojos de los siete y en las sonrisas incómodas cada vez que el mánager informaba sobre una nueva tarea en la agenda. Ahora, en un vuelo privado hacia Estados Unidos rumbo a presentaciones en programas y alguna que otra premiación, Taehyung, en vez de aprovechar sus adoradas horas de sueño, rebuscaba en su bolso intentando no hacer mucho ruido. A su lado dormía Jimin, abrazado a una sudadera de Yoongi. Su amigo tenía muy mal genio cuando lo despertaban, así que él apenas se movía y maldecía para sus adentros con el chirrido del cierre. Cuando encontró los supresores se incorporó con lentitud.

Mierda. No tenía agua. Tampoco es que pudiera llamar a alguien para pedirla. Alzó la mirada y observó alrededor. Sólo había una oscuridad ligera y el particular murmullo de un grupo de personas durmiendo. Sobre los asientos el resto de los miembros de Bangtan y parte del personal estaban tapados hasta la cabeza e inmóviles.

Bufó molesto y decidió levantarse. Con cuidado se desabrochó el cinturón y caminó hacia el baño con el supresor en mano. Jimin se movió un poco pero no pareció despertar. Abrió la llave y juntó un poco de agua en sus manos antes de beberla para bajar la pastilla que se había metido en la boca. Nadie, reitero, nadie debería probar el agua de un avión.

Cuando se observó en el espejo aun portaba una mueca de disgusto. Se quedó en silencio unos segundos, escudriñando su reflejo. Parecía ser él mismo. Sus rasgos eran iguales y el lunar de su nariz seguía allí. Tenía una barba suave que se afeitaría en una hora y las marcas de cansancio eran tan habituales que no llamaron su atención. Claramente era él. 

Pero no.

Hacía una semana había acabado su primer celo y, aunque no fuera visiblemente evidente, ya no era él mismo. Ahora era un omega, no un beta de veinticinco años. No podía dejar de pensar en todos los giros que había dado su vida en los últimos días. Como el amargo supresor que acababa de tragar y se había vuelto parte de su rutina. ¡Dios! Resultó ser que podía engendrar un niño en su propio cuerpo. ¿Cómo se supera éso?

Suspiró cansado y apoyó las manos sobre el lavabo. Nunca le había gustado la autocompación, mucho menos la idea de sentirse víctima de alguna manera, pero ahora mismo deseaba llorar desesperado y que su mamá lo abrazara porque ésto estaba siendo demasiado para él.

La puerta del pequeño cubículo se abrió antes de que pudiera soltar el segundo suspiro. Se sorprendió al principio, hasta que sintió el aroma de Jungkook incluso antes de verlo, entonces sólo se sintió tenso y ansioso. El alfa ingresó rápido y en silencio, formó una sonrisa apenas verlo y cerró con seguro.

-Hola, hyung- Murmuró.

-¿Qué haces aquí?- Respondió Taehyung en el mismo tono.

-Te extrañaba.

Dicho éso, Jungkook lo abrazó escondiéndose en su cuello. Lo olfateó un poco, incómodo con los supresores de aroma que ahora usaba el castaño y que no le permitían llegar a la dulce manzana que tanto le gustaba. El omega devolvió el gesto con los brazos en torno al torso del menor. Se sintió aliviado cuando el calor del contrario se fusionó con el propio. Y es que habían pasado demasiadas horas separados, pretendiendo que sólo eran compañeros de banda y no que habían compartido un celo, es decir, la cama. Estaba siendo una tortura actuar frente a todo el personal, que ni siquiera sabía de la presentación de Taehyung.

El pelinegro se separó un poco para ver a los ojos del mayor. Sonrió enternecido con el puchero que exponía. Lo besó rápido, apretando sus mejillas con las manos.

-¿Qué ocurre?

Taehyung lo observó en silencio unos segundos. Luego corrió la mirada a un lado y mostró una mueca pensativa. Inhaló el olor del alfa antes de hablar -Si aun fuera beta... Si aun fuera beta, ¿tú me besarías?

Capricho de omega KookVTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon