EPÍLOGO

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EPÍLOGO.

Psiquiátrico de Houbert Hill.

— ¿Entonces ella nunca...?

— No — le corte respondiendo a lo que ya sabía que iba a preguntar.

Carlos, estaba sentado a horcajadas en la silla apoyando su ante brazos en el respaldar de la silla. ¿Quién lo viera? El hijo de la directiva, rompiendo las reglas por una simple razón: el chisme.

¿Y como se supone que estas vivo, sí...moriste?

Buen punto.

— Jamas morí — una sonrisa torcida curvo mis labios.

Desde mi cama podía ver la confusión rondar por sus facciones adolescentes, es un chico listo, pero no lo suficiente y eso es lo bueno.

— No entiendo — susurro, hundiendo sus cejas.

— ¿Que no entiendes? — me levanto y me siento en el piso, por seguridad y el tema de restricciones, no puedo acercarme mucho. Tengo una cadena puesta en mi tobillo que me lo impide, que con esfuerzo tan solo puedo llegar a él a un metro de distancia. Cabe mencionar que la camisa de fuerza que me tiene inmovilizado es un completo fastidio, como si eso realmente me fuera a detener.

— Ehm... Es que es tan imposible que todo lo que me contantes sea real y ...—

— ¿Quién dijo fue real?

Sus ojos reflejaron sorpresa al verme — ¿No lo fue?

Me quedo callado. Observando con detalle como espera con ansias mi respuesta, muerde el interior de su me mejilla y su pierna se mueve en un movimientos continúo. Captando esos reflejos nerviosos e intranquilo que él mismo no se da cuenta porque lo hace por inconsciencia propia. Sigo estando en silencio. Su mirada expectante me causa gracia, no demuestro la diversión que me causa para no asustarlo.

Aunque sé que lo esta por la otra reacción inconsciente que hizo cuando me levante y su mano se fue al bolsillo, donde se encuentra una jeringa con un sedante potente que podría dejarme noqueado por ¿unos minutos? Sí, mas o menos.

Dejando el suspenso, meneo la cabeza en negación, en lo que el suelta un respiro aliviado — demonios, de verdad creí que todo fue real y tú tenias esas habilidades loca, sin olvidar a ese devora almas que...—

Sus palabras quedaron suspendidas al aire al momento que la luces comenzaron a parpadear. Carlos, se levantó lentamente viendo las luces del techo nervioso, llevando de nuevo su mano al bolsillo donde tiene la jeringa. Sin moverme, me quedo sentando viendo como lucha con sigo mismo tratando de mantener la calma. Puedo notar que una parte de él quiere salir corriendo y la otra no quiere para no meterse en problemas con su madre.

— ¿Porqué tan nervioso? Tan solo es una falla en la electricidad — le digo en un tono de voz tranquilizador.

Carlos me mira, sus rostro ha perdido color, pobre chico.

— Si...si, creo que me tengo que ir — trata de sacar con manos temblorosas la llave que abre la puerta de mi habitación de "maxima seguridad". Entre comilla, porque si fuera cierto un chico de tan solo quince años no hubiera podido entrar y burlar a los guardia tan fácilmente por una semana completa.

— ¿Porque? Si todavía no sabes si la historia fue real o no — sonrío.

— Tu me dijiste que no lo era.

SINIESTRO © ✔ [ #1 - Darkness ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora