Capítulo 3: Dolor.

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"El ángel quería volar, 

pero no recordaba que el mismo se había cortado sus alas."  

Narra Louis.

Había despertado media hora después de que le había agradecido a Toby por salvarme de los brabucones. El cuerpo me dolía horrores y sentía que en cualquier momento medio cuerpo se me rompería o algo por el estilo, gracias a que desperté gimiendo de dolor por la falta de adrenalina en el momento, Toby tuvo que salir a la farmacia para comprar pastillas y más alcohol.

-Otras vez lo mismo...- Susurré para mí mismo mientras las lágrimas se me acumulaban fugaces en los ojos del dolor y de frustración.

¡Había huido tantas veces de tantas escuelas para no pasar por el bullying!
¡Había llorado tantas veces por no saber qué hacer conmigo!
Fui realmente un estúpido al pensar que aquí sería diferente...

Con las manos temblorosas palpé mi buro encontrando de inmediato mi cajetilla de cigarrillo encendiendo uno y metiéndomelo en los labios, sollozaba mientras exhalaba e inhalaba el humo de adentro hacia afuera, haciendo que exponencialmente me comenzara a ahogar con mi propia saliva y el amargo sabor del tabaco, no sabía qué hacer, hoy había perdido completamente la esperanza.

Mis manos temblorosas sobre las sabanas comenzaban a palpitarme violentamente y a sudar. El cigarro no me estaba calmado, el cigarro no estaba dándome la tranquilidad que yo deseaba. ¡¿POR QUÉ NO FUNCIONABA?!

-¡Ya no quiero sentir más dolor!- Grité a pleno pulmón no pensando de manera claramente, la cabeza me daba vueltas y unas enormes ganas de vomitar azotaban de manera feroz; me agaché sacando debajo del colchón un cúter recién pulido y de color metálico clavándomelo sobre mi piel de golpe en todo mi brazos, la sangre escurría a chorros sobre el ante brazo y yo parecía poseído cortando y cortando manchando mi propia ropa (ya ensangrentada de por sí) más y más.

-¡Hey, Toby!- Gritó Damián desde afuera, en pánico escondí el cúter ensangrentado de nuevo mientras me envolvía en las cobijas con rapidez entre vendas. - ¿Qué llevas ahí?

-Cosas.- Toby respondió del otro lado de la puerta, mientras yo trataba de ocultar lo que momentos atrás había pasado; me dediqué a escuchar su conversación.

-Pareces preocupado...

La puerta se abrió dejando a Toby a la vista, con su cabello azul marino y sus nublados ojos grisáceos. Cerró la puerta sin contestarle y caminó a mi dirección ignorando completamente mis ojos humedecidos y mi inminente cambio de respiración.

-¿Cómo te sientes, Louis?

-Adolorido, pero mucho mejor.- Contesté mientras le miraba atento sacar varias pastillas, vendas y alcohol de su bolsita blanca con un logotipo de enfermería.

-Ya se te pasará.- Sacó una pastilla junto con una botella de agua entregándomela sin mucha atención.

-¿Puedo preguntarte algo?- Puse la pastilla en la boca sintiendo como pasaba ásperamente entre mi garganta.

-Ya lo hiciste.

-¡Toby, hablo enserio!

-Uy que malhumorado.-Me miró de reojo, sentí el repudio inmediato.- Dime.

-¿Quién es Cez?- Sin embargo no dijo nada, se quedó tan callado como si me no me hubiera escuchado. – Toby.

-¿Para qué carajos quieres saber eso?- Su respuesta fue más bien violenta, si pudiera golpearme seguramente lo hubiera hecho.

-Sólo quiero saber de ti...

-No tienes por qué saber de mí.-Siseo con rencor aun si voltear a verme.- No eres NADIE, para saberlo...

-¿Toby?- Respondí sorprendido de que me hablará de esa forma después de ayudarme y cuidarme en todo este proceso. Tomó una chaqueta marrón tomando sus llaves, no quería estar solo.- ¿¡A dónde vas?!

-Tengo hambre.

-¡Yo puedo hacerte de comer!- No quería estar solo, porque cuando estoy solo me hago preguntas y yo mismo las respondo...

-Eres tan estúpido.- Y cerró de un portazo.

Gemí involuntariamente en pánico, la ansiedad me carcomía poco a poco burlona de mí mismo. No quería estar solo...

-¿Louis?- Tocaron la puerta haciéndome brincar.- Soy Damián, ¿Estás ahí?

No quería abrirle a él, no quería que viera lo estúpido que soy. Pero no quería consumirme yo mismo tampoco.

Narra Toby.

El bar donde me encontraba era realmente extravagante y llamativo, todos tenían colgantes luminiscentes que resaltaban entre toda la oscuridad, de colores como amarillo, naranja o verde. Algunos traían pulseras, collares, labiales, ropa y cabello de ese tipo de color.

La música parecía querer reventar los vidrios del bar a cada sonido, estaba repleto de gente que se subía a las mesas a bailar o a besarse en algún rincón para después ir a follar. Yo me encontraba en la barra de bebidas tomando whisky de un solo trago mientras mi pene se ponía duro bajo mis pantalones; no tenía completa cordura.

-¡Hola guapo!- Gritó una chica sobre el sonido de la música llamando mi completa atención. Era una chica de cabello azabache y grandes ojos marrones, maquillada ligeramente con tonalidades luminiscentes y vestía con short y botas altas.

-Hola, hermosura.

-Te vi muy solo, por eso decidí acercarme a ti lo antes posible.- Se sentó a mi lado con descaró mientras me quitaba la bebida de entre mis manos y se la tomaba de un solo golpe.- Y quien sabe cuándo alguien más venga a ganarme.

-Tienes toda la razón, bonita.- La tomé de la cintura gustoso de su atrevimiento acercándola bruto a mí.

-¿No quieres ir a un lugar más privado?

-Eso me encantaría.- Dije dándole una nalgada mientras caminaba fuera de todo el escándalo.

He de decir que no salía tan fácil de los bares, me hacía del rogar o era directamente yo quien iba de casería sin ningún compromiso; esta noche era la excepción completamente, solo quería un hoyo que follar para poder borrarme de la mente la pregunta de Louis.

Pasó lo que tenía que pasar. 

Enséñame a amar (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora