SETENTA Y SIETE/ RESCATE

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— Estás... ¿Estás seguro?—  preguntó Stella muy preocupada.

— Es la segunda vez que preguntas — respondio Sebastián ladeando una sonrisa — es más, hasta viniste a este viaje.

— Lo se... es sólo que..

Sebastian le di un tierno beso en la comisura de sus labios.

— Iré sólo, sé que si algo sale mal lo verás — él ladeo una sonrisa.

— Está bien — dijo suspirando pesadamente—  miraré si hay más vampiros — con su don observó que habían cuarenta personas resguardando el castillo— Están en él sotano, hay un pasadizo y tienes que bajar unas escalera, lo resguardan dos vampiros.


— ¿no están los Rumanos?—  preguntó

— Sólo está Vladimir—  respondío nerviosa.

— Alya — dijo Marcel y ella asintio.

— sólo necesito un guardia — dijo Sebastián — para poder ingresar.

Del aquelarre François Alya era considerada una de las más poderosas por su capacidad de noquear o matar a una persona sólo con invadir su mente.

— si en caso necesito ayuda haré una señal y Stella te dirá para que metas en una ilusión a todos los vampiros.


De las manos de Alya salió un brillo intenso, en minutos uno de los guardias aparecio caminando como un zombie.


— Es hora de cambiar — Sebastián posó su mano derecha en el hombro del vampiro, una ligera electricidad recorrió su cuerpo convirtiéndolo en una copia exacta del guardia.

Ingresó al castillo y caminó directo hacia el sótano, ningun guardia que pasaba por su lado lo detuvo. Al bajar vio que habia un gran pasadizo, encontró unas escaleras en forma de Caracol, bajo en segundos encontrándose con dos guardias. Para Sebastián fue muy fácil matarlos y continuar con su camino, al llegar a las ultimas celdas vio a Aro, Marcus y Caius, en otra celda estaban Jane y Alec.

Sebastián volvió a su forma, el Vulturi abrió sus ojos sorprendido — ¡vaya... ! Pero que ven mis ojos nunca creí verte en ese estado.


— Sabia que vendrías viejo amigo, — dijo Aro levantandose — ahora, sacame de aquí.

— No entiendo como puedes no salir de esta celda — dijo con tranquilidad.

— no teníamos alternativa — contestó Caius — si escapamos lo más probable era que nos matarán los licántropos.

— para sacarlos de aquí quiero que acepten una condición — Sebastián cruzó sus brazos.


— Lo que sea — dijo Aro con su característica voz aguda.

— Bien... alguien me mandó para rescatarlos — respondio encogiendo mis hombros — me dijeron que ustedes tuvieron unos pequeños problemitas, que los llevó a estar en está situación.

— los François... — dijo entre dientes Caius.

— Asi es — asintió — dijeron que esto fue un error... asi que quieren...

— Hacer un trato— completo Aro.

— Asi es, ustedes vuelven a su reinado y nosotros no nos involucraremos... es como si desaparecieramos del planeta, ustedes ni siquiera nos conocen y nosotros tampoco a ustedes —  Sebastián extendió su brazo —  pero si ustedes no cumplen... bueno sera fácil deshacernos de ustedes.

Aro parecio dudarlo pero estrecho manos con el vampiro.

— ¿como nos sacarás de aqui?—  preguntó Marcus.

— no te desesperes —  respondio bostezando — ¿sacaré también a tus amigos?—  preguntó mirando a los mellizos.


— Serán de mucha ayuda —  respondío Aro.

— Está bien.

Sebastián levantó ambas manos dándole la señal a Stella. A los segundo apareció Marcel y Alya.

— son muchos para poder controlarlos al mismo tiempo — dijo la rubia mirando al grupo — iré delante de ustedes, pero si algo sale mal, sugiero que no se detengan.

Los Vulturis rompieron las jaulas — como digas — contestó Aro.


Alya fue adelante de todos manipulando la mente de los guardias que se encontraban, por suerte no sucedió nada malo y llegaron a las afueras del castillo sin pelear.


Se encontraron con Stella que aún tenia activado su don por precaución. Alya, Janne y Alec subieron al auto de Marcel. En tanto, Stella, Marcus, Caius y Aro subieron al auto de Sebastián.

— Lo siento... — dijo Stella cuando el auto avanzó — nos equivocamos, no pensamos que los Rumanos fueran capaces...

— Lo olvidaremos, con la condición de que ustedes nos devuelvan lo que esos idiotas nos quitaron — dijo Aro soltando su tipica risita.

Rechazada// CrespúsculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora