12. Volver...

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oye quedamos para tomar un café???

Ya era tradición el quedar siempre que podían juntas, y hablar.

Se reencontraron en septiembre, y desde entonces, estos dos meses y medio habían estado hablando.

Hablar con la morena era lo que más le gustaba a Mimi, ya que sentía que con ella podía hablar de cualquier cosa.

Con la morena Mimi se sentía bien, se sentía en casa. Sentía que volvía a esos años de adolescencia, antes de que las separaran. Cuando eran felices, juntas.

Y ahora que se habían vuelto a encontrar eran felices otra vez, felices juntas.

Llevarían unos cuantos meses hablando y quedando, básicamente desde que se reencontraron, y Mimi, aunque no lo quería admitir, ya que una vez le fue mal y no quería que eso se repitiera, había vuelto a caer en los encantos de Ana Guerra, se estaba enamorando otra vez de ella.

Tal vez por qué nunca dejo de estarlo.

Es que Ana era.... magia, era pasión, era hogar, era paz. Ana era amor.

Mimi se sentía como una adolescente con su primer amor, y más o menos así era, ya que Ana siempre fue su primer amor, intentaba llevar todo con tranquilidad.

Ya que prefería vivir toda su vida siendo amiga de la chica que le gusta, a volver a pasar todo lo que pasaron las dos. Sabía que ahora ya no era tan fácil que las separaran, ya no tenían 14 años, pero seguía teniendo ese miedo.

Ese miedo que le impedía dar otro paso en su relación con Ana.

Ana por su parte vivía pensando en la rubia de ojos verdes, porque también tenía miedo.

Ana sabía que no le tenía que dar explicaciones a nadie, tenía derecho a rehacer su vida, a ser feliz.

Pero dentro de ella siempre estaría esa niña de 14 años asustada a volver a esa época.

—¿que tal está Marta? ¿y Alfred y Amaia? Hace mucho que no los veo –Ana levantó la vista de su café, se había quedado embobada pensando, miró a la rubia y sonrió, le encantaba la relación que tenía la chica con Marta, ya que juntas eran adorables, le encantaba la relación que seguía teniendo con Alfred, y la que había creado con Amaia.

—bien, Marta siempre me pregunta que cuando vas a verla –dijo Ana, Mimi sonrió.

El tema escaló en otros y esos otros en otros diferentes, y así es como las chicas podían estar hablando horas sin cansarse, y sin que se les acabaran los temas de conversación.

El móvil de la morena se empezó a encender todo el rato por las notificaciones que llegaban a él, Ana lo cogió, era su hermano.

Ana, Ana, Ana, Ana, Ana –así todo el rato.

—un segundo es mi hermano –dijo Ana, Mimi le miró y asintió.

que quieres? –le preguntó al chico.

le acabo de pedir matrimonio a Amaia –Ana leyó el mensaje muchas veces, la verdad no se creía que al fin hubiesen dado el paso.

—¿pasa algo? –preguntó la rubia levantando la cara de Ana con su dedo para que la mirara a los ojos, y es que la chica llevaría parada mirando al teléfono sin decir nada unos cuantos minutos.

—Amaia y Alfred, que se casan –dijo Ana sin todavía creérselo, enseñándole la pantalla a la rubia, Mimi la miró y sonrió.

—jo... que bien por ellos, merecen ser felices. –en los labios de Ana se quedaron las palabras "tú y yo también lo merecemos, merecemos ser felices, juntas". Pero no se las dijo a la rubia en ese momento. No tenía el suficiente valor para hacerlo.

Después de 10 años // warmi Where stories live. Discover now