22. Felix sabe lo que hace

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Esa tarde sólo había cuatro alumnos en la clase de Pociones: Harry, Ernie, Annie y Draco.

-¿Los cuatro son demasiado jóvenes para aparecerse? -sonrió Slughorn-. ¿Todavía no han cumplido los diecisiete? -Los cuatro negaron con la cabeza. Annie sentía extraño ser la única mujer-. Bueno, como hoy somos muy pocos, haremos algo divertido. ¡Cada uno de ustedes preparará algo gracioso!

Annie lo miró interesada.

-¡Excelente idea, señor! -lo aduló Ernie, frotándose las palmas. Malfoy, en cambio, ni siquiera esbozó una sonrisa.

-¿Qué quiere decir con «algo gracioso»? -preguntó Annie.

-Lo que quieran. ¡A ver si me sorprenden! -contestó Slughorn.

Annie abrió su libro de pociones intentando encontrar alguna poción que le interesara realizar. Cuando se disponía a ir por los ingredientes, chocó con Malfoy por accidente.

-Lo siento -se disculpó Annie rápidamente. Malfoy asintió y siguió su camino hasta su caldero. Annie lo observó preocupada. Se veía mucho más pálido y ojeroso, parecía enfermo.

Una hora y media más tarde, Annie revolvía su poción. Le encataba hacer pociones cuando no estaba apresurada.

-Caramba, esto tiene una pinta estupenda -dijo Slughorn una hora y media más tarde, al contemplar el contenido de color amarillo intenso del caldero de Harry-. Es Euforia, ¿verdad? ¿Y qué es ese olor? Hum… Has añadido una ramita de menta, ¿no? Poco ortodoxo, pero qué inspiración, muchacho. Claro, eso contrarrestará los posibles efectos secundarios: tendencia exagerada a cantar y picor en la nariz. De verdad, no sé de dónde sacas estas ideas luminosas, hijo mío, a menos… -Harry empujó
disimuladamente el libro del Príncipe Mestizo con el pie y lo remetió un poco más en su mochila- que sean los genes heredados de tu madre.

-Sí, quizá sea eso -dijo él con alivio.

Ernie, que estaba muy enfurruñado y decidido a eclipsar a Harry por una vez, inventó precipitadamente su propia poción, pero se había cuajado y formaba una especie de puré morado en el fondo de su caldero. Malfoy empezó a recoger sus cosas con cara de pocos amigos, pues Slughorn le concedió un simple «pasable» a su infusión de hipo. Ambos abandonaron el aula en cuanto sonó el timbre.

Annie recogió sus cosas y observó como Harry miraba a slughorn, decidiendo cómo convencerlo.

-Buena suerte -le susurró besando su mejilla y saliendo del aula.

Horas más tarde, mientras Harry y Annie estaban en la sala común, Ron y Hermione aparecieron por el hueco del retrato.

-¡Chicos! -gritó Hermione al pasar por el hueco del retrato-. ¡He aprobado!

-¡Felicidades, Herms! -exclamó Annie abrazándola- ¿y Ron?

-Ha suspendido por muy poco -susurró Hermione, viendo que el aludido entraba en la sala común con aire abatido-. La verdad es que ha tenido muy mala suerte. Ha sido una tontería: el examinador se fijó en que se había dejado media ceja detrás y… ¿Cómo te ha ido con Slughorn? -le preguntó a Harry.

-No ha habido manera -respondió Harry mientras Ron se reunía con ellos-. Mala suerte, amigo, pero la próxima vez aprobarás. Haremos el examen juntos.

-Sí, supongo -refunfuñó-. Pero ¡por media ceja! ¿Qué importa eso?

-Ya, ya -lo consoló Hermione-, han sido muy duros contigo.

Pasaron gran parte de la cena poniendo verde al examinador, y Ron parecía más animado cuando regresaron a la sala común; cambiaron de tema y se pusieron a hablar del problema de Slughorn y su recuerdo.

Annie y el Misterio del PríncipeWo Geschichten leben. Entdecke jetzt