Capítulo 2: La vida no es fácil, ¿sabes?

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"Se puede volver adicto a cierta clases detristezas".- Somebody That I Used ToKnow - Gotye ft Kimbra

Salí de la habitación mucho antes que mi compañero se despertara para las clases, además que se había vuelto un tanto desagradable estar en mi propia habitación: el cuarto ya apestaba a cigarro, además que su constante compañía (inconscientemente) se había vuelto molesta.

Mi facultad era la de medicina puesto que luego me especializaría en psiquiatría; aunque un enfermo mental no puede tratar a otro enfermo mental, eso es más que obvio. La carrera era larga y lo más probable es que no lo lograra: aunque tenía la esperanza que mi trastorno se solucionara por sí solo. "Por arte de magia".  Yo padezco Satiriasis

¿Qué rayos es la Satiriasis o Ninfomanía?: Es una persona con adicción total al sexo. Lector ignorante.

Sin embargo decir siempre "oh, tengo un problema y siempre la tengo parada" me parece una expresión muy vulgar, a mí me gusta llamarlo "hambre" a mi necesidad de follar personas.

Abrí mi casillero color marrón opaco, que produjo un sonido infernal en cuanto lo abrí; el interior no era especialmente vivido ni nada fuera de lo común, solamente tenía papeles y cuadernos abarrados dentro de este. Pero en cuanto me di la vuelta me encontré con algo no tan fuera de lo común...no para mí.

"Cez, la vida no es fácil ¿sabes?"

Ahí estaba el casillero de él, de Cez: Yo lo había escrito en su casillero cuando comenzaba a descubrir que  me gustaba con un plumón permanente negro y en letra cursiva para que resaltara a plena vista. Sonreí, ciertamente recordando las muchas veces que lo asustaba saliendo detrás de su casillero o las muchas veces que lo arrinconé en éste, que lo besé, incluso cuando me lo cogí recargado ahí. 

Maldito casillero. Ahora estaba vacío, ocupado por nadie. 

Supongo que lo único que tranquilizaba mi mente era que no le tocarían las mismas clases que a mí ni los mismos edificios es más, ni si quiera me lo encontraría en mi camino: Él estudiaba en otra facultad, ¿qué facultad? Me vale un pepino.

A pesar de que el día había sido largo y crudo, llenas de clases y tareas sin sentido con insoportables profesores que en vez de apoyarte a una vida digna y a alcanzar tus sueños, parecía que querían más bien destrozarlos y machacarlos frente a tú cara, logré sobrevivir.

Miré al cielo que tomaba colores anaranjados y rojizos por el mismo crepúsculo a lo lejos; la mayor parte de los alumnos a estas horas aprovechaban para divertirse o hundirse en libros a estudiar; la verdad era que yo era el alumno que aprovechaba de la tarde-noche para coger como conejo: la mayor parte de la escuela ya había pasado por mi cama y no era algo de lo que me arrepintiera...incluso me hacía sentir mejor saber que más del 70% de los que habían pasado por mi sabanas, había vuelto una segunda o hasta triple vez. 

Creo que el único que no quería que pase por mis sabanas fuera Louis, era demasiado pequeño y delicado como para hacerle eso, digo, no se me antoja.

¿Cómo le habrá ido a Louis?: Seguro hizo muchísimos amigos, hasta pretendientes ha de tener... esa misma delicadeza y ternura que repudiaba tenía cierto en canto. ¿Qué tal si ya tiene novio o novia?: No, no se ve del tipo de persona como yo que de inmediato tome lo que se le ponga enfrente. ¿Y si no había hecho si quiera amigos?: ¡DEJA DE PENSAR EN ÉL, TOBÍAS BENNET!

-¡Agh!- Gemí en voz alta por no poder despejar mi mente del todo de aquel chico castaño, era frustrante y desesperante.

Caminé un poco más, tratando de enfocar mi atención en otra cosa que no fuese Louis. Miré a mi alrededor, notando que comenzaba a llegar a la zona de los dormitorios, había veces en que me confundía de edificio y terminaba preguntándole a alguien en donde se encontraba el mío, después de todos los dormitorios eran todos iguales, todos de un color ocre opaco, con el mismo número de ventas, la misma puerta principal grande de madera y cristal. No había muchos detalles que los diferenciaban. Los primeros dormitorios eran los que más distinguían, puesto que al lado de éste había un enorme gimnasio de techo con convexo y de color rubí. Me gustaba eso, puesto que había un pequeño callejón entre ambos monumentos donde era perfecto para coger.

Enséñame a amar (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora