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Si quieres olvidarte de un dolor emocional o sentimental, te aconsejo no recurrir al alcohol.

SHAILA

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SHAILA.

Chica pimienta.

Era él.

El chico misterioso.

Seguí corriendo mis piernas retomaron el rumbo, algo en mi me hizo volver en si para seguir avanzando, sabía que no podía volver y sabía que no podía confiar en él.

Cuando llegué a casa junto a Desnic, todo se convirtió en un maldito caos, era una locura total, un martirio que me destrozaba la cabeza. Me halaba los cabellos caminando de un lado a otro analizando lo ocurrido. Me rehusaba a creer que era el chico misterioso,  aunque me haya dado señales de que si era capaz de cualquier cosa, igual no podía creerlo.

Era difícil de asimilar.

Adenas mi mente daba y daba giros repitiendo la misma imágenes: los dibujos, el asesinato, las fotografías. ¿Quien era la niña creadora de los dibujos? ¿Que significaba esas fotografías? ¿Quien era ese sujeto y porque el chico misterioso estaba de cómplice? ¿Sería él, el que secuestró a mi familia y fingió todo este tiempo? Ya no sabía ni que pensar, todo era un rompecabezas que cada vez se hacía más grande y más difícil de armar.

Mi cabeza era un remolino que destruía mis pensamientos y acababa con mi cordura de a poco. 

¿Me volvería loca? Quizás. En algún momento explotaría, de eso no me cabía ni la menor duda. 

Aunque por ahora lo que necesitaba era un poco de soledad, la soledad que antes temía ahora la necesitaba para aclarar mi mente. Y lo único que tenía que hacer era correr a Desnic, de la casa. ¿Sería difícil? Sí, pero ya tenía un plan para que se fuera.

— ¿Desnic puedes dejarme sola? — le pedí en un tono amable, llendo directo al grano y sin rodeos.

— Ya puedes explícarme porque te afectó tanto cuando ese sujeto te llamó. 

No lo entendería ni porque se lo explicará con lujos y detalles. 

— Olvídalo, ya paso.

Ahora estaba sentada en el piso de mi habitación, apoyando la espalda contra mi cama y la cabeza inclinada hacia arriba. Mirando a un punto fijo en el techo. Desnic en cambio estaba en la silla de mi escritorio.

— Shaila. Tienes que decirme — insistió.

— ¡Que lo olvides! ¡¿puedes o no!?

— No.

Dios, porque tenía que ser tan terco.

Sinceramente no quería decirle por las malas que se fuera, pero que no me quedaba de otra.

— Demonios...— refunfuñe —, solo quiero que te vayas de mi puta casa y me dejes sola, que igual si te quedas no te daré explicaciones de nada ¿Ok?

SINIESTRO © ✔ [ #1 - Darkness ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora