El Continente Desconocido Parte 1.

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Las palabras pudieron haber sido débiles, entrecortadas y difícilmente audibles aun si eran susurradas directo en mi oído pero aun así tomaron todo su esfuerzo para ser dichas antes de perder el conocimiento.

No tengo tiempo para preocuparme por ellas ahora, debo apresurarme.

Cualquier problema además de su condición no es importante ahora.

Corrí y seguí corriendo mientras la tenía en mis brazos. Ella aun estaba viva pero no tenía idea de cuánto tiempo más. No estaba segura de por qué la llevaba siquiera hacia el castillo, tenía intención de pedirle ayuda a Astrid pero eso era todo, no tenía idea de cómo ayudar a Liz y menos si Astrid podría hacerlo. «Astrid pensará en algo» eso quería creer.

Las puertas del castillo se abrieron delante de mí gracias a una enorme ráfaga de viento que envié a ella, corrí por el largo pasillo hasta llegar al salón y luego a la habitación donde estaba antes con Astrid, por un momento pensé en llevarla a mi propia habitación pero no le informé de ello antes a Astrid y si tardaba en aparecer debido a que cambie el lugar en definitiva sería algo que no podría perdonarme.

Al igual que la casucha que tiene fuera el castillo para cuando trata con algunos temas de la población, esta habitación únicamente tiene una mesa enorme y varias sillas.

Sobre esta había varios papeles pero quité todos ellos de una vez sin importarme si el contenido era importante o no, si algo se arruinaba por ello me disculparía más tarde pero ahora no es tiempo.

Sentía como Astrid y Mel se acercaban rápidamente al castillo, es normal que yo regresara antes, corrí con todo lo que tenía.

Apresúrate, Astrid.

Liz no parecía tener alguna otra herida grave que la obligara a perder sangre continuamente, pero aun así estaba llena de cortes y golpes por todas partes, ellos por si solos eran suficientes para poner su cuerpo en un alto nivel de estrés pero estaba claro que el mayor peligro era la herida que cautericé en su cintura.

Apenas sabía lo básico sobre primeros auxilios, lo suficiente para saber que hice lo correcto al cauterizar, pero esto por si solo es insuficiente. Aun con toda la sangre sobre la herida pude ver fácilmente como sus propios órganos internos estaban destrozados en esa zona y no tenia forma de poder encargarme de ellos.

La puerta ni siquiera necesitó ser abierta para Astrid y Mel cuando arribaron, no me molesté en cerrarla antes.

—¡Liz! —gritó Mel mientras iba al lado de su hermana.

—¡Alto, si la abrazas ahora solo empeorará! —ordené, no hay tiempo para delicadezas—. ¡Astrid, ayuda a Liz, por favor! ¡C-Cautericé la herida pero sigue con sangrado interno, yo no puedo hacer nada más! ¡N-No puedo permitir que ella se vaya, por favor!

Sin decir una palabra Astrid fue hacia el lado de Liz donde se podía ver perfectamente la herida y se giró a mí.

—¡Ve por Teresa, es probable que ella pueda hacer algo al respecto! ¡Rápido!

Confió en Astrid. Sin preguntarle el por qué salí del castillo rápidamente y fui hasta donde se encontraba Teresa, nuevamente las calles de la ciudad me parecieron horriblemente enormes y llenas de gente, tenía un impulso gigantesco en mi interior de querer destruir todo en el camino. Por suerte aun estaba lo suficientemente consciente de mi entorno como para evitar algo así.

La enorme casa que le fue entregada apareció frente a mis ojos, el tamaño no era únicamente por ser un trato preferente sino porque en ella podrían vivir ella y sus escoltas, a pesar de que dijo que no era necesario, separarlos ahora luego de que han estado todos juntos durante tantos años simplemente no me pareció correcto. Incluso uno de ellos había estado a su lado desde que tenía unos cinco años de edad y esto era claramente visible en su propia apariencia, como la de alguien que superaba los 60 años pero que sin duda se mantenía en condición para ser capaz de proteger a su señora.

- VANAHEIM - The Rise of the Greatest Empire - (Volúmenes 1-5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora