SINIESTRO © ✔ [ #1 - Darkness ]

VIII

Un doctor muy sospechoso.

SHAILA.

— ¿Shaila?

Escuché a lo voz de mi hermana a lo lejos, su voz hacia eco. Pero, no sabía de donde provenía. Todo a mi alrededor estaba en total oscuridad, era imposible visualizar algo. Pero suponía que estaba encerrada en una especie de habitación.

— ¿Shaila, está ahí?

Otra vez la escuché. Sonaba asustada, su llamado era en un tono débil, aún así era audible.

— ¿Sharik, donde estás? — decidí llamarla. Estaba sentada en un rincón, hacía frío. No sabía que hacer o cómo actuar ante la situación. Solo sabía que había despertado en la oscuridad total.

— Tengo miedo — susurró. Aunque fue un susurro, lo logré percibí más fuerte, como si estuviera cerca de mi.

Se estaba acercando, pensé.

— No temas hermanita, estoy aquí. Yo te cuidaré, siempre lo eh hecho. No temas.

— Te quiero...

Fue lo que pudo decir. Hasta que, esa risa tan perturbadora que me torturaba los oídos, inundó por completo toda la habitación.

— ¡¿Sharik?! — llamé alarmada.

De nuevo la risa, esta vez con más intensidad y potencia. Lo vellos en mi piel se me pusieron de punta. Era algo malo, como si pudiera videnciar lo que vendría a continuación.

— Oh mi querida, Shaila. De verdad que eres muy estupida. ¿Enserio creíste que podría cuidar a tu hermana por siempre? — comentó con burla y desprecio esa voz que tanto odiaba —. Si supieras, que tu querida hermanita, ya está descansando a cuatro metros bajo tierra.

— ¿De que hablas?

— Que yo la mate niña tonta.

¿Qué...?

— No... Eso es...mentira, es mentira — me levanté de mi sitio. No podía ver nada, pero tenía que estar preparada. Me negaba a creer que había asesinado a mi hermana. Si la había escuchado hace unos instantes, era imposible que estuviera muerta.

— Creelo, niña. Pero...ahora te toca a ti. Te voy a hacer un enorme favor.

De pronto, una silueta oscura entre la oscuridad se abalanzó hacia mi. Logré visualizar un hombre alto encapuchado, traía un cuchillo en mano y lo último que hice fue, soltar un grito desgarrador y luego quejido al momento que encajo en mi pecho.