Capítulo 4

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Esmeralda abrió los ojos y primero vió a la señora que la ha cuidado desde que perdió la vista, se acerca a ella corriendo y la abraza.

—Eres hermosa —dice con lágrimas en los ojos.

—Gracias mi niña —dice tomándola por los hombros para despegarla de ella —Entonces, ¿si puedes ver?

—Por supuesto —dice sonriendo.

Observa a Ferrant que está más que guapo, tiene el pelo más largos y la misma hermosa sonrisa que muy poco le brindaba.

—Tu igual de guapo, mejor amigo —dice lanzándose a sus brazos. Él la levantada y la aprieta más a su cuerpo —Te debo la vida Ferrant.

—Más que eso, Ciega —dice besando su frente.

—Ya sacaremos cuenta —dice acercándose a Santiago.

—Amigo, ya te dejaste crecer más la barba, no te queda nada mal —dice acercándose para abrazarlo.

—Gracias nena —dice riendo.

—¿Y yo qué? —pregunta Sabrina haciéndose la enojada.

Esmeralda deja a un lado a Santiago y camina hasta Sabrina. Se queda en shock mirándola de pies a cabeza.

—¡No puede ser! —dice tapándose la boca.

—¿Qué pasó? —pregunta Sabrina confundida.

Ferrant se coloca por detrás y la toma por los hombros al notarla pálida.

—Te pareces mucho a mi padre —dice con los ojos llorosos.

—No entiendo nada.

—Su papá lo mataron cuando tenía 5 años, no lo conocí  —dice Ferrant.

—¿Quienes son tus padres? Podríamos ser primas —dice Esmeralda.

—Mi papá lo vi por última vez cuando tenía 2 años, mi mamá se llama Carolina.

—¿Tienes una foto de tu padre? —pregunta Sabrina algo confundida.

—No, las perdí todas, pero puedo jurar por mi vida que tienes un gran parecido en él.

—Creo que tengo una foto en mi móvil,  no se ve muy bien, la tomé de una fotografía que tiene mi madre. —dice caminando hasta su cartera.

Esmeralda tiene el corazón a millón, Derrant y Santiago intercambian miradas pero ninguno habla. Sabrina desesperada empieza a rebuscar en su celular.

—¡Aquí está! —dice y se acerca a pasos lentos a  Esmeralda.

Esmeralda con manos temblorosas toma el celular y observa la foto, sus ojos se agrandan y luego observa a Sabrina.

—Él es...Camilo Dycent, mi padre —dice mirando a Santiago y a Martha.

—Eso significa que somos hermanas, soy tu hermana mayor —dice sabrina acercándose a ella.

—Así es... —dice Esmeralda con las lagrimas escapándose de sus ojos.

Las chicas se abrazan y sollozando juntas, Martha está en un mar de lágrimas.

Ferrant siente su celular vibrar en sus pantalones y se retira un poco para leer el mensaje.

Hay matones fuera de la casa.

—Debemos escondernos en el sótano  —dice acercándose a los demás.

—¿Cómo? No entiendo —dice Esmeralda confundida.

—Ok, pasa que hay...

Unos tiros en la puerta los pone alerta, luego es derribada y ellos empiezan a caminar a pasos lentos, Ferrant los guía hasta el sótano que ninguno sabía que existía. Entran y Ferrant cierra con candado y luego baja las escaleras. Todos están nerviosos, Ferrant no tanto porque ya está acostumbrado.

—Pensé que habías dejado eso de la mafia —reclama Esmeralda exasperada.

—Me he estado retirando, y ya no estaba ni siquiera visitando a mi jefe, quizás quieran ajustar alguna cuenta vieja.

—No se de que hablan —dice Sabrina acercándose a Esmeralda.

—Luego te explico todo, ahora recemos para que no nos encuentren. 

Ferrant recibe una llamada y la toma. 

Santiago da vueltas en circulo de un lugar a otro con sus dedos en las sienes.

—Debemos mudarnos hoy en la noche —Dice Ferrant acercándose a los demás

—¿A dónde vamos? —pregunta Esmeralda.

—No se aún,  pero aquí no podemos estar.

—Esmeralda se puede quedar en mi casa, ellos no saben donde vivo, no me conocen, es mi hermana y créeme que mi mamá se alegrará de conocerla.

—Esta noche podría quedarse contigo,  luego se va conmigo —dice Ferrant frunciendo el ceño.

—De acuerdo —dice Sabrina.

—Tu y Martha se pueden quedar en mi casa  —dice Santiago señalando a Ferrant.

—Por mi no te preocupes, gracias —hace una pausa para mirar a Martha —Es mejor que usted se quede donde su hermana hasta que se solucionen las cosas, yo le continuaré pagando y nos mantenemos al contacto.

—De acuerdo —dice algo triste.

Después de acordar las cosas, deciden recoger lo necesario, Esmeralda solo se llevaría ropa para un día, ya Ferrant decidiría a donde irse.

—¿Podemos hablar un momento a solas? —pregunta Ferrant a Esmeralda.

Ella asiente y camina detrás de él.

—Prometo cuidarte hasta con mi vida, perdón por no decirte que nos seguían. Cuando te besé en el aeropuerto fue para pasar desapercibidos, ya que uno de los hombres me seguían.

Esmeralda sintió que algo dentro de ella se rompió,  pensó que quizás Ferrant sentía algo por ella, y que si quería besarla,  pero no. Ella había sentido algo que jamás pensó que sentiría con tan solo un beso. Tenia deseos de tocarse los labios y recordar ese momento, pero le resultaba incómodo. Despertó de sus pensamientos y se aclaró la garganta.

—Descuida, no pasa nada, gracias a Dios estamos a salvo, pero quiero que te deshaga de todo lo que tenga que ver el narcotráfico,  por favor —dice algo triste.

—Lo prometo Ratona —Ferrant le sonríe y ella queda embobada, quiere comprobar si siente algo más que amistad por Ferrant y sin pensarlo se acerca y lo besa en los labios, moviéndolos suavemente,  él la toma por la  cintura y la pega a su cuerpo, sostiene su nuca mientras su lengua explora todo su cuerpo.

Ella jadea  y se aleja de él.

—Lo siento —dice yéndose con los demás.

Ferrant se queda mirándola mientras se aleja. 

A través de la pared (Próximamente En Físico)Where stories live. Discover now