Parte 8

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No sabía porque estaba nervioso.

El latino se encontraba entre enojado y ansioso. Enojado, porque no sabía porque estaba tan emocionado de esta "cita", y ansioso porque era una cita. Rusia era el sujeto con el que menos pensó involucrarse. Era un poste mamadísimo sin personalidad, además de ser un niño a comparación de él. En cambio, él solo era un viejo país con demasiadas decadencias, depresión y baja autoestima que complementa con sarcasmo.

¿Cómo diablos dos personas así podrían estar juntos?

Rusia era extraño. Sus ojos eran de un violeta intenso, su cabello era entre gris y blanco, su piel era pálida, y al mexicano le daba curiosidad el sabor de esos labios suavemente rosados que destacaban de su rostro. También esas largas pestañas, y esa mandíbula cuadrada que le hacía temblar. Bien, lo aceptaba, el ruso era atractivo, pero, no significaba que fuera para él.

Suspiró molesto, y dejó que el agua se llevara sus pensamientos mientras seguía lavando su cuerpo, esperando que al ruso se le hiciera tarde. Se había levantado 2 horas tarde, y esperaba que, por la gracia de dios, el ruso se distrajera bebiendo vodka, o acariciando gatos en el camino.

Sonrió imaginando al enorme ruso inclinándose para acariciar a un gatito, y después sintió una punzada en el abdomen, cuando le imaginó de nuevo con el torso desnudo. Había estado reprimiendo lo que pasó ese día desde siempre. El ruso besándole desesperadamente, mientras él dejaba que lo desnudara, las frías manos del enorme país lo habían hecho estremecerse como nunca, y eso, por mucho que se esforzara, no podía borrarlo de su memoria.

– Verga, me falta coger. – dijo, tratando de justificar su deseo por el país, mientras mordía su labio. – No quiero al Tripalosky, solo es que no he follado por mucho tiempo.

Gruñó molesto mientras seguía lavando su cuerpo delicadamente, cuidando que nada de mugre u olor extraño estuviera en su piel. Si el ruso lo abrazaba, entonces, no quería que ningún rastro de suciedad pudiera ser notado por él. Y eso últimamente le estaba enojando más. ¿Por qué le importaba? Los rusos estaban locos. Un día eran las personas más serias del mundo, y al otro se la vivían en fiestas. ¿Qué pedo con los rusos? Se preguntaba, tallando aún más su cuerpo.

No los entendía. Imperio Ruso era un hijo de su puta madre, ojalá se haya perdido en el abismo de Mictlán, y este como pendejo dando vueltas como castigo eterno, URSS se había obsesionado con él a un punto enfermizo, y Rusia, Rusia...

Rusia era raro.

Rusia era, raro y a la vez lindo. Era joven, y aun así había logrado ya mucho, era potencia y aun así le dio la mano cuando el gobierno de USA lo quiso derrumbar, Rusia era... extraño, de esos extraños que no sabes si son así para bien o para mal.

Golpeó la pared del baño dañando el mosaico, cuando se dio cuenta que estaba lavando su trasero demasiado. Cuando se dio cuenta que sus manos acariciaban su retaguardia pensando en el ruso. ¿Qué diablos estaba pensando subconscientemente?

"Ese ruso me la pela". Se dijo a si mismo saliendo de la ducha comenzando a secar su cabello, mirándose un momento al espejo. Vio su cuerpo en todo su esplendor, vio un cuerpo tonificado, pero no porque él quisiera, sino, que se había acostumbrado a no comer mucho, aunque su comida fuera reconocida a nivel mundial. Su gobierno estaba en "austeridad", y había pasado hambre por culpa de eso. Podía notar sus músculos, pero también, podía ver esos tatuajes en su piel, las cicatrices de su esclavitud, y las marcas de su corrupción. Lo que más le dolía era ver sus ojos, esos ojos sin luz, esos ojos que ocultan un secreto. Acabó apartando la mirada, molesto de su situación.

– Pinches mexicanos de mierda. – dijo, y eso le dolió. Odiar a su gente no era bueno para su salud. – Primero venden parte de mi cuerpo, después matan a mis estudiantes, ahora, matan a mis mujeres, váyanse a la mierda todos, bola de retrasados. – tuvo que sostenerse el pecho por el dolor. Lagrimeó un poco y limpio dichas lágrimas, estaba acostumbrado.

LAZOSOnde histórias criam vida. Descubra agora