4. Abrazos eternos.

1.4K 55 18
                                    

Un plan que se repetía mucho y desde hace mucho, estar las dos tumbadas en la cama, solía ser la de Ana, viendo alguna película y comiendo palomitas.

Esta vez era igual, el problema, a los cinco minutos de película desconectaron, en el momento exacto en el que Mimi le dio el primer beso en los labios a Ana.

Y ya no pararon.

La película seguía reproduciéndose en el ordenador, mientras las dos chicas se besaban.

Al estar tumbadas en la cama Mimi estaba prácticamente encima de Ana, la morena tenía agarrada a la de ojos verdes por la cintura, rozando su piel con sus manos.

Mimi se separó unos centímetros mirando a Ana a los ojos, las dos sonrieron a la vez.

—Mimi... no estamos viendo la película. –le susurro Ana en los labios, mientras reía.

—La verdad está me gusta mucho más –susurro Mimi dándole otro beso a Ana en los labios, que corto la morena ya que se empezó a reír.

—y yo que pensaba que la más romántica de la relación era yo –respondió Ana, Mimi se acercó a los labios de la morena otra vez cuando escucharon el sonido de unas llaves y la puerta de casa cerrarse, seguida de algunas voces, y pasos que subían las escaleras.

Mimi se quitó de encima de la morena tumbándose en la cama y mirando hacia la película, y menos mal que lo hizo ya que segundos después la puerta de la habitación se abrió, y se encendió la luz.

Los padres de la morena y de la rubia aparecieron por la habitación de Ana.

—Anda estáis aquí –dijo la madre de la rubia.

—pensábamos que estabais en la calle –las dos chicas se miraron, estar en la calle era el plan principal, hasta que se dieron cuenta del frío que hacía y lo cómodas que estarían en la habitación de Ana.

—si, pero hemos decidido quedarnos aquí, más a gusto –dijo Ana, las dos chicas se miraron y miraron a los 4 adultos.

No saben que narices hicieron sus padres, pero acabaron en la calle.

—joder Ana tengo frío, yo es que no entiendo como nos hemos ido, con lo bien que estábamos –dijo Mimi las dos chicas iban andando una al lado de la otra por la calle, con las manos metidas en los bolsillos de sus abrigos para no coger el frío de las calles en pleno febrero.

—yo tampoco lo sé –respondió la morena.

Ana miró a Mimi, que temblaba un poco, y se pegó más a ella, pasándole un brazo por encima de los hombros pegándola completamente a ella, Mimi pasó su brazo por la cintura de Ana. Y así siguieron caminando abrazadas.

—ven vamos, que hace frío –dijo Mimi dirigiendo a la morena por alguna callejuela, la chica le siguió, sabiendo al poco tiempo donde iban.

—¡hola abuela! –dijo Mimi nada más abrir la puerta de casa de su abuela. Espero a que Ana pasara que iba detrás de ella y cerró la puerta, las dos chicas se dirigieron al salón donde estaba la mujer, en muy poco tiempo notaron el calor tan agradable que había en su casa.

—¡ay Ana que alegría volverte a ver! –respondió la señora levantándose del sofá para abrazar a las dos chicas que le respondieron el abrazo muy felices.

—jo igualmente –respondió la morena.

—¿queréis algo para comer? ¿que os trae por aquí? – las dos chicas se miraron.

Después de 10 años // warmi Where stories live. Discover now