17- Little lion man.

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        Con la ayuda de todos, aquellas personas fueron subiendo una a una al camión que les llevaría hasta el campo de refugiados, que por muy malo que fuera, siempre sería mejor que estar abandonados a su suerte en la Selva. Cada uno de ellos abrazaba al doctor y las mwasis que les habían salvado la vida antes de partir.
Alba más de una vez tuvo que hacer de tripas corazón para no romper en llanto. No sabía que les esperaba donde iban, pero entendía lo que habían dejado atrás, y lo que era peor, lo que habían perdido emocionalmente. Aquellas personas que subían al camión parecían almas errantes, perdidas en un camino que se les hacía cada vez más tortuoso...una mujer cogió ambas manos de la enfermera mirándola a los ojos y no hicieron falta palabras ni un idioma con el que entenderse, los ojos hablaban el idioma universal del corazón. A la rubia le tembló todo el cuerpo, y Noe que estaba a su lado apoyó su mano sobre su espalda al separarse de aquella mujer y aquellos ojos que agradecían tanta ayuda.
Natalia que estaba al otro lado, la miró y suspiró. Trató de evitar sentir algo que no fuera distancia mientras los niños las saludaban y se despedían de aquellos amigos temporales que habían jugado con ellos. Una vez arriba del camión levantaban las manos agitándolas al viento, con sonrisas que reconfortaban los corazones rotos, hechos trizas, en el momento del adiós. La morena en esos instantes, observando el camión y sin querer a Alba, se dio cuenta de que por mucho que le pesara, sí tenía sentimientos.

- Mbata mwasis mondele –decían desde arriba del camión (adiós mujeres blancas).

- Mbata kamwana –agitaban sus manos también sonriendo con cariño (adiós niños).

Nmaba se despedía orientada por los ladridos de su perro, Ramón ladraba y daba vueltas en el aire como si fuera un patinador sobre hielo dando un doble mortal, Nsona con el pequeño Mbe en brazos y su vendaje despedía a sus hermanos de sangre, los hombres daban al aire el grito ritual de la despedida deseando suerte y Massamba de pie en la puerta del hospital miraba con sus ojos duros la marcha del camión. El lo había vivido y sabía reconocer la rabia en el silencio de los hombres, en la sonrisa repleta de pena de las mujeres. Sassou agitaba la mano mientras lloraba, sabía que su dueño estaría por llegar y no quería separarse de aquellos hombres y mujeres que le habían dado la oportunidad de estar nuevamente viva.

Y con el rostro serio y la sensación de vacío que siempre se les quedaba habló Manu, rompiendo la cubierta de pena que había quedado en el ambiente.

- Creo que tenemos que planificar la salida de mañana, no me gusta dejarlo a la aventura. Noe mientras preparas la cena lo hablamos.

La aludida marcho a preparar la cena ayudada por Nsona. Para todos que el bebé se hubiera quedado con Lula significaba una alegría enorme, y querían hacerle una fiesta de bienvenida para que el niño, afortunado ya de nacimiento, siguiera con su buena suerte.

En el despacho de Manu, Carlos se había sentado junto a la enfermera en las sillas, mientras Natalia lo había hecho en la camilla como buena rebelde, mostrando así su malestar por la presencia del "guapito". Desde esa altura podía observar mejor a su presa, sus movimientos demostraban inquietud, y su mirada fija en su jefe demostraba atención en su trabajo. Quiso pensar que la tensión que notaba en su cuerpo venía dada por su presencia en un lugar estratégico, donde ella podía observar sus movimientos y sin embargo la enfermera no podía controlarla a ella.

- Es un poblado bastante seguro, no hay que cruzar el río e iréis con el camión, solo el camión, nada de la cafetera, no os la dejo en vuestras manos que me la destrozáis- les explicaba el hombre.

- Te quejaras después de que le pongan gomas del pelo a los tubos- intervino la más alta desde la camilla.

- ¿Gomas del pelo? –preguntó el psicólogo sonriendo.

África // AlbaliaWhere stories live. Discover now