Capítulo 23

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—Mamá, no me gusta este vestido

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—Mamá, no me gusta este vestido.—Hablé molesta, mientras me observaba meticulosamente con la prenda puesta.

La señora de la tienda y mi madre me obligaron a dar vueltas frente al espejo, analizando mi silueta.

—Tiene razón.—Me apoyó Sierra, con la mano apoyada en su mentón, pensativa.—No le favorece.

Esperé a la orden de mi progenitora para así poder ingresar nuevamente al probador y salir con otro vestido.

Asintió, convenciéndose de que ese no me quedaba —pese que a ella sí le gustaba— y me dejó cambiarme en paz.

Cuando volví a salir, los ojos de las tres mujeres se ensancharon y una sonrisa apareció en la boca de cada una de ellas.

—¡Ese!—Me señaló mi cuñada.

Giré para observar mi reflejo.

En verdad ese era el vestido.

Negro. Largo. Apretado, pero ajustado en las zonas correctas, haciendo ver a mi cuerpo como una figura esbelta y estirada. Parecía hasta más alta.

Me encantaba.

—Este es.—Asentí.

Luego de horas y horas recorriendo las tiendas para tomar nota de los diferentes sitios en los que conseguiríamos detalles del esperado evento. Volvimos a casa.
Sierra se quedó hablando con mi madre acerca del velo y peinado y aprovechó a Caleb, que se ofreció a darme ayuda con matemática en el comedor, para hacerlo.

—¡No, no, no! ¡Así no, Brooklyn!—Exclamó mi hermano mayor, frustrado, casi arrancándose sus párpados inferiores.—Ahí va un más, no un menos.—Corrigió mi tarea.

Estuvimos un largo rato tratando de hacerme entender los cálculos que el profesor me había dado para practicar. En verdad no quería reprobar la asignatura y aunque Cole ya sabía como pasar absolutamente todos los exámenes de ese curso, Caleb me inspiraba más confianza y paciencia, pero comencé a dudar de lo último cuando indignado me lanzó una goma de borrar a la cara.

—¡Vete a la mierda!—Se oyó un grito. Provenía del pecoso del medio, quien bajaba con toda la furia las escaleras y se dirigía hacia la puerta principal de la casa.

—¡Cole Bedling ven aquí ahora mismo!—Esta vez fue mi padre quien gritó.

Pero su hijo hizo caso omiso. En cambio, salió por la puerta y dio por finalizado el espectáculo que estaba causando, con un estruendoso portazo.

Una fuerte discusión ocurrió entre ellos. Lo que me sorprendió, ya que a pesar de sus constantes roces y choques, jamás se habían peleado como hasta ese momento.

Fruncí mis labios. Pensativa.

No podía seguir prestándole atención a Caleb enseñándome fórmulas cuando semejante escena se había presentado frente a mí.

𝐁𝐑𝐎𝐓𝐇𝐄𝐑 ✔Where stories live. Discover now