XIII. Desármame, cómeme, fúmame

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Amor completa - Mon Laferte 

Lali termina de cantar su cuarta canción de la noche y es aplaudida por los comensales. Entre ellos están Maicon, Nicolás y Eugenia que aprovecharon la libertad de la noche para ir a cenar. Ella se despide dejándole dl lugar a otro par de cantantes, saluda a sus músicos y se suma a la mesa con los demás que esperan a que un camarero les alcance el pedido mientras debaten las noticias políticas de Brasil. Lali se sienta entre Eugenia y Maicon, y mira a Nicolás que está en su momento monologuista queriendo explicar una definición universal hasta que su novia lo interrumpe diciendo que todo dejó de ser universal porque existen billones de subjetividades. Rocío abandona su delantal y se sienta con ellos por el placer de escucharlos discutir. Bueno, también porque tiene sed y hambre. Lali le corre una silla y le sirve un vaso de limonada mientras escuchan hablar a Maicon. Cuando finaliza su punto de vista, Eugenia le dice que no entendió ni media palabra desde que empezó a hablar. Lali carcajea y después desvía su mirada al celular que enciende una luz porque le llega un mensaje el cual lee sin abrir la aplicación. Y solo eso le genera una sonrisa poco disimulable.

−¿Quién es? –le pregunta Rocío.

−Nadie –Lali bloquea la pantalla. Rocío le mira con vaso de limonada en mano– ¿Qué? Ay, no era nadie.

−¿Qué pasó? –Eugenia huye de la conversación de los varones y asoma la cabeza por encima del hombro de Lali.

−Recibió un mensaje y no quiere decir quién es.

−Cualquiera. Era Gastón.

−No sonreís así porque te manda un mensaje Gastón –la acusa hasta con los ojos y Lali se muerde la lengua.

−Dale, decinos –Eugenia le pincha la cintura con los dedos– ¿Es quien estoy pensando qué es?

−¿Quién? –es que Rocío se perdió bastantes hilos de la trama. Lali niega, pero Eugenia susurra el nombre del susodicho– ¿En serio estás con él?

−Ay, por favor –achina los ojos y afina un montón la voz– no estoy con nadie. Miren, era de Gastón –muestra el mensaje– ¿Ven? –y se los expone delante de los ojos.

−A ver las otras conversaciones... −pide Eugenia, pero se ríe cuando Lali la mira de reojo rozando el enojo.

−Tampoco está mal que salgas con alguien... –irrumpe Rocío en un pensamiento en voz alta– aunque eso signifique que solo tenga que durar las vacaciones −agrega. Lali la mira y después vuelve a bajar la vista a su celular.

La cena se hace larga y Lali quiere volver a casa porque es tarde y tiene que levantarse temprano. Los demás no tienen pensado salir hasta no repetir el postre del día, así que Rocío regresa al restaurante y hace otro pedido mientras Lali se acerca a saludar a todos con besos. Todavía hay gente en la playa. No en el mar, pero sí sentados en la arena aprovechando las horas, los días, la vida. Saluda a quienes conoce y se queda cinco minutos intercambiando un par de palabras con Gladys y su marido que salieron a caminar. Llega a la posada y choca con Gastón y Lautaro que bajan con el fin de reencontrarse con el resto en el bar porque les avisaron que todavía estA abierto y hay sobras de comida en la mesa. Los saluda y le pide a Gastón que responda que sí en el caso de que las chicas le pregunten si estuvieron hablando vía mensajes. Él no entiende, pero acepta porque lo único que sabe es que siempre tiene que obedecer cuando alguien le pida que mienta. Lali sube el morro despacio para no cansarse. Busca las llaves en el bolsillo del saco a medida que cruza el puente, abre la puerta, enciende la luz general y cierra con pasador. Las ventanas del balcón están abiertas igual que las cortinas, así que las corre para cerrarlas porque no quiere que ningún bicho la intercepte en mitad de la madrugada. Pero se está sacando las ojotas y el short cuando escucha el botón del baño y se queda tiesa mirando la puerta como si pudiese adivinar quién está del otro lado. Tantea con una mano y encuentra el velador que lo desenchufa y lo usa como arma de defensa. Pero antes que pueda gritar quién anda ahí, Peter sale muy pasivo.

MI ÚLTIMA CANCIÓNWhere stories live. Discover now