Capítulo 13

3.1K 180 56
                                    

Llevo un tiempo esperando. No creo que vaya a venir, quizás las decepciones han ganado frente a lo que sentimos. A lo mejor hasta se arrepiente de haberme conocido, supongo que eso es algo que ahora más que nunca me carcome la conciencia. No supe mantenerle cuando le tenía, ahora no tiene ninguna motivación para volver.

–¿Te pongo otra copa? – Dice el camarero, que lleva aguantando mi presencia un periodo largo de tiempo.

– Creo que me voy a ir ya, mi cita no está muy dispuesta esta noche a aparecer por aquí. – Respondo decepcionada, decidida a volver a casa.

Siempre puedo continuar bebiendo en casa, con mi pijama de conejitos, y con la manta puesta. Eso es completamente anti-morbo. Pero es lo más cómodo del mundo. Además, no estoy para pensar ahora mismo en cosas eróticas. Llevo años sin sexo, y me temo que los que le proceden. No me veo capaz de retomar mis capacidades sexuales. Todo murió con la enfermedad. Entonces mi cuerpo empezó a cambiar, y ahora no es que me sienta tan orgullosa tampoco. Hace demasiado tiempo que nadie me toca, y el ultimo beso que me han dado ha sido por una interpretación, aunque me da miedo reconocer en voz alta, que para mí fue tan real como la vida misma.

– Mujer, no te deprimas, eres muy guapa, y estás en la flor de la vida, seguro que encuentras a otro, tengo varios amigos que estarían dispuestos, por si te interesa. – Dice, creo que intentando animarme. Pero no me anima, no quiero hacerlo con cualquiera y menos en estos momentos que mi vida es un tremendo caos.

Claro que tengo ganas de sexo. Es una necesidad que todo ser humano necesita, pero yo me acostumbré a hacerlo con sentimientos. No me gusta hacerlo sin sentimiento. No soy de esas que practican sexo con personas que no conocen, y que a lo mejor se han conocido esa misma noche. Supongo que me he quedado anticuada.

– No soy de esas, tampoco he quedado con mi cita para eso, solo somos buenos amigos, o lo éramos.

Ya no creo que seamos tan amigos. Entiendo que es tarde y le resultara difícil salir a estas horas de la noche porque tiene otras responsabilidades. Pero llevo aquí dos horas y ni si quiera me ha puesto un triste mensaje. Su teléfono no está disponible. No se ha vuelto a conectar desde que me habló para decime que le dejase en paz. Lo mismo eso es lo que quiere ahora, no tenerme cerca, ni como la madre de sus hijos ni como nada. Pero no puedo contarle mi pasado ni las razones por las que le abandoné. Me da mucho miedo confesarle que estaba enferma, y que eso le hubiese guiado a la perdición. Al menos de esta forma ha encontrado a otra, ha tenido otra hija, y es feliz. Así que no sé qué hago aquí metiéndome en su vida de nuevo.

– Vaya, pues es una lástima que no haya venido, si fuese heterosexual yo mismo tendría esa cita contigo, pero me encantan los hombres cielo. – Aclara, como si no se lo hubiese notado durante el rato que llevo aquí. – Pero me caes bien, y por eso a esta copa quedas invitada. – Me sirve otra copa.

Incapaz de volver a casa por lo que siento al haber sido plantada por el que una vez fue el amor de mi vida, tomo asiento y acepto la copa. Total, en casa voy a estar igual de deprimida, y al menos aquí hay alcohol. Sé que no quita las penas, pero te hace olvidar por un momento tus problemas.

– Gracias entonces, eres muy amable, pero después de esta me voy, he pasado aquí muchas horas muertas.

Horas que podría haber estado llorando en la cama, con un buen bote de helado de vainilla, y la tele prendida en Divinity. No hay nada mejor que ver novelas románticas cuando acabas de ser de alguna forma rechazada. Entonces te percatas de que no tienes amor, pero siempre te queda fantasear con que lo tienes.

– Bueno mujer, al final hasta nos hemos hecho amigos, al menos esta noche, has ganado un amigo, y si quieres venir mas veces y contarme lo que sea, ya sabes donde estoy, además, soy el rey del amor y si te quedas, te juro que esta noche te consigo una cita con un pivonazo de tío.

– Gracias, me pasaré alguna vez, pero con respecto a la cita con un pibón, la voy a rechazar, no estoy preparada para el amor. – Me río, ni si quiera me planteo la idea de salir con otro hombre.

– Pues hay uno que ahora mismo está entrando por la puerta, que está para meterle la lengua hasta el esófago, ¿seguro que no te interesa?, podría conseguírtelo, eres un angelito de niña, estoy seguro de que no se va a resistir. – Se ríe, y sin que diga nada, se sale de la barra.

No quiero mirar. No puedo creer que vaya a pedirle a ese tipo que hable conmigo o algo. Yo no estoy preparada, y va a ser un palo lo que venga a continuación.

– Lo siento cariño, ya tiene una cita. – Vuelve con cara de decepción. – Pero seguro que hay más tíos buenos.

– Tranquilo, yo paso de citas. – Levanto mi copa y me la bebo de un trago. – Desisto del amor, de todo lo que le acontece, y de todos los hombres, son todos unos idiotas renegados, que quieren meterla y por eso fingen escucharte. ¡Por no volver a tener sexo en mi puta vida! – Vuelvo a levantar mi copa, y acabo por terminarla.

– Uy nena, pues ese parece quererte mucho, te está desnudando con la mirada. – Se ríe el camarero, y me incita a voltearme.

Pues no entiendo a quién ha visto, porque yo no veo a nadie con semejantes intenciones. Es más, no veo a nadie.

– Espero que haya excepciones Ana, porque no me haría gracia que pensases así de mí. – Dice una voz tremendamente conocida. No puede ser, sí que es él.

– Pero bueno, ¿tú no tenías una cita? – Interfiere el camarero.

– Si, sí que tengo una cita, si es que mi acompañante aún está dispuesta.

Christian me observa de arriba abajo. Después de todo está aquí, pero muy tarde. La idea de que haya venido tarde por haber tenido sexo con su actual pareja me hace tan poca gracia que abandono mi asiento.

– Ya es tarde, y me voy a casa. – Dejo la copa sobre la mesa, dispuesta a irme, y a pasar realmente de los tíos. Algo que incluye pasar también de Christian

– Perdóname por favor, estoy aquí, y no te vas a ir a la cama a no ser que lo hagas conmigo. – Sus palabras me dejan en shock.

Me veo incapacitada como para soltarme del agarre de semejante hombre.

–¿Me estás invitando a irme a la cama contigo?, ¿es que no has tenido suficiente con tu chica? – Me río nerviosa. Creo que no debería haber dicho algo así.

– No me voy a la cama con cualquiera, no soy como los demás

–¿Y entonces porqué me lo estás pidiendo a mí, tan descaradamente?

– Porque con las chicas que me gustan, si que me voy a la cama.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 23, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

MamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora