Quédate conmigo

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EMILY WILSON

Los últimos días habían sido los más incómodos de mi vida. Ignorar la presencia de Victoria, era mi objetivo después de lo que pasó el lunes en la clase de Ética y Religión, luego en el baño, pero su broma frente a Santiago fue la gota que derramó el vaso. El problema era que ella, me lo estaba haciendo muy difícil. Se convirtió en la favorita de todos los profesores por su habilidad para debatir sobre cualquier tema. Sus intervenciones generaban siempre una participación activa por parte de todos. Era inteligente, apasionada al hablar y cuestionaba hasta lo más simple con bases bastante interesantes. Su mente era extremadamente atrayente. Y yo, contrario a ella, me costaba concentrarme. Los días se hacían lentos y la tenía presente en cada momento. Quería tenerla lejos y al parecer ella también, porque no me volvió a hablar ni cruzar mirada conmigo. Sentía que era lo mejor, pero no entendía por qué si eso era lo que quería, me pesaba tanto que no me hablara.

Supe que algo no estaba bien conmigo, cuando al besar a Santiago frente a ella, descubrí que lo hacía solo para molestarla. Yo nunca le había dicho mi amor y mucho menos era tan cariñosa con él: "Vas a tener que hacer cosas vergonzosas más seguido, si eso te lleva a que seas un osito cariñoso conmigo" fue lo que me dijo Santiago, una vez que Victoria nos dejó solos. Pero lo que realmente me asustó fue que en cada beso que él me daba, estaba ella presente. Su sabor, su olor, la textura de sus labios. No podía quitármelo de la cabeza y estaba volviéndome loca.

Por fin era viernes. El profesor de filosofía no asistió, así que no tuve que hacer grupo con ella. Estaba esperando que Jorge fuera por mí y Santiago me hacía compañía. Insistía en que lo acompañara el sábado a una fiesta que había organizado Nico en un club privado, para celebrar la firma de su segundo disco.

-¡Hey, Hamilton! Me dijo Nico que eres su invitada especial mañana ¿es verdad? -le preguntó a Victoria, que iba pasando rápido frente a nosotros-. Emily no quiere acompañarme, así que tendré que ser su lamparita, pero tranquila, les daré su espacio -agregó con picardía.

-No dije que no te acompañaría, sino que lo iba a pensar -expresé por impulso.

No le dije que sí al momento, pero ya había decidido ir a una fiesta a la que no quería asistir. No sé por qué cambié de opinión. No me emocionaba la idea de presenciar dos fiestas en una misma semana prácticamente, pero Victoria iría con Nico. ¿Estaba saliendo con él? Quería saberlo y la curiosidad me impulsó a cambiar de parecer.

Santiago pasó por mí puntual. Llegamos a la fiesta y nos dirigimos a saludar a los chicos de la banda. Había artistas del mundo de la música y algunos del cine. Ya me estaba arrepintiendo de haber asistido. Demasiada vanidad reunida en un solo lugar.

-No veo a tu invitada especial. Se me hace que estás haciéndote ilusiones con alguien que te da el vuelo. La chica Hamilton, no está interesa en ti -dijo Santiago, burlándose de su amigo.

-¿Te dejaron plantado bebé? -me burlé.

Sentía un alivio extraño en mi cuerpo. Como cierta satisfacción. Que no se presentara, de alguna manera me hacía feliz. No me siento orgullosa de admitirlo, pero de igual forma, pronto entendería que la felicidad no me duraría para siempre.

-Que lástima que no pueda quedarme a escuchar su mala vibra ¡Envidiosos!, tengo que recibir a la dueña de mi corazón que acaba de llegar, y viene caminando directo hacia este pechito -señaló Nico, y miraba al frente como un niño viendo una vitrina llena de dulces.

-¡Estás preciosa Victoria! -dijo, mientras le daba un beso en su mano y luego otro en la mejilla.

No mentía. Se veía increíble. Tenía un pantalón de cuero negro que se ajustaba perfectamente a su cuerpo. Un crop top plateado que dejaban su pecho, espalda y caderas descubiertas. Por lo que vi, ahora traía su cabello de un castaño claro. Estilo californianas y un tatuaje que bordeaba todo su brazo, la hacía lucir bastante sexi. Y esto último es raro, ya que particularmente no me gustan los tatuajes, pero a ella le quedaba muy bien, y yo no podía dejar de mirarla por mucho que me esforzara.

El espacio entre tú y yo -Katherine H.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora