25. Deberían besarse para romper la tensión

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Los días pasaban y Annie y Harry mantenían en secreto el acuerdo con Malfoy. Desde que el rubio dejó de actuar como su padre le había ordenado con ellos, podría decirse que se agradaban. A tal grado de que el azabache y el rubio podían mantener una conversación común y corriente.

-Entonces tienes que reparar el armario evanscente que está en la sala de menesteres, y matar a Dumbledore -recapituló Annie. El rubio asintió.

-Todo esto es una mierda -murmuró Harry. Se talló los ojos por debajo de los lentes. Se veía igual o más cansado que Draco.- Lamento haberte seguido y todo eso.

-Bueno, gracias por admitir que me acosabas.

-¡No era acoso! Sólo recopilaba información -se excusó. Annie y el rubio lo miraron con una ceja alzada- no era acoso.

Annie rió.

-Si, claro -negó Annie. Miró al Slytherin frente a ellos- ¿hay algo en lo que pueda ayudarte? ¿Necesitas ayuda con el armario?

-Pensé que me detendrían de seguir arreglándolo -admitió con precaución. Annie suspiró.

-Lo hemos hablado, y no queremos contarle nada a Dumbledore -dijo Annie- hay.. varias cosas que no me gustan de él. Puedo ayudarte con el armario, pero tú decides si sigues en tu lado o te vienes al nuestro.

Draco los miró y lo sopesó. Le ofrecían ayuda, pero ellos tampoco podían prometerle seguridad para él y sus padres. Todos estaban en riesgo, nadie estaba seguro. Desde que el rubio escuchó las palabras dichas por Annie, quiso disculparse enormemente con ella por todo el daño causado en el pasado. Quería ser libre, tal y como ella había dicho, dejar de ser un títere de su padre. Pudo haber tenido una amistad con la bonita chica, pero lo había arruinado, sólo por seguir a su estúpido padre. Y no quería seguir fingiendo, no más. Para él, ese apoyo emocional que estaban dándole, significaba muchísimo más.

Draco había rechazado la protección de la Orden del Fénix que ambos le habían ofrecido, aunque a espaldas de Dumbledore. Quería ayudar, y si se notaba que se había cambiado de bando, sus padres lo pasarían mal, y él no quería eso. Por lo que Draco decidió que fingiría seguir del lado de Voldemort, a pesar de las protestas de Annie.

-Voy con ustedes. Los ayudaré en lo que pueda -se resignó- no la tendrás fácil, Potter.

-Lo sé.

Annie los miró tener una conversación común y corriente, sin que se arrojaran insultos o se lanzaran hechizos. Les pegó a cada uno en la nuca. Ambos se quejaron.

-¿Y ahora qué? -se quejó Harry adolorido.

-¿No podían hacer esto hace 6 años? -inquirió cruzada de brazos- nos habríamos ahorrado muchas cosas.

-¡Él rechazó mi mano!

-¡Eras un idiota presumido!

-¡No era presumido!

-Mi padre se enterará de esto! -imitó Harry a Draco con voz chillona.

-¡Yo no hablo así! -chilló el rubio.

-¡Los dos son idiotas y se callan! -dijo Annie. Ambos guardaron silencio, retándose con la mirada. La castaña se mordió los labios para evitar decir lo que tanto quería, pero no aguantó- bueeno... podrían besarse para romper la tensión..

-¡Qué!

-¡QUÉ!

Ambos la miraban con incredulidad. Annie soltó una carcajada.

-¡Se supone que soy tu novio! -exclamó Harry indignado.

-Lo sé, pero pagaría por verlos besarse.

Annie y el Misterio del PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora