VEINTICINCO/ KALA II

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— Vamos a Seattle —  hablo Zaniah viendo hacia la nada  — al Space Needle.

— ¿segura? — preguntó Ezra y ella solo asintió.

Agarró su celular y le envio un mensaje a Rosalie.

Tia Ross

Ross te veo en Seattle en el Space Needle.

Estoy en caminó bebé.

— Ezra va despacio —  comentó—  Stefano bostezando —  Zaniah tu manejas como loca.

— Gracias por el cumplido — dijo sarcástica.

— De nada— Stefano bostezo por segunda vez.

— ¿discutió con Seth? — preguntó Ezra mirándola de reojo.

— no lo creo... está un poco condundida con sus sentimientos.

— Y necesita a Rosalie ¿por qué?-—  preguntó Ezra.

— no puedo decirlo —  respondió.

El restó del viaje fue en completo silencio, sólo se escuchaba la respiración calmada de Stefano y el motor del auto de Rosalie que ya los había alcanzado.

Cuando llegaron, Ezra estaciono su auto al pie de la torre y lo mismo hizo Rosalie.

— Te esperamos — dijo Ezra al ver que Zaniah km dudaba de dejar A Stefano que aún seguía dormido.

Rosalie y Emmet también salieron de su auto — ¿te acompaño? —  preguntó Rosalie al ver a su niña.


— solo tú — dijo y Emmet asintio.

Al llegar a lo más alto de la torre vieron a Kala apoyada en el barandal.

— yo me quedaré aquí, quisiera que hablarás con ella...

Rosalie camino hacia la rubia.


— Hola Kala... — la voz calida de Rosalie la hizo salir de sus  pensamientos — Zaniah, Stefano estan muy preocupados... y ella pensó que tal vez podía ayudarte.

— Tenia diez años y me sentía como una reina. Parecía que yo era la soberana de la casa y no mi madre — ella soltó una pequeña risita al recordar a la pequeña niña ingenua que era —   Mi corazón estaba por las nubes. Yo les contaba a todos en la escuela acerca de mi papá... inventaba historias, de cómo mi padre tan guapo y tan risueño había regresado de la guerra tan solo porque me extrañaba; y quería verme porque yo era su princesita. Ni siquiera había guerra en Dinamarca... Eran cuentos míos, pero sobre todo, las niñas se mostraban embelezadas con mis historias de cómo mi padre me amaba — Kala empezó a sollozar — Una mañana mi madre entró a bañarse para después de eso llevarme a la escuela e irse a su trabajo. Pero estaba tardando mucho dentro del baño. Mi padre tocó la puerta y como ella no contestó, él tiró la puerta de una patada: mi madre estaba desmayada, llena de vomito, en la regadera… Recuerdo que llamaron a una ambulancia, y se la llevaron a un hospital. Parecía que había sufrido un envenenamiento accidental con una medicina naturista que le habían regalado.
Mi madre tuvo que pasar diez días en el hospital. Yo casi no entendía, solo oí decir a mi abuela que ella había estado a punto de morir envenenada. Cuando escuché eso, de que iba a morir, tuve mucho miedo. Abracé a mi “padre” y esa noche fue la primera vez que él y yo pasábamos una noche sin mi madre en la casa —  Rosalie la abrazó para darle fuerza — Fue en la segunda noche, cuando él se mostró muy cariñoso, me puso en la cama, me acarició la cabeza, y así contándome una historia, me quedé dormida. Después de unos minutos, o unas horas... no estoy segura, desperté porque sentí que alguien me estaba tocando. A mí me llenaban de miedo los monstruos y las momias, y esos temores de niños. Pero a mis... ya casi once años, cuando sentí la mano en mis piernas, que me recorría desde la espalda hasta los pies, yo sabía que era mi “padre” Ernesto.. Me quede así, con los ojos cerrados. El continúo con sus manoseos, pensando que yo estaba dormida. Me empezó a hacer cosas que me lastimaban y yo empecé a llorar porque allí empecé a sentirme desconcertada. No tenía yo ni la menor idea de lo que estaba pasando. ¡Créeme! Era tan inocente —  Kala intentaba controlar su respiración agitada  — Cuando él  tocó mis partes privadas, lo primero que pensé es que él me iba a cambiar de ropa porque teníamos que salir a ver a mi madre al hospital. Pero cuando el empezó a lastimarme con sus manos, ¡YO SABIA DENTRO DE MÍ, QUE ALGO ESTABA MUY MAL! Era algo así, como... una “vocecita” dentro de mí: ¡ALGO ESTABA MUY MAL!,  y yo  sentía el deseo de salir corriendo… —  la rubia se hizo un ovillo en el piso devastada, Rosalie volvió a  abrazarla —  Él escuchó que empecé a sollozar, trató de calmarme: “No llores, Selena, los papás que aman a sus hijas, las acarician así de bonito… son cosas que a las niñas les gusta”, dijo él… “Sobre todo, si son niñas bonitas, así como tú”, me dijo la persona que más amaba y admiraba. Estábamos los dos solos en la casa. No había nadie más. Yo pasé del sollozo a un llanto fuerte de dolor, de vergüenza, de confusión, de temor...


― Mira que mamá no debe de saber que tu papá, te quiere mucho… como a su princesa, porque, ¿sabes? ¿no le dirás a tu mami? Yo te quiero a ti más que a ella, pero si ella se entera,  se enoja y te va a pegar mucho, mucho; y te va a llevar allá con las monjitas (un orfanato que estaba a un lado de la parroquia). Yo le tenía un pavor a ese orfanato, porque se oían muchas historias de diablos y fantasmas en ese lugar…Y él sabía que yo le temía eso. Yo sentí tanto temor de que mi mamá me abandonara…me quedé callada, deje de llorar... Lo que aconteció en los minutos siguientes, no creo que sea necesario contarte. Pero puedo resumir todo aquello como una violación al 100 por ciento. Yo me quedé callada entonces, y me quede callada después.

— tenías miedo, Kala no puedes culparte por eso — dijo Rosalie con un nudo en la garganta.

— Cuando mi madre regreso a la casa estuvo unos días en reposo. La reacción alérgica le había afectado sus órganos internos y necesitaba recuperación. Obviamente, no podía darle a su marido lo que él queria. Así es que, mi padre aprovechaba casi cualquier oportunidad para saciar sus bajos instintos conmigo. Yo dentro de mi corazón infantil juré que jamás le diría a mi madre lo que estaba pasando, porque yo no quería que ella me abandonara. Él se encargaba de recordármelo después de cada sesión de toqueteo, o cuando usaba mi cuerpo como si yo fuera una muñeca de trapo. El descarado hasta me ponía “una pomada”, y me decía que si mi mamá me quería bañar, pues que yo le dijera que ya era una niña grande, y que no quería que ella me bañara. La verdad es que no sé que le decía él a mi madre, pero yo sentí que después que mi madre regresó del hospital, se distanció mucho de mí... Yo yo y.. yo sentía como que yo no le importaba. Muchas, pero muchas veces tenía yo mi cuerpo lastimado, durante días, y mi madre ¡JAMÁS SE DIO CUENTA! Bueno, yo no le decía nada, pero tampoco ella jamás habló conmigo de nada, ni jugaba conmigo, ni me ayudaba a cambiarme de ropa. Era tanta mi confusión emocional, que llegué a pensar en irme de mi casa o en quitarme la vida — Kala intentaba no temblar pero le era imposible — Lo pensé, y muchas veces, simplemente ahí... sí me fallaba la imaginación. Pero si en mi casa hubiéramos tenido una pistola, yo la hubiera tomado. En aquel entonces, me hubiera quitado la vida. Me sentía despreciada, ya a mis dieciocho años, mi cuerpo ya habia cambiando, pero mi mente seguía atrapada por las cadenas de ese abusador. Él me llenaba de temor con sus amenazas, que cada vez eran más lastimosas y violentas. Supuestamente me mostraba mucho “amor”, cuando me hacia esclava de sus bajas pasiones, pero inmediatamente después, me llenaba la cabeza de amenazas y miedos.


Rechazada// CrespúsculoWhere stories live. Discover now