Capítulo 25 [*]

5.4K 179 15
                                    

AVISO: Capítulo hot

Sebastian no tardó ni un segundo más, se lanzo sobre mí como un felino hambriento y comenzó a besar mi cuello, lo lamió a sugusto, llegando a el lóbulo de mi oreja y mordiéndolo ligéramente.

— Sebastian... Para por favor, esto no e... — mordí mis labios al sentir como metía su mano por mi ropa interior y alcanzaba mi clítoris

— Shh, silencio gatita, o el joven amo podría escucharnos — dijo agarrando mi clítoris y moviéndolo rápidamente

Mi espalda se arqueó y apreté la manta de la cama con fuerza. ¡Va a matarme!

— Sé que te gusta gatita — se apoderó de mis labios metiendo su lengua y creando confusión entre nosotros, el aire me faltaba, solo podía jadear y tratar de no gritar

Mientras mi mente se nublaba quitó toda la ropa que separaba nuestros ardientes cuerpos, pegó su pecho la mío y levantó mis piernas colocando una de ellas en su hombro. Me giré y traté de escapar pero solo me dió tiempo a agarrar con fuerza la sábana y morderla al sentir como me embestía con fuerza.

Estoy segura de que en ese momento algo dentro de mí se rompió. Ese inmenso miembro entrando en mí sin piedad. Moviéndose rápido. Muy rápido. Hasta que me sintiera desfallecer.

No era normal, sus movimientos, nada era normal. Era deseoso, ardiente. Quería hacerme suya, como si fuera un animal fuera de control desesperado por marcar su territorio.

— Para... Uhm... Para por favor, v-vas a partirme — volví a morder la sábana

Tan solo sentía el inmenso placer de ser penetrada con aquella cosa, que él fuera un demonio solo hacía que sus penetraciones superaran con creces la velocidad de un humano. Casi acababa de sentir que golpeaba el final de mi vagina cuando ya estaba entrando de nuevo.

No me daba tiempo a repirar, finalmente tuve que gemir, gemir para poder tomar aire.

— Ahhh, sí... - no podía controlar mi voz, salía de entre mis labios

— Dímelo gatita, dime lo que quieres

— Uhm, ha-hazme tuya por favor — si bien hace poco no quería, ahora solo deseaba seguir así hasta desfallecer

Siguió golpeando sus caderas contra mi intimiedad haciendo que llegara al delicioso orgasmo el cual disfruté cerrando los ojos. Soltó mi pierna y cayó como si no tuviera vida a la cama, me puso entera sobre la sábana y sin girarme me penetró.

Estaba de espaldas a él, con las piernas juntas, lo cual hacía que la penetración fuera más estrecha, claro que, Sebastian no tenía ningún problema en llegar al fondo de mi vagina.

— Ah... Gatita, eres la mejor — susurró a mi oido con su sensual voz — si sigues apretando de esa manera, me derramaré dentro de ti

Sus caderas golpeaban como rayos mis glúteos, gotas de líquido mojaban la cama y calientes gritos de lujuria quedaban suspendidos en el aire.

No nos importaba si alguien pudiera oirnos, necesitábamos esto. Gemir y hacerlo hasta quedar tan cansados que nuestros cuerpos quedaran abrazados y dormidos.

— ¡Ahhh! — grité con fuerza al sentir mi segundo orgasmo

No pude verlo, pero supe que Sebastian sonrió al sentir como le apretaba con fuerza, ya que la velocidad de sus acciones aumentó.

— Yui, gatita... — susurró — me queda poco... Quiero venirme dentro tuya... Quiero venirme al mismo tiempo que tú...

Salió de mi interior para cambiar de posición y como pude escapé de sus brazos y tórpemente me puse en pié.

— N-no puedo más...

El mayordomo puso sus manos en mis caderas y me empujó hasta que mi pecho chocó contra el helado cristal, todo mi cuerpo se estremeció sintiendo el contraste de su ardiente miembro embistiándome y el frío cristal.

En apenas 3 minutos de embestidas llegué a mi tercer orgasmo, caí al suelo y apreté la alfombra, mi vagina no dejaba de expulsar líquido.

— No sabes lo que me excita hacerte el amor así, como un animal — lamió sus labios antes de morder mi hombro — voy a hacerte mía

Volvió a pentrar mi vagina con furia, los golpes de sus caderas con mis glúteos era lo único que se escuchaba en la gran habitación, eso y gemidos, uno tras otro.

— Sebastian... V-vas a volverme loca...

— No te preocupes gatita, ya m-me queda poco para acabar

Me estremecí al escuchar el primer jadeo de placer de mi mayordomo, era demasiado sensual.

— ¡Ah sí! — gimió Sebastian antes de agarrarme de las caderas y elevar mi parte trasera para conseguir una más dura penetración — ya, ya, ya ¡Oh sí!

Entraba con tanta fuerza que entraba ligéramente en mi útero, un poco de líquido preseminal se derramó dentro de mí. Ese calor que se mezclaba con el mío. Era irresistible.

Siguió así por medio minuto más, y ya me habría corrido como una loca si no fuera porque realmente, quería llegar al mismo tiempo que Sebastian.

— ¡Me vengo! — gimió

Y tras eso, nos fundimos en un estremecedor orgasmo.

Sentimientos prohibidos [Sebastian Michaelis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora