Capítulo 22

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—Gracias

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—Gracias. En serio, gracias por haberlo hecho.—Les agradecí a mis dos amigos, mientras los abrazaba, por haberle salvado la vida a mi hermano.

Si Wingston y Simon no se les hubiera apetecido salir a fumar al callejón, probablemente el pecoso para el momento estaría muerto.

—Avísanos si necesitan algo, ¿sí?—El colorado corrió un mechón de pelo que estorbaba en mi cara.

Asentí repetidas veces y los saludé por última vez.

Simon se había encargado de limpiar las heridas más graves del cuerpo de mi hermano. Es por eso que alrededor de las dos de la mañana, Cole yacía tendido en mi cama con vendas cubriendo distintas zonas de su piel.

Me adentré en mi cuarto para seguir tratando a la víctima.

Mi hermano no emitía palabra alguna. Simplemente me miraba impasible.

—Debemos desinfectarte eso.—Asentí observando su cara lastimada, frunciendo los labios.

Caminé hasta llegar a él.
Agradecí que me facilitara el trabajo al hacerse a un lado de la cama y dejarme un espacio para sentarme.
Tan solo pensar en la última vez que estuvimos así de íntimos, las emociones volvían a mí a flor de piel.

Tomé un pequeño trozo de algodón y lo embadurné en líquido antiséptico. Luego, sin aviso, se lo pegué a la cortadura que tenía en el labio inferior.

Cole gimió con los ojos cerrados, en protesta.

—¿Qué tienen con golpearte en la boca y en el ojo?—Pregunté en tono irónico. Por inercia capturé su mentón en mi mano libre, para tener mejor alcance.

—Es el rasgo distintivo de Axe—Habló mientras le palpaba la carne dañada.—, todo aquél que se mete con Hooper sabe que se caracteriza por dejar un labio sangrando y un hematoma en un ojo. Independientemente de si gana la pelea o no.—Explicó. Acto seguido, escupió en un vaso vacío que anteriormente tenía agua. Hasta que se la bebió.

Puse los ojos en blanco.

—Te podrían haber matado.

—Pero no lo hicieron.

Esas cuatro palabras, seguidas de una débil sonrisa por su parte, revolvieron mi estómago.

Y no solo lo revolvió.

Sentí las mariposas dentro de las que todos hablaban.

—"Totem y Tabú"—Leyó en voz alta, sacándome de mis pensamientos.

Una vez que regresé a la realidad, dirigí la vista hacia lo que reposaba en sus manos.

El libro de Freud parecía haberlo hipnotizado; se quedó durante unos largos segundos sin soltar siquiera un ruido, pero contemplando ambas tapas de la obra.

𝐁𝐑𝐎𝐓𝐇𝐄𝐑 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora