Capítulo 9

1.3K 118 3
                                    

En el fondo, sé que lo que hacemos no está bien. Pero esta noche no me martirizo por ello. Estoy disfrutando de un bonito paseo, y al final las palomitas no han estado para nada rancias. De hecho me han sabido más dulces que nunca.

- Pagaría lo que fuera por saber en que estás pensando. - Dice Christian, guiándome hasta un banco para que tomemos asiento.

- En nada, me estaba acordando de lo que hacíamos por aquí cuando aún no teníamos hijos, y nos quedábamos hasta las tantas sin querer volver a nuestras casas. Las broncas por parte de mi padre eran monumentales. - Me río al recordar aquello.

- Hablas como si aún no fueras joven, y permíteme decirte, estás mucho más guapa que antes, ¿te has hecho algo en el pelo? - No pierde el tiempo en cuanto a halagos.

- Me lo he cortado un poco, antes me empeñaba en tenerlo largo, aunque lo luciese con todas las puntas abiertas, ya sabes, las modas de antes. - No dejo de sonreír en ningún momento.

Estar aquí hoy, con él, me teletransporta al pasado, y en vez de ponerme nostálgica, me hace feliz. Estoy contenta de que nos llevemos bien, y no seamos de esas típicas parejas que en cuanto cortan se llevan como el perro y el gato. Lo hemos pasado muy bien juntos, me lo he pasado bien incluso cuando discutíamos, porque luego las reconciliaciones eran intensas. Sólo de acordarme me tiemblan las piernas. Creo que es porque hace mucho que no tengo...sexo.

- Pues te queda genial, Ana, y el color que llevas ahora, me encanta, solo que has perdido peso, pero no importa, prométeme que estás comiendo bien, y no te diré nada más sobre el tema.

- Estoy comiendo bien, gracias, y te tomo la palabra. - Me permito el lujo de reírme porque sé que no va a hacerlo. - Vamos, no me mires así, sé como eres y no te vas a conformar.

- En serio, has cambiado, pero ya sabes que para mí...- Le interrumpo, no vaya a ser que pasemos del cachondeo a tomárnoslo en serio.

Y lo estamos pasando muy bien esta noche como para que existan reproches. Me gusta estar así con él, me hace acordarme de todo. De los momentos que vivimos juntos, porque antes éramos inseparables, y todo el mundo nos lo decía. Siempre fuimos de esas parejas bonitas, de esas que miras y te preguntas como puede ser todo tan perfecto. Yo le necesitaba a él, y él me necesitaba a mí, era amor de verdad. Y lo que tenemos ahora, no sé que es lo que tenemos ahora, porque es evidente que seguimos teniendo esa complicidad. Nos conocemos el uno al otro, sabemos lo que sentimos, pero ambos nos resistimos por el bien de otros. No sería justo que dejase su vida por mí, si ahora es tan feliz.

- Que...que bonito está el cielo esta noche, ¿tienes hora?, es que apuesto a que no va a tardar nada en surgir el amanecer, y ya sabes lo mucho que me gusta verlo. - Sonrío tímidamente. Tampoco sé si está bien ver amanecer con él, pero es que sin él, no sería tan bonito. De no ser por él, ni si quiera tendría interés por verlo, y estaría en casa con insomnio, dejando pasar las horas.

- Ya casi es la hora, ven, vamos a verlo aquí. - Me agarra de la mano y me obliga a dejar mi asiento.

He estado tan metida en mis pensamientos, que ni me había percatado de que estamos enfrente de la playa. No hay nadie, y el cielo está empezando a clarecer. Sin duda es un momento de esos que nunca olvidaré. Tampoco es que me hayan pasado cosas bonitas últimamente, lo mas bonito que recuerdo son los dibujos de los niños del hospital, y por supuesto el tiempo que he estado bien con mis hijos. Además de todo un pasado con Christian, amándole hasta decir basta. Y ahora le miro y...mejor no digo nada.

- ¿Estas loco?, no me he traído un pañuelo para sentarnos en la arena, y se nos va a meter la arena en los zapatos. - En verdad no me importa eso. Lo que me preocupa es que la playa, y tumbarse en la arena, es acercarse demasiado a la tentación.

- No me seas titismiquis ahora. - Se mete en la arena sin si quiera esperarme. - Al final te lo vas a perder, Anastasia.

- Está bien, espera

Me subo al bordillo, y justo cuando voy a quitarme los zapatos, Christian me atrapa en sus brazos y camina. Sigue estando fuerte, de hecho puede que mas. Dudo que en este tiempo haya dejado de entrenarse un solo día.

Una vez llegamos cerca de la orilla, me deja sobre la arena. Está fría, pero tan limpia que dan ganas de tumbarse por completo sobre ella. Para estas cosas aún me siento como una niña, capaz de hacer cualquier cosa, ahora que nada me lo impide. No lo dudo y me dejo llevar por lo que quiero. Hubo un tiempo en que no lo hice, y casi dejo de vivir. La vida me ha dado una segunda oportunidad, y no voy a dejar de hacer nada. Ya no existen límites. Aunque depende de que cosas...

Christian me mira y toma asiento a mi lado. Me incorporo, le miro, cierro los ojos, y apoyo mi cabeza sobre sus hombros.

- Espero que no te importe, pero si te molesto...- Hago amago de apartarme.

- No, no me molestas. - Me dedica una sonrisa como respuesta. - Por mí como si te duermes, luego te llevo a casa en brazos.

- No me voy a dormir, y mira, ya está empezando.

Ambos nos quedamos cayados mientras el viento sigue soplando con fuerza, mientras la luna se esconde y sale el sol, quedándose un color en el cielo espectacular, y dando la sensación de que todo brilla más que nunca. Porque no importa nada, el tiempo no es un limite, es solo tiempo. Todos los días vuelve a salir el sol...

- Es precioso, lo malo es que no he caído en las nubes que se ven, me da que nos va a llover. - Se levanta Christian apresurado, y se quita la chaqueta para ponérmela.

- Déjalo, y vámonos ya, que no hemos dormido nada en toda la noche.

Me ayuda a levantarme antes de que lo haga yo sola, y sentir de nuevo su roce me provoca muchas cosas, así que me aparto inmediatamente.

Al final la lluvia no perdona, y nos pilla de camino al coche. Nos hemos alejado mas de la cuenta. Por suerte la chaqueta de Christian ha servido para taparnos y hemos corrido más que nunca. Yo he sentido una libertad que no cambiaría este momento por nada.

Llegamos al coche y mientras suena She will be loved the maroon 5, nos encaminamos hasta casa. Ahora ha comenzado otro día, y desgraciadamente nos tenemos que ir.

Ambos salimos del coche, y me acompaña hasta el portal...

- Me lo he pasado muy bien, no quiero que se acabe esta noche. - Me agarra de la mano y se niega a soltarme.

Y estamos a nada de caer. Pero me aparto de sus brazos y abro la puerta de mi portal. Yo tampoco quiero que se acabe esta noche, pero cada uno tenemos nuestra vida...

- ¿ No te puedes quedar más tiempo?, puedo invitarte a un café. - Insiste en que me quede.

- No puedo Christian, pero ha estado muy bien. - Siempre está bien, sí es con él...

- ¿ No hay forma de convencerte? - A insistente no hay quién le gane.

- No, y gracias por esta noche. - Le admiro con mi sonrisa más tierna.

Y que delata mis sentimientos, ¿pero qué importa?

- Gracias Ana, entonces no me dejas otra opción que irme. - Me regala un beso en la mejilla antes de que pueda negarme.

- Gracias a ti, por recordarme lo bonito que es vivir. - Me suelto de su mano y me adentro en casa.

Aún me va el corazón a mil por hora.

Y, ¿Lo siento por todo?....no, esta noche no, esta noche antes que arrepentirme, prefiero arder en el infierno.

MamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora