VIII

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Capítulo 8. Sinceridad.

—¡Hermione! ¡Despierta de una vez!— oh no, de nuevo Pansy trataba de despertarme a gritos.

—Merlín, Pansy, ¿Qué forma de dar los buenos días es esa?

—¡He mandado a Mika a despertarte y no ha podido! No hay otra forma de levantarte— la escuché atenta mientras juntaba fuerzas para conseguir levantarme.

—¿Mika?

—¡Oh sí! No te lo he mencionado, madre te ha asignado una elfina, su nombre es Mika.

—Estoy totalmente en contra del uso de elfos domésticos, son esclavizados sin piedad.

—Sí, lo sé, Draco varias veces se burló de tu "pedo"— rió al decirlo.

—¡Es P.E.D.D.O.!

—Lo que sea— me estiré bajo su atenta mirada— colócate algo decente, vamos tarde.

—¿A dónde?

—Casa de Draco, ¿No te avisé?

—No puede ser ¿Él de nuevo? ¡Me has hecho convivir con Malfoy tres días seguidos! Ha sido suficiente, Pansy.— de nuevo se rió y se fue— ¡Pansy Parkinson! ¡No puedes dejarme hablando sola!— escuché su risa algo lejana— ¡Sé que me escuchas! ¡Vuelve aquí!

Bufé. ¿Malfoy de nuevo? ¿Por qué no podíamos simplemente quedarnos en casa un día a conocernos?

•••

—Bien, ¿Al menos puedes decirme a qué vinimos?

—Merlín Hermione, solo... ¡Draco!—Pansy lo abrazó en cuanto salimos de la chimenea — ¡Narcissa!— mientras ella hablaba con ambos no pude evitar observar el lugar, era exactamente igual a como lo recordaba, solo que esta vez ella ya no estaba torturándome, pero se sentía como si lo hiciera.

—¿Hermione? ¿Me estás escuchando?

—No, lo siento Pansy, ¿Qué has dicho?

—Olvídalo, bueno, Hermione, ella es Narcissa

—Eres tan parecida a tu madre, cariño— la señora Malfoy me abrazó y yo solo me removí incómoda, es decir, no la conocía y ella estaba tomando una confianza que yo no le estaba dando.—supongo que Pansy ya te comentó por qué estás aquí, va a ser un baile magnífico, te lo prometo.— miré a mi hermana sin entender qué pasaba.— Draco, muéstrale el jardín a Hermione, Pansy y yo tenemos que hablar de algo.

Malfoy se acercó a mí y con la cabeza me invitó a seguirlo, no quería hacerlo, pero esa casa ya estaba asfixiándome.

—No tienes que hacerlo, Malfoy, puedes dejarme afuera, estaré bien.

—No lo parece, Parkinson, tienes cara de estar a punto de vomitar.

—Sí... Bueno, no es como que tu casa sea un lugar de recuerdos felices— desde atrás pude ver cómo cuadraba los hombros en una clara señal de incomodidad— no trataba de ofender.

—No, lo entiendo, tampoco es un lugar agradable para mí— lo seguí en silencio— ¿Aún lo tienes?— de inmediato comprendí.

—El maquillaje muggle hace magia— dije subiendo la manga de mi blusa, era cierto, el maquillaje hacía que pareciera que no había nada ahí.

—En ocasiones me sorprenden los muggles— suspiró— lo malo es que...— arremangó su camisa— aunque yo la quiera maquillar, ya todo el mundo sabe que está allí.— noté el dolor en su voz al ver la marca, pero él tenía razón, hiciera lo que hiciera su pasado iba a perseguirlo siempre.— Lo siento, Parkinson.

Pureza de sangre.Kde žijí příběhy. Začni objevovat