Capítulo 12

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—¡Nos vamos a casar!—Anunció Sierra, emocionada

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—¡Nos vamos a casar!—Anunció Sierra, emocionada. Sus ojos destellaban felicidad y alegría y una sonrisa de oreja a oreja acompañaba a su rostro y el de su prometido.

Estos se dieron un abrazo.

Comenzamos a felicitarlos, uno por uno.

Finalmente tuve ese sentimiento de familia por el que creía, mi madre había regresado en su búsqueda.
Por primera vez sentía que estaba incluida en los planes, que me tomaban en cuenta para formar algo tan grande como lo era una boda y concebir matrimonio con el que se supone que es, el amor de tu vida.

Le di un abrazo a mi hermano mayor y a su futura esposa.

Cole, a pesar de la resaca, tenía una sonrisa ladeada y parecía feliz. Quise retratarlo porque nunca había estado tantos segundos sin ponerse de malhumor.

Jack, por otro lado, mantenía sus dientes a la vista y las cejas elevadas mientras aplaudía para que todos supiera lo orgulloso que estaba de su primer hijo. Del que por lo menos, se asimilaba a su idea de familia.
Con metas y logros.
Poco comparado a Cole a mí, que el pecoso llevaba dos años recursando el mismo grado y yo con suerte no me quitaba la vida de lo fracasada que era.

(...)

Toda la tarde nos la pasamos charlando con mi familia acerca de la boda. Faltaba mucho, pero a la vez nada. En un abrir y cerrar de ojos ya estaríamos de pie esperando el sí de Caleb.

El tiempo se pasaba demasiado rápido. Era increíble pensar que hace unos meses estaba conviviendo solo con mi madre y Tom, su pareja. En un suspiro dos hermanos surgieron y una reconciliación de padres también.
Hace unos meses mantenía una relación de años, en un pestañeo me quedé sola y en dos, conocí a un muchacho fantástico con el que aún no éramos nada, pero teníamos potencial a serlo.

—Mamá—Pronuncié mientras me ocupaba de cortar las zanahorias. Jane revolvía la pasta a unos metros de mí. Ambas concentradas en nuestra tarea.—, que loco todo esto. ¿No extrañas a Tom?.

Tom era a quien yo consideraba mi verdadero padre. Gracias a él mi adolescencia fue más llevadera al tener su imagen y adoptarla como fraterna —aunque sabía que no era así— pero con él había entablado una relación de amistad tan fuerte que lamentaba cada día el porqué mi madre lo dejó. El hombre tenía un corazón puro. Realmente puro. Trabajaba de manager en uno de los equipos de beisbol de la ciudad. Tenía una sana obsesión con su cuerpo ya que desde siempre le gustó verse impecable y no tenía una masculinidad frágil como la de Jack para admitirlo.
Él fue quien me inculcó el amor por el boxeo. Solía acompañarme al gimnasio de pequeña y enseñarme tácticas que me servirían si en un futuro alguien buscara aprovecharse de mí.

𝐁𝐑𝐎𝐓𝐇𝐄𝐑 ✔Where stories live. Discover now