No la merezco

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EMILY WILSON

Después del día en la playa y descubrir en su cama una parte de mí que desconocía, lo que teníamos cada vez era más perfecto. Victoria me hacía sentir en el paraíso y no solo en la intimidad. Me llevó al cine, también a conocer sus lugares favoritos en la ciudad, como su restaurante preferido y el lugar donde vendían el único helado que le gustaba: Pie de limón. Patinaje sobre hielo, paseos en bicicletas, atardeceres y cenas románticas bajo la luz de la luna fueron algunas de las ideas que se le ocurrieron para compartir conmigo.

Nunca me sentí tan plena y conectada con alguien. Victoria era el tipo de chica con la que podías hablar de cualquier cosa. Siempre tenía temas interesantes y hasta los silencios tenían su magia cuando hacían acto de presencia. Era seria cuando el momento lo requería, pero sin perder ese lado divertido y ocurrente que tanto la caracterizaba y que fue una de las cosas que más amé de su personalidad.

Todo lo que hacía lo llevaba a un nivel superior. Especial sería la palabra para describirlo, como esa noche que armó un campamento en la punta de una montaña, era como especie de una carpa, pero un poco más grande y tenía vista a la ciudad. La decoración tipo habitación de hotel, hacía que olvidaras que estabas en medio de la nada.

―No soy la mejor compañera para un camping. De hecho no está en mi lista de actividades favoritas. Soy sensible a las picaduras de mosquitos y no me gustaría ser devorada por un animal salvaje ―Fui sincera.

―¡Me ofende señorita Wilson! Para su información esto no es un "camping" se le conoce como Glamping y es un encuentro con lo mejor de la naturaleza, combinando la aventura con el lujo y el glamour. Digno para una niña fresa como tú. Y tranquila que traje repelente y ya instalé las trampas para osos ―concluyó.

Esa noche fue mágica; y entre vinotinto, risas y millones de estrellas me di cuenta de que la estaba amando más de lo que me podía imaginar, pero ya saben, la felicidad es una estado que trae consigo una etiqueta con su fecha de prescripción.

Llegó el día de volver al instituto. A Santiago ya le habían dado el alta y mi plazo para ausentarme, expiró.

Cuando llegué, las miradas estaban puestas en mí. Todos en el pasillo me señalaban sin discreción y murmuraban, pero yo no lograba entender qué decían. Supuse que se habían enterado de lo que le sucedió a Emma y a Santiago. Imaginé que estaríamos en la boca de todos por un tiempo hasta que un nuevo chisme corriera por el instituto, pero nada era como yo pensaba.

Clase de Ética y religión.

Tomamos nuestros asientos y Victoria se sentó a mi lado.

―¿Qué pasó Barbie, no te vas a sentar con tu novia? ―dijo Lucas, refiriéndose a Santiago y no entendí a qué se debía su comentario. ¿Desde cuándo le importaba que nos sentáramos juntos? Tenía el presentimiento de que algo no andaba bien y por una extraña razón, su comentario me puso nerviosa.

―¡Silencio jóvenes! Quiero presentarles a su nueva compañera de clases ―informó el profesor.

―¡Bieeeen! ¡Carne fresca baby! ―Volvió a intervenir Lucas. Ese chico era insoportable.

―¡Dije silencio, por favor!... Ella es Alexis Gruber y estará cursando con ustedes lo que queda de año. Tome asiento señorita ―ordenó el profesor con amabilidad, y ella obedeció. Se veía obstinada y miraba a todos con recelo. Estoy segura que si alguien la veía raro o le decía algo, se lo tragaría vivo.

Me costó convencerla de que estudiara, así como también a Victoria le costó tener que utilizar el apellido de su madre y su poder para que la directora accediera a darle un cupo. Pero se lo pedí tanto, que no se pudo negar: "Sabes que a ti nunca te puedo decir que no bonita", fue lo que me dijo cuándo me entregó la carta de admisión a nombre de Alexis.

El espacio entre tú y yo -Katherine H.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora