13- Team Lacunza vs Team Reche.

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Bueeeeno pues aquí estamos, capítulo para intentar alegrar el lunes 😅 Podéis especular en los comentarios porque creéis que nuestras protas son como son, y dar vuestras opiniones sobre el nuevo personaje masculino 🤭
Nos leemos!

Alba arrojó el mal karma a un lado y fue en busca de Noemi. Seguro que tenía algo interesante que contarle, además, necesitaba explicarle lo que había pasado con su madre. No entendía que antepusiera todo a su felicidad, no lograba comprenderla y esperaba que la sabia mujer pudiera explicarle los motivos que tenía para tratarla de aquella manera. Su madre, en lugar de estar orgullosa por lo que estaba haciendo, solo se preocupaba por lo que decían de ella en el barrio.
Con esos pensamientos y paso lento, llego hasta el comedor.  Al entrar se encontró con un chico que no conocía. Alto, guapo, de ojos claros, que al verla, le sonrió poniéndose en pie.

- Hola... no nos han presentado.
- Es cierto, soy Alba, la nueva enfermera.
- Carlos, el psicólogo del grupo.
- Ah... encantada.
- Hola Alba cariño, ya os habéis presentado imagino, ¿no?- llego hasta ella Noemi.
- Sí, sí –sonrió esta.
- Toma te he preparado una infusión, para amansar los nervios.
- Si, la verdad que ha sido horrible. ¿Qué es? –le preguntó al ver su vaso.
- Se llama Kinkeliba, te hará bien.
- ¿Qué tal lo llevas? –le preguntó Carlos, dando un sorbo a su infusión mientras la miraba con calma.
- Bueno... han sido tres días muy intensos.
- Ya, es lo normal ahora, hay épocas en las que el trabajo es menor, pero ahora con el buen tiempo hay más movimiento de guerrillas, de refugiados, es uno de los peores momentos. Lo siento, no has ido a elegir el mejor.
- Ya veo –se sentía tranquila con él, mientras bebía a sorbos aquella bebida que entraba por su garganta con un frescor que parecía despejarle hasta el cerebro-. ¿Hace mucho que estás aquí trabajando?
- Hola... vaya quien tenemos aquí –Natalia entro en el comedor en ese momento, y en su voz se pudo percibir su malestar.
- Hola doctora, ¿qué tal?- la saludo distante el psicólogo.
- Muy bien ¿y tú? –miró a Alba, que no dijo nada ni la miró, pero que de golpe había perdido la tranquilidad.
- Aquí hablando con Alba –le sonrió de lado. - Oye Lacunza, ¿cómo es posible que no te hayas dado cuenta de la trampa?, estas perdiendo reflejos ¿eh?aunque claro, en cuanto he visto a Sam lo he comprendido.
- Hoy estás más simpático de lo normal, ¿qué tratas, de impresionarla? –enarcó su ceja mirando a la rubia.
- Por favor doctora... los mortales no somos todos como tú.
- Para mí suerte...voy con Noe, tanta tontería supera mis nervios.

            Entró a la cocina con gesto concentrado y serio. Alba ni siquiera le había saludado, y aunque no quería reconocerlo, aquel descontrol sobre su control le había molestado lo suficiente y así lo vio Noemí.

- Vaya... vaya, no me digas más... encontronazo con el guaperas- le dijo la mujer al verla.
- De verdad el tipo este me supera –entonces oyeron una carcajada de Alba. Giró la cabeza hacia la puerta-. Parece que éste si le gusta... o sea, la simpleza.
- Cuidado, te ha salido tu lado pijo, no vaya a ser que la Reche se dé cuenta y se burle de ti como tú de ella.
- Me ha sacado de los nervios la pijita...  si un día me pierdo en la Selva que no sea con ella.
- ¿Ahora mentirosa?, ¿a quién quieres engañar?, a mí desde luego, no, si lo estás deseando... que nos conocemos –la miraba con una sonrisa.
- Chicas... nos marchamos, Sam se viene conmigo –entró de pronto Carlos.
- Voy a despediros... ¿vienes Natalia?
- No... voy a prepararme algo de comer, estoy muerta de hambre.

            Se quedó sola y comenzó a dar vueltas a la cazuela de barro que Noe tenía puesta en el fuego. No sabía exactamente que le había molestado de todo cuanto había sucedido momentos antes, así que tras un suspiro profundo salió por una pequeña puerta lateral que daba al huerto.

                                      ———————
            En el otro extremo de la aldea la furgoneta de Carlos con los dos hombres y Samantha cruzaba la puerta. Alba suspiró con fuerza y le dijo a Noe:
- No sabía que la inglesa se marchaba ya.
- Ni yo... la verdad que no le debió sentar muy bien lo de anoche.
- ¿El qué?
- Nada... oye... ¿qué te ha parecido Carlos?, majo ¿eh?
- Sí –contestó sin mucho énfasis-. No se lleva muy bien con Natalia por lo que veo.
- Se nota ¿verdad?
- ¿Hay alguien que se lleve bien con ella?
- ¿A parte de mí?, pues me gustaría que tú... Lacunza necesita una amiga y tú necesitas una amiga... estamos en medio de la Selva, tenemos inquietudes cada día, cada noche, ¿no son suficientes ya como para buscar más?
- ¿Tú tienes hijos Noe? –pareció querer omitir la respuesta.
- No, siempre quise pero no pude. Has hablado con tu madre, me lo ha dicho Manu –la miró como esperando que le contara lo que le atormentaba, entendiendo que la conversación sobre la morena había llegado a su punto y final.
- Mi madre no entiende que esté aquí, pertenecemos a la alta sociedad de Madrid, y yo siempre he hecho lo que han querido, no tuve decisiones propias hasta venir aquí, mi madre no lo entiende.
- Imagino... -le dijo con tristeza entrando al comedor.
- El día que yo tenga un hijo, le dejaré ser lo que quiera, lo que sienta en el corazón, no lo que le imponga nadie. Quiero que vivan la vida, algo que yo no he logrado hacer hasta venirme aquí, a miles de kilómetros de distancia.
- Igual el día que seas madre y te preocupes por su salud, su bienestar, su educación, puedas entender que el sentimiento de madre te vuelve egoísta. Yo disfrute poco de ella, pero lo veo en las mujeres africanas que son las menos egoístas del mundo... te digo lo mismo que a Natalia, en lugar de discutir, hablar y demostrar que sois felices aquí, que vuestra vida en este momento es lo que buscáis. Quizá tu madre necesita información de la que en ese mundo de alta sociedad carece, ahora, lo que tengo claro, es que tu madre sabe que eres una hija maravillosa –le dijo con cariño.
- No lo tengo yo tan claro...
- Lo tengo yo con tres días que te tengo aquí...
- Gracias Noe –la abrazó y la mujer entendió la carencia que tenía de cariño. Eso era un punto flaco que como fuera descubierto por cierta doctora, podría hacerle daño-. Gracias por ayudarme tanto.
- No seas tonta.... Oye... ¿puedes hacerme un favor?
- Claro.
- Mira me he quedado corta con las manzanas, quiero hacer pastel, ¿te importa traerme un ekolo lleno?
- Por supuesto –sonrió ella.

África // AlbaliaWhere stories live. Discover now