Capítulo 28: Salvar a la reina.

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Dakota

El miedo me invade por completo, me gustaría tener en este instante la fortaleza de Alan, verme como él, sin temor a la muerte, sin temor al dolor, sin temor a la sangre.

Mis ojos suben hacia el ácido que cuelga de la gran urna de cristal que hay sobre mi cabeza, el cronómetro ya está en marcha, han pasado dos minutos, quedando ocho.

Alan se mantiene frente a mi, inmóvil, con el mentón en alto y una pose arrogante, el machete es firmemente tomado por su puño con fuerza, los doce asesinos nos observan divertidos, saben que el tiempo corre y quieren atacar en el último momento, todos juntos.

Alan no va a conseguirlo.

Quisiera creer en su inteligencia, en su mente brillante, en sus ideas que nunca nos dejaron caer ni en los momentos más críticos cuando éramos niños, siempre nos salíamos con la nuestra, y siempre era gracias a su ingenio. 

Pero sé que esta vez Ra no va a permitir que sea así de ninguna forma, él tiene el dispositivo que controla la urna en su mano, y puede accionarlo en cualquier momento, no habrá manera, de un final feliz.

Y ya no importa, supongo, no importa cuanto duela cuando el ácido se lleve mi piel, no importa lo que pase conmigo después, lo que más me duele, es esta mordaza, lo peor de todo, es tener al amor de vida justo de frente, y no poder decirle cuánto le quiero, cuanto le he extraño.

Cuanta falta me hizo.

Morgan se burló de mí tras la partida de Alan cientos de veces, sacaba el tema cada vez que podía, diciendo que posiblemente ya tendría novia y estaría con otra chica, no sabíamos a ciencia cierta si era verdad lo del centro de salud mental, o no.

Ella siempre me odió porque él sentía algo especial por mi, y yo por él, ella siempre me odió por considerarme más guapa que ella, cuando la verdad es que Morgan a mis ojos siempre fue hermosa, y siempre se lo dije.

Pero su envidia la cegó, y no fue capaz de entender que lo que a Alan y a mí nos unió siendo niños, no tuvo nada que ver con el físico.

Tuvo que ver con nuestras almas.

Solo así podríamos estar aquí ahora, a punto de morir ambos, y felices de estar juntos.

Solo así, podríamos seguir queriéndonos, a pesar de ya no tener corazón.

Alan...

—Vamos, Schizo, el tiempo vuela.—Le provoca Ra, cuyo verdadero nombre es Ramón Artiles, un chico español que vino a vivir a América por los negocios de sus padres, cuyo seudónimo ''Ra'', eligió, por el control que tiene sobre todos estos muchachos enloquecidos. 

El Dios Ra, símbolo de luz solar (envuelto en fuego), dador de vida. 

Dejo mi cabeza apoyarse sobre la madera, es doloroso permanecer así, sudo a mares, a causa del calor.

—¿Schizo? Schiiiizo....—Canturrea Ra divertido.— Vamos, ¿no me digas que ya te has rendido?

Schizo...

''Dakota, quiero contarte un secreto''

''Claro, Alan, puedes contarme lo que quieras''

''Creo que hay un demonio viviendo dentro de mi''

''¿Un demonio? ¿Te refieres a un fantasma malo?''

''Los demonios son peores que los fantasmas malos, Dakota, son como... monstruos, monstruos a los que solo tú puedes oír, sentir, y ver''

''Oh...venga ya, Alan, lo haces para asustarme''

SCHIZOPRENIA✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora